Desde que se estrenara en 1983, 'Krull' (id, Peter Yates) ha sido uno de los filmes de fantasía de los ochenta que con mayor frecuencia he revisionado. Es más que probable que muchos estéis pensando en estos momentos lo que disfruto fustigándome con una cinta que en su momento fue un fracaso tremendo en taquilla y a la que la crítica de la época trató fatal, pero lo cierto es que, si tuviera que señalar un sólo placer culpable de entre los muchos que se acumulan en mi videoteca, esta fantasía heroica sería la clara vencedora.
Queriendo subirse al carro de un género —el de fantasía— que a principios de los ochenta llenaba las salas norteamericanas de la mano de Spielberg y Lucas, la Columbia andaba como loca en el inicio de la década buscando una cinta con la que hacerse un hueco. Quiso la casualidad que por aquél entonces Stanford Sherman, el que había sido guionista de la serie de 'Batman' (id, 1966-1968) o de 'La gran pelea' ('Any Which Way You Can', Buddy Van Horn, 1980), estuviera moviendo un guión a la búsqueda de una financiación que encontraría de la mano de la major, dando ésta luz verde a la producción en 1981 con una tentativa fecha de estreno prevista para los primeros meses de 1983.
Una de las primeras decisiones de cara a la producción fue que el filme se rodara en Inglaterra, que por aquél entonces disfrutaba de cierto prestigio en el campo de los efectos visuales de mano de nombres como Derek Meddings, un gurú de los trucajes ópticos que, precisamente, se encargaría de los incontables planos que acumula 'Krull'. Añadido a ello, hay que apuntar que los responsables del filme consideraron que contar con actores británicos ayudaría sobremanera a dar credibilidad de cara al público norteamericano a ese mundo de fantasía en el que se desarrollaría la película.

Apoyando esta decisión de contar con artistas británicos fue la elección por parte de Ron Silverman, el productor del filme, de contar con Peter Yates en la dirección. El realizador, que hasta entonces era conocido por filmes como 'Bullitt' (id, 1968), 'Abismo' ('The Deep', 1977) o 'El ojo mentiroso' ('Eyewitness', 1981) abrazaría con fuerza la opción de dirigir una fantasía "dada la libertad que eso implicaba y que no quería encasillarme en los géneros que hasta entonces había tocado".
Con Yates a bordo, la orientación del filme añadió la voluntad del realizador de que en la traslación del guión de Sherman a la gran pantalla se dieran cita el cine de aventuras clásico de Errol Flynn y las influencias de Edgar Rice Burroughs y sus novelas de 'John Carter', unas intenciones que los desorbitados 50 millones de dólares de presupuesto garantizaban —tengamos en cuenta que 'El retorno del jedi' ('Star Wars Episode VI-Return of the Jedi', Richard Marquand, 1983), estrenada ese mismo año, sólo costó 35 millones— ya que la cinta no iba a contar con estrellas de peso que mermaran el uso del dinero.
Tanto fue así, que la producción para la producción de 'Krull' se utilizaron diez platós de rodaje de los estudios Pinewood, incluyendo el famoso "Plató 007", que con sus 5.500 metros cuadrados sigue siendo hoy en día el más grande de que dispone el legendario emplazamiento situado a las afueras de Londres y el de mayor superficie del viejo continente —el más grande del mundo se encuentra en Michigan y tiene unos 42.000 metros cuadrados—.

Como decía, 'Krull' carece de estrellas de renombre, pero eso no quita para que a lo largo y ancho de su reparto encontremos a caras muy conocidas. A la cabeza del reparto un Ken Marshall que acababa de salir de la producción de 'Marco Polo' (id, 1982) y que "siempre había querido interpretar a Robin Hood" por lo que el papel de Colwyn, el heredero del trono de un mundo asediado por las tropas de una malvada Bestia que debe salvar a su amada de las garras del enemigo y de paso, destruirlo, le vino como anillo al dedo. A su lado, una jovencísima Lysette Anthony y la veteranía de Freddie Jones junto a nombres que por aquél entonces no significaban nada como Liam Neeson o Robbie Coltrane.
Recayendo pues todo el peso de la producción en trasladar el mundo de 'Krull' a la realidad, siempre me ha sorprendido que la cinta acusara, ya desde el momento de su estreno, una diferencia alarmante entre las escenas que suceden en exteriores y aquellas que se rodaron en los estudios. La entera responsabilidad de ello recae en Peter Suschitzky, un director de fotografía que, tratando los primeros con una espléndida naturalidad, no supo trasladar ésta a los interiores, "dando el cante" tanto los decorados del pantano o la fortaleza de la Bestia que es irremediable no preguntarse dónde fue a parar el dinero.
Y no, no fue a los efectos visuales, al menos no a todos, mostrando la cinta una clara desemejanza entre algunos de los trucajes visuales —esos dolorosos cromas— y otros, como la inserción de las miniaturas en la composición de los planos, que funcionaban a la perfección. También en la parte negativa cabe destacar el horrendo diseño de la Bestia, que no puede evidenciar más el hecho de ser un "tipo con traje" y que en todas las escenas que sale da un "poquito" de vergüenza ajena.

Debido al gran retraso que la confección de los efectos visuales provocó en la finalización del filme, 'Krull' tuvo que trasladar sus intenciones iniciales de estreno al mes de mayo de 1983, teniendo que enfrentarse en taquilla con grandes éxitos de aquella temporada de verano que, con 'El retorno del jedi' a la cabeza, incluiría títulos como 'Superman III' (id, Richard Lester), 'Octopussy' (id, John Glen), 'Nunca digas nunca jamás' ('Never Say Never Again', Irvin Keshner) o 'Jaws 3-D: El gran tiburón' ('Jaws 3-D', Joe Alves), saliendo perdedora de la liza con todas ellas gracias a una pobre recaudación de poco más de 16 millones de dólares.
Con la dirección de un Yates que no pasa de ser funcional y un guión que en ningún momento trata de ocultar cuáles son las principales fuentes de las que bebe —las mil y una referencias a cierta saga galáctica son demasiado llamativas para pasarlas por alto— sé lo que os estaréis preguntando a estas alturas, ¿qué diantres encuentro en 'Krull' que la hace tan especial? La respuesta más rápida es la que queda justificada al calificar la cinta como placer culpable, una expresión que, en cierto modo, explica sensaciones que difícilmente podrían plasmarse con palabras.
Más allá de dicha expresión, 'Krull' siempre me ha parecido una cinta de aventuras cuyo ritmo y cierto sentido de la épica en la narración de los acontecimientos superan a lo irregular de un conjunto en el que hay mucho contra lo que arremeter, siendo responsabilidad —por momentos única— de James Horner el hacer que la cinta siga emocionando en los reiterados visionados que comentaba al principio.

Cuando se hace cargo de la escritura del score de 'Krull', Horner cuenta con apenas treinta años de edad y poco más de una decena de trabajos bajo su batuta. Es por ello que ya desde los créditos iniciales sorprende, y cómo, la fuerza que el compositor logra arrancar de una entregada London Simphony con un tema que ha quedado para la historia de la música del cine como uno de los mejores que se hayan compuesto en el género.
De gran riqueza temática, poseedor de un bellísimo motivo de amor y con la cabalgada de las yeguas de fuego como momento más espectacular del score —y probablemente de la cinta—, la música de Horner eleva a cotas inimaginables todo aquello que la película no habría alcanzado de no ser por ella, y es gracias a la que sin duda es una de las tres mejores partituras del californiano que 'Krull' seguirá reverberando con fuerza en las décadas por venir, por más que, en otros muchos aspectos, la cinta seguirá envejeciendo y finalmente cayendo en el olvido sin que nadie pueda ponerle remedio.
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Harry Powell
'Krull'en su tiempo me gustó, pero es que tenía 7 añitos cuando la vi. Luego pasó el tiempo y me olvidé de ella. La volví a ver a los 15 o 16 años y las sensaciones ya no fueron las mismas(evidentemente). Hace tiempo que estoy pensando en revisarla(tengo 36 tacos)pero no lo haré porque sé que es una pésima idea. Hay cosas que es mejor dejarlas como están.
Saludos.
j.l.l.deznan
Esta es de esas películas que si no la viste en su momento, es mejor no verla ahora. Y si ya la viste en su momento también es mejor que no la vuelvas a ver y te quedes con ese recuerdo.
rafael.garciagonzale
Para mi es un placer culpable.
Le tengo simpatía porque es un perfecto expnente del cine fantastico de alto presupuesto con el que me crié, aquel engendrado por la dupla Spielberg/Lucas, tiene el saber caracteristico en su fotografía, en la mencionada banda sonora que sigue los modos sinfónicos impuestos entonces por el maestro John Williams, en sus efectos de miniaturas y ópticos, incluido esos rayos de luz generados por rotoscopio del cual abusaban todas las superproducciones de ese tiempo.
Lo más curioso es que aunque recuerdo quedarme fascinado por los anuncios e imágenes de ellas que vi en la monopolista TVE de entonces, no fue hasta hará menos de 10 años que la vi por primera vez, por lo que no puedo achacar mi cariño por el film a "recuerdos de infancia".
astoroth
Está repleta de secuencias inconexas y unos personajes pueriles y llenos de clichés.
Lo único que me gustó aparte de la banda sonora es la secuencia de la araña (que no es que tenga mucho sentido como secuencia, pero la araña, basada en la mitología de Tolkien, me sigue gustando más que la de Peter Jackson).
El resto, puff...muy tonto todo, demasiado enfocado a un público sin exigencias.
El mayor error que tuve fue verla de mayor, porque no la recordaba tan mala.
rufohg
Pues precisamente fue la banda sonora la que me 'forzó' a darle una oportunidad a Krull no hace ni tres años (tenía 26 entonces), y qué decir que no se haya dicho arriba ni en los comentarios... Excepto que me encantó. Es una bizarrada como la copa de un pino -me refiero a la mezcla invasores extraterrestres/mundo fantástico/bestias aterradoras, deliciosamente simple, llena de clichés y toda la pesca, pero entretenida como pocas. Hay que verla bajando el listón, si, pero se sigue pudiendo disfrutar mucho. Me llama la atención que critiqueis al monstruo cuando, aun siendo evidente el marcado factor 'tío disfrazado', su diseño consigue incomodarme aun siendo yo un adulto. La incoherencia en la fotografía de interiores para mi añade puntos a la atmósfera, cayendo en el 'uncanny valley' de la misma forma que lo hacen aquellas criaturas animatrónicas de latex ochenteras e incluso esos efectos visuales (cromas dolorosos, rayos de rotoscopio...) En fin, un encanto de pelicula, genial dentro de su mediocridad, verdadero placer culpable. Y por volver a cerrarlo con Horner (que por cierto, ya había descubierto su Parabará en La Ira de Kahn el año anterior, y dado buen uso en Brainstorm), es increible de qué forma se puede salvar una película. Ahora, lo que pasa es que es la BSO la que escucho cientos de veces -coincido, una de sus tres o cuatro mejores-, sin haberle dado nuevas oportunidades a la película: uno de los extraños casos de película mala con BSO realmente excepcional.