Embriagado por la emoción de poder escribir "a mis anchas" sobre 'Batman Begins' (id, Christopher Nolan, 2005), olvidaba ayer comenzar la entrada de la primera entrega de la trilogía del hombre murciélago apuntando un dato de esos de los que uno no es consciente hasta que no se ve en la tesitura de preparar un especial sobre Cómic en cine y tiene que hacerse un listado de todas las producciones que, hasta el momento, han acercado posturas entre séptimo y noveno arte. Y ese dato no es otro que el asombroso número de títulos comiqueros que en 2005 llegaron a estrenarse en los cines.
Hasta ocho serán las cintas que, empezando con la citada 'Batman Begins' y acabando con la espléndida adaptación de cierto cómic firmado por Alan Moore y David Lloyd, tendremos la ocasión de repasar durante las dos próximas semanas. Una cifra nada desdeñable que sólo ha sido superada en dos ocasiones por los nueve títulos que se estrenaron tanto en 2010 como en 2011 y que sin duda hablan de forma categórica acerca de la desaforada pasión con la que desde Hollywood y aledaños —que no todo llega del otro lado del charco— se mira al cómic y la narración gráfica.
'Hellblazer', el cómic
Las aventuras ilustradas de John Constantine han sido desde sus comienzos, allá por el año 1988, un reclamo para todo aquel aficionado que quisiera poner algo de magia negra y ocultismo en su vida. Durante trescientas entregas, el malhablado y pendenciero mago vivió todo tipo de calamidades, desde perder a más de un amigo hasta conseguir vencer un cáncer de pulmón gracias a sus habilidades embaucadoras.
Pero la colección cerró sus puertas el pasado año debido a la re-estructuración que el Universo DC hizo de todas sus series. El bueno de John abandonaba así el sello para adultos de la editorial, Vertigo, que lo vio nacer y pasaba a compartir protagonismo con el resto de héroes del universo tradicional. La nueva encarnación ha dejado con un regusto amargo a los fans más ortodoxos ya que el renovado personaje no deja de ser un ente sin chispa y, teniendo en cuenta lo que ha vivido en su primera etapa, bastante descafeinado.
Para todo aquel que quiera sobrellevar el disgusto, nada mejor que recurrir a toda esa primera época en la que Constantine hacía su debut en la entrega 37 de 'The Saga of the Swamp Thing', una primera aparición orquestada por Alan Moore y en la que un sosias del cantante Sting, ataviado con una gabardina, bastante lenguaraz y fumador, le hacía la vida imposible al verdoso monstruo del pantano. Señas de identidad de un personaje que más tarde desarrollaría todo su potencial en esa cabecera titulada 'Hellblazer'.
Por ella serán muchos los autores que han tenido algo que contar y, como dato curioso, la mayoría de ellos han sido británicos: Jamie Delano, Neil Gaiman, Garth Ennis, Warren Ellis, Peter Milligan, Paul Jenkins, Grant Morrison o Andy Diggle. Todos ellos aportaron su granito de arena a una obra cuyos inicios estuvieron cargados de crítica política y social y que gracias a la particular mezcla de terror sobrenatural y drama cotidiano se ganó las alabanzas del lector que se acercara al personaje.
Poco a poco la colección avanzaba y evolucionaba constantemente, creciendo de manera alarmante tanto el tamaño de la amenaza a vencer como el elenco de secundarios, personajes que hacían los relatos muchísimo más interesantes. Decenas de exorcismos, Newcastle, todo tipo de blasfemas criaturas, conjuros, traiciones e incluso el mismísimo Lucifer se dejarán ver por una serie mítica que durante muchos años fue la abanderada de unos cómics para el público adulto, distintos a cualquier cosa que se hubiese leído hasta ese momento.
'Constantine', no tan olvidable
Considerando todo aquello que habría que valorar a la hora de ponderar si una cinta vale o no la pena, siempre me han sorprendido las muchas voces —algunas tan notorias como la del mísmisimo Roger Ebert— que desde el momento de su estreno, hace nueve años, arremetieron ferozmente contra 'Constantine' (id, Francis Lawrence, 2005), la adaptación que la Warner hacía de ese cómic de la línea Vertigo del que largo y tendido os he hablado más arriba.
Vaya por delante que no creo que la cinta dirigida por Francis Lawrence sea una enorme película, pero también que, ya sea en la comparación con algún engendro plasmado en celuloide —y de esos este especial ya ha recogido un buen puñado—, ya teniendo a bien alabar los muchos aciertos de dirección, guión o actores, 'Constantine' queda lejos de situarse en el amplio grupo tanto de malas adaptaciones de cómic, como de pésimos ejercicios cinematográficos o, ya que estamos, de aquellas que se hacen fuertes en ambas cualidades.
Decidiendo no utilizar el mismo título que el cómic para evitar confusiones con 'Hellraiser' (id, Cliver Barker, 1987), muchos son los cambios que los más acérrimos amantes de la serie original se apresuraron a utilizar como piedras con las que lapidar a una cinta que sí, es poco lo que toma prestado de la página impresa, pero que en el intento de configurarse como un ente al margen de ésta, consigue dejarnos dos horas de incuestionable entretenimiento en las que muchos momentos se pueden y deben rescatar.
Entre ellos, y en lo que a dirección, diseño de producción y efectos visuales compete, caben reseñarse las formas narrativas y expositivas de Lawrence, que en su gran mayoría huyen —quién sabe si de forma consciente o no— de lugares comunes en el género de terror apoyándose aquí y allá en soluciones que brillan por su elocuencia y a las que vienen a ayudar las espléndidas decisiones de diseño de producción y efectos que tienen que ver con todos aquellos momentos que nos muestran las criaturas del averno y ese infierno que es reflejo de la ciudad de Los Ángeles arrasada por el fuego eterno.
En lo que al terreno interpretativo respecta, está claro que Keanu Reeves queda muy lejos de ser el irlandés rubio y con cierto parecido a Sting al que respondía originalmente el diseño del personaje de cómic, y con esa lánguida actitud que casi siempre ha arrastrado a lo largo de su trayectoria cinematográfica, es innecesario afirmar que, de lejos, el actor es lo peor de 'Constantine'; sobre todo si se le compara con cualquiera de sus compañeros de reparto, desde la bellísima Rachel Weisz, a unos efectivos Djimon Hounsou o Tilda Swinton, pasando por el genial Peter Stormare o, mira tú que cosas, hasta un simpático Shia LaBeouf.
Y, como dirían en la lengua de Shakespeare, "last but not least", el guión, un libreto escrito a cuatro manos que toma elementos sueltos de 'Hábitos peligrosos', un fantástico arco argumental de la serie de cómics escrito por el irlandés Garth Ennis pero que, como decía, se aleja de la página impresa para ofrecer su propia visión de Constantine y el mundo que lo rodea. En ese esfuerzo, y trazando un personaje central mucho más suavizado que su contrapartida dibujada, Kevin Brodbin y Frank Cappello aciertan más con el relato de esa "guerra" entre cielo e infierno que con el personaje central.
Sin que ello implique que lo que concierne a Constantine revista nulo interés, no deja de ser cierto que lo mejor del filme es aquello que corresponde a los secundarios, reservando la importancia real del personaje encarnado por Reeves para un último acto que, a mi entender, funciona sin fisuras para con el resto del metraje. Que las hay es indudable, que exigirle al filme algo más es como pedir peras al olmo, también. 'Constantine' cumple de sobra su cometido —de nuevo, entretener— y, hablo por mi, es una lástima que lo próximo que vayamos a ver de él tenga que ser en la pequeña pantalla...por muy bien que pueda pintar.
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