Ciencia-ficción: 'Starfighter: la aventura comienza', simpática iteración

Ciencia-ficción: 'Starfighter: la aventura comienza', simpática iteración

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Ciencia-ficción: 'Starfighter: la aventura comienza', simpática iteración

Sus efectos, y la clara influencia sobre el cine de ciencia-ficción y fantasía de la época, llevaban tiempo dejándose notar en la industria cinematográfica a nivel mundial. Pero desde que en 1983 George Lucas daba cierre a su primera trilogía galáctica, la insistencia a uno y otro lado del charco por trasladar a los espectadores al otro confín del universo de la mano de personajes que pudieran sentirse cercanos, comenzaba a ser harto preocupante hasta el punto de que los chavales de la época empezábamos a mirar con recelo cada nueva incursión del género en esta muy explorada vertiente.

No fue así, al menos no en lo que guardaba del recuerdo de su primer visionado, con 'Starfighter: la aventura comienza' ('The Last Starfighter', Nick Castle, 1984), acaso porque la cercanía con 'El retorno del Jedi' ('Star Wars: Episode VI - Return of the Jedi', Richard Marquand, 1983) todavía no había dado lugar a la superabundancia que encontraríamos años después y porque, debido a ello, las ansias de los que habíamos vivido con intensidad las aventuras de Luke, Han y Leia por dejarnos transportar a mundos lejanos superaban con mucho a nuestro incipiente juicio crítico.

'Starfighter: la aventura comienza', descarado calco

Starfighter 1

Desde las primeras notas del tema principal compuesto por Craig Safan —el resto del score se mueve por texturas que se alejan del talante sinfónico de lo escrito por John Williams—, la sensación que transmite 'Starfighter' es la de familiaridad. Una sensación que se torna algo incómoda en ciertos momentos y que termina dejando translucir el que el guión escrito por Jonathan R. Betuel bebe de forma poco sutil de la fuente que supone la práctica totalidad del libreto de 'La guerra de las galaxias' ('Star Wars', George Lucas, 1977).

Tenemos, pues, a un joven cuya existencia está atada a su madre, al poco provechoso trabajo que se ve obligado a hacer en el apartado lugar en el que viven y que sueña con una vida muy diferente que le lleve a grandes propósitos. Tenemos también a un mentor algo viejo y excéntrico dispuesto a mostrarle a nuestro héroe hasta dónde llega el alcance de su innato talento para pilotar y destruir naves. Y, por supuesto, a un malo, muy muy malo, traidor a las fuerzas del bien representadas por la Liga Rylan Star cuyo único afán es dominar la galaxia. ¿Familiar, verdad?

Starfighter 2

Bajo este esquema, que huelga decir responde punto por punto a los principales hitos argumentales de la historia de Luke Skywalker, la originalidad de 'Starfighter' reside en hacer que el chaval protagonista sea un terráqueo que lleva una vida infeliz en un parque de caravanas y que pasa las horas muertas jugando a una de esas "maquinitas" tan características de los años ochenta; que el Obi-Wan de turno sea el inventor de dichas recreativas en un afán por encontrar a lo largo del universo a aquellos con aptitudes para plantarle cara al imperio Ko-Dan y que la acción se desarrolle a caballo entre la Tierra y el otro confín del universo.

Potenciando el humor y la ligereza sobre otras consideraciones —el sentido del drama de la cinta es NULO—, si hay algo por lo que 'Starfighter' es más recordada que por ser tan obvia copia de quién es, eso es el hecho de que fue una de las primeras películas de los años ochenta en introducir gráficos generados por ordenador de forma masiva, contando con casi 27 minutos de metraje en los que, escenarios y naves que normalmente habrían sido miniaturas más o menos afortunadas fueron sustituidos por modelos digitales que, en aquél momento, nos dejaron con la mandíbula a ras de suelo.

Starfighter 3

Vistos hoy, hay que admitir que los efectos visuales de 'Starfighter' han envejecido notablemente bien, al menos mucho mejor que el resto de una cinta que, sin llegar a poder ser calificada como serie B de forma plena debido a su presupuesto de 15 millones de dólares —para que os hagáis una idea, Cameron rodó ese mismo año 'Terminator' ('The Terminator', 1984) con sólo 6 millones—, raya constantemente en la personalidad que se asocia al cine de limitados medios económicos de la década.

Responsables directos de ello son unas actuaciones lamentables —salvaría, quizás, al siempre simpático Robert Preston—, una dirección con muy pocos argumentos y, por supuesto, un guión que, más allá de lo ya comentado, es un cúmulo de clichés, diálogos lamentables y situaciones que provocan vergüenza ajena —atención, por favor, a todos los habitantes del parque de caravanas...no tienen desperdicio—. El resultado de tanta mediocridad evita que 'Starfighter: la aventura comienza' se sitúe a la altura de otras "hijas" de los ochenta, quedándose en ese inmenso grupo de películas de la década a las que uno tiene un cierto cariño imposible de racionalizar.

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