El universo iniciado por 'Rocky' hace ya casi 50 años siempre había girado alrededor de Sylvester Stallone. Es cierto que Michael B. Jordan había sido el gran protagonista de las dos últimas películas, pero la presencia de Stallone era un recordatorio constante de que 'Creed' no dejaba de ser una prolongación de esa franquicia.
La salida de Stallone de cara a 'Creed 3' era una oportunidad de oro para que Jordan terminase de imprimir su sello. Un reto que el popular actor sin duda aceptó, ya que esta película también supone su debut tras las cámaras. Eso ha llevado a una serie de cambios en el tono que permiten profundizar más en el personaje de Adonis al apostar por un relato que da un peso fundamental al papel que juega la familia en tu vida, tanto la de sangre como la que tú vas eligiendo a lo largo del camino.
El enfoque de Jordan
En lo más superficial, 'Creed 3' puede parece otra película más del universo de 'Rocky', ya que tenemos a un boxeador que tiene que acabar haciendo frente a otro púgil que le ha faltado al respeto y que quiere ser el rey indiscutible del ring. Por ahí es fácil encontrar lo que, al menos a priori, un fan de la saga querría ver, pero Jordan no quiere que sea una más y tiene muy claro cuál es el camino a seguir para conseguirlo.
Como recordaréis, Stallone comentó hace unos meses a la hora de explicar su ausencia en 'Creed 3' que él es "mucho más sentimental" y que "me gusta que muelan a palos a mis héroes, pero no quiero que entren en ese espacio oscuro". Precisamente eso es lo que hace Jordan aquí, no tanto para indagar en los demonios personales de Adonis -una de las bases de la película es su incapacidad de abrirse emocionalmente en lo referente a su pasado- como para que eso sirva para que conozcamos mejor al personaje.
De esta forma, 'Creed 3' se siente más como una continuación de la primera entrega que de la segunda parte. En esta última sí que se notaba mucho más la mano de Stallone, hasta el punto de que la película se convertía más en una especie de secuela de 'Rocky 4' que en cualquier otra cosa. No tuve quejas con ello en su momento y lo mantengo, pero también me alegro que aquí no se haya vuelto a recurrir a la nostalgia como principal impulsor dramático.
Lo que sí hace 'Creed 3' es llenar varios vacíos que dejó la primera entrega, yendo más atrás en el tiempo en lo referente a la formación como persona de Adonis para que luego eso tenga repercusiones claras en su yo actual. Es cierto que uno tiene claro desde el primer momento que el personaje de un imponente Jonathan Majors reaparece en su vida con aviesas intenciones y que el enfrentamiento final entre ambos resulta inevitable, pero es que el guion de Keenan Coogler y Zach Baylin tampoco tiene especial interés en jugar al despiste en ese punto.
Aquí lo que importa es que esa sombra del pasado que representa Damian sirve para ir más allá de esa imagen de éxito asociada a Adonis. En todo momento se juega con la idea de un camino paralelo para ambos y que una única decisión llevó a uno a la cárcel mientras que él otro no dejó de ir creciendo desde entonces. Nada revolucionario, pero sí que 'Creed 3' sabe reflejar muy bien eso en imágenes, llegando incluso a tener eco en lo equilibrado que resulta el combate final.
La emoción humana por encima de todo
Tal y como ya apuntaba mi compañero Víctor en su crítica, eso también lleva a que 'Creed 3' tenga un componente dramático muy marcado en temas personales. No es que las anteriores entregas no lo hicieran, sobre toda la primera en lo referente a la relación del protagonista con el personaje interpretado por Tessa Thompson, pero aquí pasa a primer plano, convirtiéndose en la principal fuerza motivadora para su protagonista hasta tal punto que quizá moleste a algunos espectadores.
Por mi parte, sí que noté que era algo esquemática a la hora de abordar ciertas situaciones, pero al final todo procede de la incapacidad del protagonista para exteriorizar sus sentimientos y esa rivalidad con Damian funciona a modo de catalizador para superar ese trauma que ni siquiera todo el éxito del mundo le había permitido superar.
Además, Jordan sabe muy bien cómo orientar su interpretación para que todo encaje y el hecho de que sea extremadamente previsible pase a un segundo plano. Ese factor emocional resulta determinante para ello, como también lo es el hecho de empezar a integrar ciertos elementos sobre el legado, algo que Stallone ya intentó en su momento en 'Rocky 5' con discretos resultados.
Por lo demás, esa influencia del anime en el combate y ciertas decisiones visuales para aislar a los dos púgiles sirven para que Jordan aporte su toque personal desde la puesta en escena y consiga que el clímax tenga toda la fuerza que requiere ese momento.
¿Entonces merece la pena o no?
'Creed' es una saga en la que con cada nueva entrega tengo dudas sobre hasta qué punto realmente necesitamos una película más, pero lo cierto es que hasta ahora siempre ha ofrecido propuestas notables que dan a entender que este filón no está para nada agotado y esta tercera entrega no es una excepción. Mientras sigan así, por mí encantado.
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