‘Cómo entrenar a tu dragón’ fue poco menos que un milagro. Una película en la que todo encajaba y en la que te conquistaban sus personajes, te enamorabas de los dragones, te divertías con su humor, te maravillaba a la vista, te metía de lleno en una gran aventura y te conquistaba el corazón. Una proeza irrepetible.
La segunda entrega fue recibida con algo más de división, pero personalmente también disfruté mucho con ella y estaba deseando ver si Dreamworks conseguía dar una despedida a la altura a la franquicia con ‘Cómo entrenar a tu dragón 3’. Había muchas cosas que podían salir mal, pero finalmente nos han regalado una gran película para dar cierre a una de las mejores trilogías de la historia del cine.
Una amistad maravillosa
Hay tantas cosas que funcionaban tan bien en ‘Cómo entrenar a tu dragón’ que me parece un poco injusto destacar una en concreto, pero creo que este universo jamás hubiera sido el mismo sin crear una amistad tan maravillosa como la surgida entre Hipo y Desdentao. Siempre transmitió una sensación reconfortante que te hacía meterte más en la historia, pero uno puede llegar a crecer junto a otro hasta que llega el punto de encontrar su lugar en la vida.
‘Cómo entrenar a tu dragón 3’ es una película que se plantea dos grandes preguntas. La primera es a nivel narrativo y sirve para encontrar una forma de justificar que los dragones desaparecieran sin dejar rastro de nuestro planeta, pero la que ahora nos interesa tiene una vertiente más emocional. Me refiero a la que durante la campaña promocional de la película se ha calificado como el interés romántico de Desdentao.
Dean Deblois, la gran mente pensante detrás de la saga -aunque en la primera entrega resultase esencial la aportación de Chris Sanders-, es consciente de que tiene que encontrar un equilibrio similar al de la primera parte para hablarnos de ello no como una distanciamiento entre dos grandes amigos, sino el momento en el que Hipo y Desdentao tienen que volar libres.
Eso es algo que en esta ocasión se asocia al amor pero sin dar nunca demasiada presencia a las tramas románticas. En el caso de Hipo se convierte más en un paso necesario hacia el liderazgo de la aldea, mientras que para Desdentao empieza por ser el descubrimiento de que no es el único dragón vivo de su especie. Hay algunos detalles en el guion que podrían haber sido conflictivos en lo referente al modo de manejar a la Furia Diurna, pero saben llevarlos para evitar problemas por ese lado.
Todo encaja en ‘Cómo entrenar a tu dragón 3’
Además, todo aventura necesita algún tipo de villano que ponga las cosas difíciles a nuestro héroe y aquí se apuesta por elevar la amenaza personal: Grimmel, el cazador de furias nocturnas. Ahí la película podría haber ido un poco más allá, porque a veces es más un recurso para avanzar esa aparentemente inevitable separación entre Hipo y Desdentao, pero Deblois nunca deja de lado el peligro que representa y cuando ataca está a la altura de lo que necesita ‘Cómo entrenar a tu dragón 3’.
Tampoco me olvido de la presencia constante del humor, una forma de aliviar la tensión e incluso de hacer avanzar la historia -el modo en el que Grimmel explica a dónde se están dirigiendo los dragones-, pero también parte esencial del ADN de la saga. Uno sufre más por los personajes con los que se ha encariñado y ‘Cómo entrenar a tu dragón 3’ hace bien en recordarlo.
Si acaso puede que haya cierto exceso de personajes en el grupo protagonista y eso dañe ligeramente a alguno de ellos -pienso sobre todo en la madre de Hipo, siempre relegada a un segundo plano-, pero en líneas generales tienen la presencia adecuada e incluso las píldoras suficientes para arrancarnos alguna sonrisa. Algo parecido puede decirse de los dragones, ya que se introduce alguno más a un universo ya de por sí repleto de ellos.
El apartado visual también ha sido siempre esencial en la saga y puede que se haya perdido algo del factor sorpresa, pero ‘Cómo entrenar a tu dragón 3’ sigue resultando gloriosa en este punto. No obstante, donde realmente da el do de pecho es cuando toca llegar a la fibra sensible del espectador durante el tramo final, llevándonos al borde del llanto -o haciéndonos caer directamente en ello- con maestría pero sabiéndose despedir dejando una sonrisa en nuestra boca.
En definitiva, ‘Cómo entrenar a tu dragón 3’ es un estupendo fin de viaje, el cierre de oro que merecía una trilogía que nació como una sorpresa que luego confirmó en la secuela y que aquí se confirma como una de las mejores trilogías de la historia del cine. Así de sencillo.
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