Ya lo comentamos hace unos meses: justo cuando los derechos sobre la primera familia de Marvel a la gran pantalla estaba a punto de expirar, el avispado productor alemán Bernd Eichinger decidió sacar adelante un filme amparado por Roger Corman que, con un escueto —exiguo sería más adecuado— presupuesto de dos millones de dólares, iba únicamente destinado a impedir que Chris Columbus y la Fox se hicieran con la capacidad de adaptar las aventuras de los superhéroes gracias a los 50 millones de dólares que estaban dispuestos a desembolsar.
Jamás estrenada en cines, algo que sus responsables nunca llegaron a saber mientras rodaban, aquél esperpento que fue 'The Fantastic Four' (id, Oley Sassone, 1993) era, pese a todo, una espinita clavada en las aspiraciones cinematográficas de La Casa de las Ideas, y no hacía falta ser adivino para tener claro que, tarde o temprano, Reed, Sue, Johnny y Ben darían el salto definitivo al celuloide. Algo que sucedería en 2005 de mano de la Fox en muy equivocada producción que la productora puso en las poco adecuadas capacidades de Tim Story.
Errores, muchos errores
Muy poco, por no decir prácticamente nada, es lo que funciona en este constante despropósito que es 'Los cuatro fantásticos' ('Fantastic Four', Tim Story, 2005). Y aunque muchas responsabilidades habría que depurar aquí, la primera y principal es la que se derivó de la decisión de la major de colocar en la silla de director a Tim Story por el mero hecho de haber conseguido que una comedieta de tres al cuarto llamada 'La barbería' ('The Barbershop', 2002), que se había financiado con 12 millones de dólares, llegara a recaudar en la taquilla estadounidense 75 millones.
Creer que ese hecho aislado otorgaba a Story la capacidad de manejarse con soltura en una superproducción de 100 millones de dólares es una de esas claras muestras de la idiotez que, en ocasiones, campa a sus anchas por los estudios de Hollywood, y muchas y muy dolorosas muestras da la cinta durante sus 100 minutos de duración que sirven para refrendar la inadecuación del director afroamericano al proyecto: ya no es sólo el aspecto cutre y de telefilme que desprende todo el conjunto, derivado de un diseño de producción acartonado y pobre, sino lo mediocre que dimana de la labor tras el objetivo de Story.
Y como muestra, el botón que es la secuencia en el "puente de Brooklyn", una escena que tardó cinco semanas en completar su rodaje y que es mejor exponente de todo aquello que no funciona en el filme en aquello que tiene relación con las limitadas cualidades narrativas del cineasta, su escueta capacidad de planificación y lo casual que finalmente aparenta ser la que, en manos bastante más hábiles —quién sabe lo que Columbus habría llegado a concretar— se hubiera posicionado como el momento de gran importancia que es la primera vez que los héroes demuestran sus poderes en público.
'Los cuatro fantásticos', una broma de mal gusto
Ahora bien, sería injusto depositar sobre los hombros de Story la responsabilidad de todo aquello que no funciona en el filme cuando resulta obvio, a poco que uno se acerque al mismo, que el guión escrito por Michael France y Mark Frost, la práctica totalidad de las decisiones de reparto o el grandilocuente —y muy equivocado— score de John Ottman son parte muy relevante en lograr que 'Los cuatro fantásticos' sea la broma de pésimo gusto que nos gastó la Fox hace nueve años a aquellos incautos que esperábamos ver trasladados con precisión a los geniales personajes.
De poco o nada valen los pequeños guiños a las viñetas de Jack Kirby cuando a lo que hemos de asistir en el visionado de la cinta es a personajes definidos a destiempo y sin ganas —el arranque de la cinta no podría ser peor y más desvaído de encanto—, a diálogos sonrojantes y situaciones bochornosas y al licuado de un villano tan magno como el Doctor Muerte, que por mor de lo desarrollado en el libreto, se convierte en un payaso cuyo origen, para colmo de males, se liga al de los héroes en lugar de tomar aquél que aparece en las páginas del cómic.
Con Chris Evans como único intérprete consciente de la desproporcionada broma que es todo —muchas de las líneas de diálogo fueron improvisadas por el actual "Capitán América"—, Julian McMahon e Ioan Gruffud en el extremo opuesto del espectro, y Michael Chiklis y Jessica Alba en la misma tierra de nadie a la que se mudan Kerry Washington y Laurie Holden, huelga tener que afirmar si del terreno interpretativo dependiera, 'Los cuatro fantásticos' debería haber cambiado su título por 'Los cuatro no eran fantásticos'...o algo por el estilo.
Pero si hay algo que en última instancia resulta aún más sorprendente que la alarmante mediocridad que marca a fuego la producción es que, apoyándose en la recaudación de 330 millones que el filme logró a escala mundial —154 de los cuales fueron en territorio yanqui—, y haciendo oídos sordos a las duras y muy merecidas críticas que recibió, la Fox tuviera los reaños de dar luz verde a una secuela y, aún más, de volver a poner ésta en manos de un Tim Story que, si bien con algo menos intensidad, demostrará por segunda vez que los superhéroes no eran lo suyo.
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