En los doce años que nos separan hoy del estreno de 'Amanecer de los muertos' ('Dawn of the Dead', 2004) y en virtud de las seis producciones en las que se ha visto implicado, Zack Snyder ha pasado de ser el más que interesante y prometedor cineasta que era capaz de superar a George A.Romero en su visión de un mundo asolado por zombis, a ser calificado por las voces más enfervorecidas como un realizador visionario, poco menos que un artista tocado por la gracia divina.
Obviamente, tanto fervor es incapaz de ocultar que, salvo la espléndida '300' (id, 2006) y la muy reivindicable adaptación de 'Wacthmen' (id, 2009), el resto de la filmografía de Snyder se mueva entre lo olvidable de su cinta animada con búhos, lo muy, pero que muy irregular de su aproximación al último hijo de Kripton o lo directamente infumable de ese ejercicio titulado 'Sucker Punch' (id, 2011) que mi compañero Alberto calificaba —con gran acierto— como onanista.
A la carrera
Una de las primeras diferencias que llama poderosamente la atención entre remake y producto original es la decisión de Snyder de hacer que sus zombis se hicieran eco de lo que habíamos visto dos años antes de manos de Danny Boyle en '28 días después...' ('28 Days Later...', 2002), esto es, que los muertos vivientes no fueran esas lentas criaturas que hasta entonces se habían asociado al sub-género del terror inventado por Romero, sino furiosos seres capaces de correr para atrapar a sus presas.
Impregnándose de dicha furia, la dirección de Snyder durante el prólogo que precede a los créditos es toda una declaración de principios acerca de lo que vamos a poder asistir durante el resto de la función, clavando el cineasta al espectador en la butaca con una realización enérgica y directa que no se arredra lo más mínimo en mostrar la brutal y hemoglobínica violencia que se deriva de los salvajes ataques de los zombis.
A dicha energía añade Snyder ciertos apuntes que, a la postre, son los momentos que más se terminan recordando toda vez acaba la función y uno repasa mentalmente lo mejor que ha dejado ésta. El primero, por el fuerte contraste que plantea con lo que habíamos visto pocos minutos antes, esa panorámica que, aprovechando el formato, muestra el infierno en el que se ha sumido en breves instantes lo que había sido una bucólica y típica zona residencial estadounidense.
'Amanecer de los muertos', cuestión de escala
La intensidad con la que esa imagen golpea al espectador, que todavía está intentando apaciguar su ritmo cardíaco después de haber asistido al feroz despertar que la historia reservaba a Anna, la protagonista encarnada por Sarah Polley, es refrendada una y otra vez cada vez que Snyder aleja su objetivo del entorno inmediato del reducto de protagonistas y se lo lleva, bien a varias decenas de metros por encima, bien a varias decenas de metros desde la distancia.
El resultado en ambos casos es de similar contundencia visual, mayor si cabe en esos planos aéreos que, aumentando la escala, nos permiten apercibirnos del caos que se desata en la Tierra cuando los muertos vuelven a caminar sobre su superficie —asombroso es, no cabe duda, aquél que muestra al coche arrollado por un camión y estrellándose contra la gasolinera— y que, en contraste y superposición con el resto del filme, posicionaban a Snyder en su debut como un cineasta a tener muy en consideración.
Obviamente, si de lo que estuviéramos hablando fuera de un puñado de planos sueltos, por muy efectivos que éstos pudieran resultar no cabría tachar a 'Amanecer de los muertos' como lo mejor que ha salido de la firma del director —a la espera, claro, de ver qué pasará esta misma tarde con el cruce de superhéroes de DC—, algo que es posible sentenciar gracias a que el resto del metraje es una constante muestra de espléndido cine de terror por más que, aquí y allá, se recurra a los inevitables golpes de efecto.
Prescindiendo de éstos, el "malrollismo" que envuelve la cinta —mención especial merecen la mujer que llega enferma y el alumbramiento—, el tono de paranoia constante que impregna las acciones de los personajes, el buen hacer de la totalidad del reparto y la variedad que ofrecen los revocecos del centro comercial donde se desarrolla la mayor parte de la acción hace que se disculpen cuestionables decisiones de guión como lo del perro, que podría haberse resuelto de otra forma.
Con todo, el trabajo de James Gunn en estas lides y la forma en la que reinterpreta y modifica las claves en las que basó Romero su nada velada crítica a la sociedad de consumo —lo de que la acción tenga lugar en el exponente máximo del capitalismo que son los centros comerciales no es azaroso, ni mucho menos— para ofrecerlas a un público tan diferente como el del nuevo siglo, se unen a la precisión con la que maneja los arquetipos en los que cabe clasificar a todos los personajes.
Sin que ello suponga la traba en que podría haberse convertido en manos menos hábiles que la suyas —y no hace falta sacar a colación a ciertos héroes de Marvel para dar cuenta de los sólidos modos en los que Gunn escribe, ¿verdad?—, la combinación entre guión, dirección, actores y hemoglobina por doquier hace de 'Amanecer de los muertos' un vehículo memorable para los amantes del género. De hecho, uno de los más memorables que han protagonizado los muertos vivientes.
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