Considerando que sólo la he visto en dos ocasiones y que el irregular recuerdo de ambas —la primera el día de su estreno hace veintitrés años en una tarde que hice doblete con el 'Peter Pan' de Disney, la segunda, dos años después en VHS— quedó suplantado por el que han ido dejando en los últimos once años las diversas revisiones que le he hecho a la edición especial; me vais a permitir que sea de ésta de la que hablemos hoy por cuanto aquél esperpento que se estrenó en cines era un engendro mutilado prematuramente antes de nacer por las infinitas dificultades que envolvieron a la tercera parte de la saga iniciada por Ridley Scott en 1979.
De hecho, sirvan las siguientes líneas para hacer breve referencia a algo de lo que ya se ha hablado hasta la saciedad en las dos últimas décadas: el cómo la Fox quiso ejercer tanto control sobre el proyecto que al final se le fue de las manos; el cómo la cinta, tras un tratamiento previo de Vincent Ward —que por mucho que fuera fascinante no dejaba de ser "una ida de olla"— comenzó a rodarse sin guión ni reparto definitivo; el cómo el rodaje fue un auténtico calvario para David Fincher por cuanto cada día comenzaba sin libreto o con páginas sueltas re-escritas de forma apresurada la noche antes y el cómo terminó el cineasta desentendiéndose de todo cuando la productora no le permitió acceder a la sala de montaje en el año a lo largo del que se extendió el proceso de edición.
Todas estas circunstancias, y muchas más que me dejo en el tintero —lo mejor que podéis hacer si queréis enteraros de mucho, aunque no de todo por cuanto Fincher no quiso participar en él, es ver los documentales que acompañan a la edición en Blu-ray— convirtieron a 'Alien 3' (id, David Fincher, 1992) en un filme tocado y hundido antes incluso de que la crítica y el público tuvieran la oportunidad de clavar en él sus afiladas garras y hacer jirones de forma indiscriminada con dos horas que, para qué engañarnos, eran un auténtico desastre.
Prolegómenos de un GRAN cineasta
Es por ello que, en lo que a analizar el filme respecta, prefiero acercarme a una edición mucho más coherente desde casi cualquier punto de vista que uno quiera tener en cuenta, empezando por un guión que no es un monstruo de Frankenstein deslavazado e inconexo y que explica mejor y de forma más racional el capítulo que debería haber cerrado la historia de Ripley, y terminando en una dirección que brilla mucho más en los lugares dónde debe hacerlo y que no se descuartiza de forma inmisericorde por una edición que la convertía, en su versión cinematográfica, en un ejercicio complicado de soportar.
Alejándose de esa negra sombra, las dos horas casi y media en las que se prolonga la edición especial de 'Alien 3' ofrecen una cinta digna —bastante digna, de hecho— que, en términos cinematográficos, nos sirve para asomarnos en condiciones a los primeros pasos cinematográficos de un director que, tres años más tarde, nos "volará la cabeza" con el filme por el que, hoy, cuatro lustros después, sigue siendo más reconocido aun atendiendo una trayectoria posterior tan fascinante como impecable.
Bajo las condiciones que tuvo que soportar durante el rodaje, que resulta complicado o harto difícil rastrear en 'Alien 3' al responsable de 'Seven' (id, 1995) o de cualquiera de sus filmes es tan obvio como el hecho de que mucho de lo que Fincher plantea aquí, sobre todo en términos de acción, podría asociarse al bagaje previo del mundo del videoclip con el que desembarcaba en la producción. Potenciada sobremanera por una fotografía opresiva que juega muy a favor de construir la atmósfera pero poco en lo que a claridad narrativa se refiere, dicha trayectoria se traduce en unas secuencias poco agraciadas en las que no pocas veces resulta complicado adivinar lo que está sucediendo.
Caracterizadas por la cámara subjetiva que nos coloca en el punto de vista del xenomorfo —que con su diferente diseño deja claro que la morfología de los aliens depende del cuerpo donde se gesten—, las secuencias de acción son lo más característico de 'Alien 3' y, al tiempo, lo que más fácilmente puede alzarse como fundamental traba a la hora de valorar dicho sesgo de la producción. Una producción que, de forma muy similar a aquella que lo originó todo, se aleja de los enérgicos postulados con los que James Cameron caracterizó a la segunda entrega y que, a mi parecer, encuentra su mejor baza en el microcosmos que aquí se construye. (en el próximo párrafo, spoilers a mansalva)
'Alien 3', un final poco digno
Habitado por convictos que decidieron quedarse y abrazar la religión —idea ésta última derivada del tratamiento que Vincent Ward había dado al filme—, la factoría de fundición que es el planeta prisión Fiorina "Fury" 161 bebe tanto de la Nostromo original como del LV-426 de la primera secuela, separándose al mismo tiempo de ambas para adquirir una fuerte personalidad propia que sirve de perfecto y desolador marco al discurso hasta cierto punto nihilista que abraza 'Alien 3'. Un discurso que arranca con dos fallecimientos, se desarrolla con la parca sesgando vidas a placer y finaliza con el muy simbólico deceso de la mártir a lo Juana de Arco en la que se convierte la Ripley rapada.
Puntualizadas dichas connotaciones religioso-filosóficas por el carácter elegíaco y en no pocos momentos sacro del muy original score compuesto por Elliot Goldenthal —asombroso como mezclaba aquí el músico sonoridades tenebrosas extraídas a los registros más graves de los metales con la ampulosidad orquestal de, por ejemplo, la escena final—, 'Alien 3' se apoya además, y se apoya de forma bastante precisa, en un reparto que, contra todo pronóstico, encuentra más allá de Sigourney momentos para la celebración en unos espléndidos Charles Dance y Charles S.Dutton.
En su edición especial, reitero, no cabe duda de que 'Alien 3' no es el cierre que sus antecesoras merecían, y las sensaciones que dejó su primer visionado como capítulo final de la franquicia, fueron tan encontradas como mediocres. Pero, con todo, sí es un cierre mucho más adecuado y sólido que la patochada infumable e imposible que la Fox se sacaba de la chistera cinco años más tarde, resucitando a Ripley en una cinta de la que, obviamente, ya hablaremos a placer dentro de unos meses cuando le llegue el turno en el presente ciclo.
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