A pesar de su inmensa popularidad y de su fascinante legado histórico, muchos aún continúan pensando, de forma completamente errónea, que el boxeo es un deporte en el que la clave para triunfar radica exclusivamente en lo físico; que lo que marca la diferencia entre púgiles es un buen juego de piernas, una pegada potente, una defensa sólida y un fondo que les permita resistir los interminables tres minutos que dura cada asalto.
Pero, por encima de todo esto, y como sucede en muchos deportes de élite, prevalece un elemento determinante: la psique del boxeador y una estabilidad emocional que puede verse afectada por aspectos como la relación con sus rivales y su equipo, sus traumas e inseguridades o sus vínculos familiares. Una serie de temas sobre los que se han edificado, con mayor o menor fortuna, las siete películas estrenadas hasta la fecha de una saga tan longeva como es la eterna ‘Rocky’.
Ahora, tres años después de que Ryan Coogler revitalizase la franquicia con la excelente continuación con espíritu de spin-off titulada ‘Creed’, el realizador californiano ha cedido el testigo a Steven Caple Jr. para capitanear una ‘Creed II’ que abraza las bases que han hecho grande a esta serie de dramas boxísticos; dando forma a una secuela que, aunque pueda pecar de continuista, resulta tan vibrante y apasionante como un combate a doce rounds ganado por K.O. en el último minuto.
Confrontando al campeón
Poniéndose al frente de 'Creed II', Caple Jr. ha tenido que enfrentarse al gigantesco reto de ya no tratar de superar, sino sencillamente aproximarse al altísimo nivel de calidad que Coogler alcanzó con su predecesora; acentuado por un balance perfecto entre la vis dramática del filme y su condición de espectáculo y, sobre todo, marcando un refrescante punto de inflexión en la antología que la adaptaba a los tiempos que corren.
La apuesta del de Cleveland ha pasado por adoptar sin concesiones los patrones que condujeron al éxito a la primera 'Creed', potenciando sus más de dos horas de metraje con un plus melodramático que no sólo funciona a la perfección sobre el papel, sino que se proyecta sobre el patio de butacas para emocionar por igual cuando la acción transcurre tanto dentro, como fuera del cuadrilátero.
Así pues, nos introducimos de nuevo en la mente de Adonis Creed —interpretado por un descomunal Michael B. Jordan—, explorando los efectos que continúa provocando su traumático pasado familiar en un relato marca de la casa 'Rocky' que invita a replantearnos los motivos por los que luchamos día a día y que asombra con una mirada casi shakespeariana a la venganza y las rencillas paterno-filiales de sus protagonistas.
La guinda del pastel, por supuesto, se encuentra en el regreso del temible Ivan Drago —acompañado en esta ocasión por su gigantesco hijo—, que vuelve a poner frente a frente a Dolph Lundgren y Sylvester Stallone 33 años después de la demencial —y, aún así, fabulosa— 'Rocky IV'. Un regreso al pasado que destaca por su acertada justificación dramática y por no limitarse únicamente al enésimo reclamo nostálgico para atraer al público más entrado en años.
Épica sin sorpresa
Probablemente, el mayor detalle —no diremos defecto— que aleja a 'Creed II' de su precursora es una perceptible pérdida de la capacidad para sorprender; algo que está estrechamente ligado a su abrazo a los cánones del drama deportivo pugilístico y al modo en que se ve fuertemente atada a las fórmulas del subgénero y a las historias arquetípicas de ascenso y caída. El resultado es más convencional, menos impactante, pero igualmente contundente.
Porque en lo que respecta a su técnica, Caple Jr. se revela tan cómodo y efectivo como cabría esperar de una producción de estas características, puede que algo menos arriesgado en comparación a lo que firmó Ryan Coogler tres años atrás —llegan a echarse de menos virguerías como el magnífico plano secuencia de 'Creed'—, pero con un nivel técnico y narrativo impresionante.
Con su vigoroso trabajo de cámara y puesta en escena, y exprimiendo la impecable fotografía de Kramer Morgenthau, 'Creed II' brilla por igual al captar sus momentos más íntimos y al transmitir toda la épica del boxeo en unas secuencias de combate salvajes que, aunque puedan antojarse algo previsibles en su desarrollo, te mantienen al borde del asiento toque de campana tras toque de campana.
Aunque haya perdido ese factor sorpresa propio de un nuevo aspirante que pone contra las cuerdas a un veterano campeón, 'Creed II' no deja de ser un grandísimo ejercicio que cierra por todo lo alto un arco perfecto que arrancó hace ya más de tres décadas. Puede que no volvamos a ver a Balboa y compañía en la gran pantalla, pero con una despedida de este calibre, el recuerdo va a ser inmejorable.
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