Tras haber roto el normal devenir de este especial de Cómic en cine durante la última semana y un día para poder dar cuenta de todo aquello que nos quedaba por repasar antes del estreno del jueves pasado de la espectacular 'Vengadores: La era de Ultrón' ('Avengers: Age of Ultron', Joss Whedon, 2015) —cuya crítica podéis leer aquí— retomamos hoy el curso de los casi treinta títulos que aún nos quedan para poner punto y aparte a este largo recorrido que comenzáramos a hacer hace dos años.
Y lo hacemos con un título que, situado en las antípodas de las álgidas cotas que revisábamos la pasada semana, pone de acuerdo a la práctica totalidad de los aficionados a los tebeos y al cine cuando han de tacharlo como una de las simas más profundas que ha visitado tanto las producciones cinematográficas basadas en superhéroes en general —aunque, como ya hemos visto muchas veces por aquí, en peores plazas hemos tenido que lidiar— como, sobre todo, los personajes de Marvel en particular.
Potencial desaprovechado
Surgida de forma más que oportunista para aprovechar el impresionante y merecido éxito que el Lobezno de Hugh Jackman había cosechado durante las tres primeras entregas de la franquicia mutante, 'X-Men orígenes: Lobezno' ('X-Men Origins: Wolverine', Gavin Hood, 2009) pretendía ser el arranque de una serie de spin-offs derivados del cuerpo central de las producciones centradas en los hombres y mujeres X que fijaran su atención en un personaje en concreto. Y a nadie se le ocurría mejor manera de empezar que con el mutante por excelencia. Una decisión que, obviamente, fue de todo punto incorrecta.
Paradójicamente, la cinta tenía muchas bazas a su favor para haber podido situarse con holgura como lo mejor que hubiera salido de la saga mutante: un director de personalidad que había logrado gran renombre gracias al merecidísimo Oscar que logró con 'Tsotsi' (id, Gavin Hood, 2005); un reparto aparentemente sólido que sumaba al fornido australiano nombres como los de Charlie Huston, Liev Schrieber o el amado/odiado Ryan Reynolds; y venir producida por Lauren Shuler Donner, responsable de lo que las cintas de la Patrulla-X habían dado de sí hasta entonces eran valores muy a tener en cuenta.
Pero, ay, todo el potencial que la cinta tenía a priori se queda en eso, en potencial, consiguiendo sus artífices que los 107 minutos de metraje sean un despilfarro constante que el guión firmado por Skip Woods y David Benioff —éste último antes de consolidarse como el sólido guionista de 'Juego de tronos' ('Game of Thrones', 2011- )— es incapaz de sostener más allá de su enérgico arranque, quince minutos iniciales en los que, a la postre, se concentra lo único positivo que servidor rescataría de tan deslavazado y a ratos infumable ejercicio fílmico.
A un prólogo ajustado extraído directamente de 'Origin' —la historia con la que Bill Jemas, Joe Quesada, Paul Jenkins y Andy Kubert nos trasladaron a los inicios de Lobezno y que tanto revuelo causó en el fandom allá por 2001— le siguen, primero, unos créditos iniciales espectaculares que por derecho son lo mejor de la proyección y, después, una secuencia de acción con un grupo de mutantes reunidos por un joven William Striker que parece querer afirmar que, a partir de ahí, todo irá a más y mejor.
'X-Men orígenes: Lobezno', equivocado despilfarro
Desafortunadamente, no es así, y si en alguna dirección y velocidad se dirige 'X-Men orígenes: Lobezno' trascendido ese cuarto de hora de arranque es hacia abajo y sin frenos. Responsable de ello, como decía, es un guión que intenta aglutinar tantos elementos que termina por evidenciar su total y absoluta falta de coherencia interna. Dicho de otra forma, que los constantes saltos de aquí para allá que da la acción nunca se sienten como algo natural, más bien lo contrario, resultando una cinta que parece un desproporcionado monstruo de Frankenstein cosido a base de retales muy mal maridados.
A dicha cualidad se une la alarmante carencia de interés que provoca todo lo que se nos cuenta, ya sea porque lo conocíamos previamente —todo lo que atañe al proceso de inserción del Adamantium en el esqueleto de Logan era mucho mejor expuesto en las cintas firmadas por Brian Singer— ya porque la historia se mueve por unos parámetros de preocupante laxitud que no consiguen captar al que se sienta al otro lado de la pantalla; bien por mor de un relato llamado a llenar unos huecos que era innecesario aclarar, bien porque los personajes que para ello se utilizan son desaprovechados hasta decir basta.
En este último sentido no hay ejemplos más claros que los de Masacre y Gámbito, dos mutantes que podían haber elevado muchos enteros la percepción final del filme y que con el tratamiento que se les da —y aquí es imposible destacar a uno sobre otro, ambos sufren sobremanera la dejadez extrema por hacer algo con ellos que valga la pena— exponen con mayor elocuencia que cualquier otra disquisición los muchos males que aquejan a este desangelado producto.
Un talante éste, el de desangelado, bajo el que cabría calificar a todo lo que interviene en el filme, desde un Gavin Hood que no es ni la sombra de lo que nos había dejado creer cuatro años atrás, a un Harry Gregson Williams que menea la batuta y poco más pasando por un metraje inane con escenas de acción mal resueltas —el ataque a la granja y posterior persecución— y, como decía, unos personajes de chiste de los que sólo cabría destacar a un protagonista que queda muy lejos de ser el intencionado justificante que hubiera convertido a la producción en un éxito.
En lugar de ello, el taquillaje estadounidense de 'X-Men orígenes: Lobezno' superó de forma tímida sus muy mal aprovechados 150 millones de presupuesto, y aunque a nivel mundial su recaudación final se situó cerca de los 400 millones, la crítica fue unánime en calificar a la producción como lo que aquí hemos comentado: el segundo momento más olvidable de la franquicia mutante. ¿El primero, decís?, 'X-Men: la decisión final' ('X-Men: The Last Stand', Brett Ratner, 2006), ¿o es que había alguna duda al respecto?.
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