Tobe no es el tipo de tío que toma las riendas del asunto. Si surgía una duda y la respuesta no era dada de inmediato, yo tenía que saltar y decir que era lo que se iba a hacer. Tobe entonces asentía y eso se convirtió en el proceso de nuestra colaboración. Steven Spielberg
Debido a una cláusula en su contrato con la Universal, Steven Spielberg no podía rodar dos filmes a la vez, una intención que el antiguo rey Midas de Hollywood atesoraba de cara a poder ponerse tras las cámaras de 'E.T, el extraterrestre' ('E.T. The Extraterrestrial', 1982) y de un proyecto situado, en cierto modo, en muchos de los lugares comunes tratados en la afable cinta sobre la historia de amistad entre el entrañable alienígena y un niño humano. Relegado pues a las labores de productor, que compartiría con sus inseparables Frank Marshall y Kathleen Kennedy, Spielberg eligió a Tobe Hooper como el realizador idóneo para una cinta cuyo historia había escrito él mismo.
Y no hay que ser muy despiertos para darse cuenta que, con la relevancia que comportaba el proyecto para el cineasta, la elección de Hooper, a la luz de las afirmaciones que abren esta entrada, no fue nada casual, y no creo que sea aventurar mucho el afirmar que la maleabilidad del responsable de 'La matanza de Texas' ('The Texas Chainsaw Massacre', 1974) fue decisiva a la hora de que, una vez comenzado el rodaje, Spielberg pudiera hacer y deshacer a su antojo en el set.
Con los dimes y diretes constantes que muchos de los que intervinieron en el filme fueron cruzando tanto durante el rodaje como de cara al estreno y durante años después de éste, resulta complicado determinar a quién le debemos más autoría sobre 'Poltergeist' (id, Tobe Hooper, 1982), si al director que aparece acreditado como tal o a un productor que pasó muchísimo más tiempo del habitual en las sesiones de filmación y cuya mano se deja notar de forma constante más allá del mero hecho de ser, como decíamos, el responsable de la historia y uno de los tres firmantes del guión.
Y aquí todo depende de a quién queramos creer más. Si a aquellos miembros del reparto que afirmaban que Hooper había dirigido el filme o a aquellos otros que alegaban que Spielberg había sido el realizador de facto del mismo. Personalmente, y tras haber visto infinidad de veces este clásico de los ochenta, me inclino más por la opción que tanto Frank Marshall como Zelda Rubinstein o Jerry Goldsmith apuntaban en diversas declaraciones hechas a posteriori, con el primero aseverando al 'Los Angeles' Times' que su amigo "era la fuerza creativa detrás de la cinta", la segunda afirmando que, durante los días que intervino, "el director fue Spielberg...Tobe sólo estaba parcialmente allí' y el compositor de la magnífica banda sonora que luce la producción recordando que "desde el momento en que Tobe no estuvo implicado en la post-producción, las decisiones sobre la forma de aproximarse a la música recayeron sobre Steven".
A conciliar posturas y calmar unos ánimos que habían llevado al Sindicato de Directores a abrir una investigación para determinar si las afirmaciones que Spielberg había vertido podían haber desacreditado a Hooper, vino un carta abierta dirigida a éste último que el responsable de las aventuras de Indiana Jones hizo al 'Hollywood Reporter' y que reproducimos aquí:
Desafortunadamente, la prensa ha malentendido la especial relacíón creativa que hemos compartido con 'Poltergeist'. Disfruté mucho con tu apertura a la hora de permitirme un mayor involucramiento creativo, así como sé que te sentiste a gusto con la libertad que tuviste a la hora de dirigir tan maravillosamente la película. A través del guión aceptaste desde el principio una visión determinada de esta historia tan intensa y, como director, cumpliste de sobra con tu cometido. Actuaste de forma responsable y profesional en todo momento y te deseo lo mejor en tu próximo proyecto.
Generando aún más polémica previa al estreno, la decisión de la Asociación Americana para la Calificación de dotar de una R al filme —un auténtico veneno para la taquilla de cualquier cinta— tan sólo un mes antes de su premiere basándose en lo intenso de sus imágenes, generó airadas protestas por parte de Spielberg y Marshall que, tras apelar la decisión de dicho organismo, consiguió un PG que, la verdad, nunca he logrado entender dado el carácter bastante adulto y atemorizador de mucho de lo que podemos ver en la cinta.
Demoliendo "suburbia"
Sin desmerecer la labor de Hooper, del que no se puede negar que en algún momento suelto de la cinta dejó su impronta, lo cierto es que 'Poltergeist' es un filme Spielberg al 100%, y el discurso que aquí desarrolla el cineasta junto a Michael Grais y Mark Victor juega en consonancia, como afirmaba al comienzo de la entrada, con la atomización de la imagen idílica hacia la familia media estadounidense con la que el se había criado.
Y si en 'E.T.' dicho desmembramiento pasa por presentar a una madre que tira del pesado carro que suponen sus tres hijos sin que nunca se sepa nada del padre de ellos, y se nos dibuja un cuadro similar al que también quedaba perfectamente descrito en 'Encuentros en la tercera fase' ('Close Encounters of the Third Kind', 1978), en 'Poltergeist' el guión trabaja a través de las sutilezas, y no es hasta que uno ha visto varias veces la cinta que comienza a aprehenderse de los innumerables detalles que apuntan hacia la natural disfuncionalidad que campa a sus anchas en el hogar de los Freeling.
Las más sorprendentes, dentro de la estricta moral estadounidense, son las que se derivan del matrimonio interpretado por Craig T.Nelson y JoBeth Williams fumando marihuana en su dormitorio —mientras él lee una biografía de Ronald Reagan y ella un libro de Carl Jung, ahí es nada—, del hecho, dicho de pasada, de que ella tuvo a la hija mayor con tan sólo 16 años o de que, hacia el final, ésta muestre claros signos de ir por el mismo camino que fue su progenitora —atención al "chupetón" que luce en el cuello cuando su novio la deja en casa.
En ayuda de la demolición de la bucólica imagen del suburbio —que es a fin de cuentas la de un estrato fundamental de la sociedad estadounidense— viene a abundar el discurso que dimana de la lectura del filme que centra su atención en la televisión: medio que sirve a los espíritus para contactar con Carol Anne y, en última instancia, puerta al infierno que se desatará en la casa de los Freeling, arremeter contra uno de los pilares básicos de la cultura popular yanqui es una de las grandes osadías de las que sale victoriosa una cinta que, a todas estas capas de contenido suma, por supuesto, un espléndido desarrollo de la vertiente de terror que, en palabras de Spielberg:
(...)es el lado oscuro de mi naturaleza. Soy yo cuando daba sustos de muerte a mis hermanas pequeñas o cuando me imaginaba que había pequeñas criaturas debajo de mi cama salidas de una pesadilla de cualquier cuadro del Bosco. En 'Poltergeist' traté aterrar, pero también divertir...intenté mezclar las risas y los gritos
Y aunque no han sido pocas las voces que a lo largo de los años me he encontrado afirmando lo mal que funciona la vertiente de terror del filme, soy de la opinión que, sin tener que recurrir a muchos golpes de efecto —que alguno hay— y jugando con esos miedos ancestrales que siendo niños todos hemos tenido, 'Poltergeist' funciona a la perfección como vehículo del género en sus primeros visionados, dejando paso a todo el rosario de lecturas que hemos dejado entrever más arriba conforme uno ya no se deja impresionar por dicho semblante y descubre, para su sorpresa, que mucho se puede rascar por debajo del terror.
Gracias a una espléndida labor del equipo de efectos visuales liderado por Richard Edlund —no es por sonar abuelete, pero resulta asombroso lo que se podía hacer hace treinta años con algo menos de once millones de dólares— si hay algo que es obligado destacar por encima de cualquier otra disquisición en el terreno artístico, ya sea esta el magnífico diseño de producción o la efectiva dirección de Hooper/Spielberg, eso es la música de Jerry Goldsmith.
En una década en la que el legendario compositor cuajó muchas de sus mejores partituras, y un año en el que simultaneó 'Poltergeist' con ese adrenalínico score que es 'Acorralado' ('First Blood', Ted Kotcheff, 1982) y aquella magistral primera incursión en la animación que fue 'N.I.M.H, el mundo secreto de la señora Brisby' ('The Secret of N.I.M.H', Don Bluth, 1982), es asombroso la capacidad que el maestro tenía para reinventarse y dar con sonoridades tan espectaculares y apropiadas como las que ostentan sus pentagramas para la presente producción; unos pentagramas que quedan marcados por el tema coral infantil que se asocia con Carol Anne y que, asimismo, logran inusitadas cotas de genialidad en temas como el de la abducción de la niña o los dos clímax con los que se cierra el metraje.
Prolongados a lo largo de los últimos cuarenta y cinco minutos de proyección, y dejando el núcleo de la cinta reducido a su mínima expresión, la concreción de la dupla que es el final de 'Poltergeist' es la que quizás mejor habla de las muchas y atemporales cualidades que atesora el filme. Unas cualidades que por si solas ya consiguen aupar a la película a posiciones que rozan lo sobresaliente y que, aumentadas de forma infame por las varias muertes que rodearon a una saga que a través de sus dos siguientes entregas no haría sino reforzar las inmejorables impresiones que se derivan de éste magnífico título, no albergan lugar a dudas acerca de que estamos ante otro ejemplo más, y ya he perdido la cuenta de cuántos llevamos, de que mucho del cine que se hacía en los ochenta es, a falta de otro calificativo, irrepetible.
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