El proceso a la hora de elegir al director que va a encargarse del inicio de una franquicia superheroica es desconcertante, ya que uno no sabe por dónde va a salir la productora en cuestión. Sin embargo, si tengo que atreverme a ofrecer la fórmula más común, creo que es la siguiente: Un director prometedor que ya ha destacado con uno o dos títulos (últimamente también sirve la televisión), pero que no tiene una carrera muy asentada dentro del cine comercial. Así salen bien parados ambos, ya que los productores se aseguran tener a un cineasta con talento a un precio razonable, mientras que los directores consiguen un proyecto que solidificará su carrera en Hollywood si no acaba siendo un sonado fracaso.
Todo esto fue el caso de Warner y Christopher Nolan cuando llegaron a un acuerdo para relanzar las aventuras de Batman en el cine en enero de 2003. Nadie tenía muchas esperanzas en el proyecto por aquel entonces, ya que la pésima ‘Batman & Robin’ había herido de gravedad la carrera cinematográfica del personaje en 1997, pero los superhéroes volvían a estar de moda y Warner no iba a desaprovechar a uno tan jugoso como Batman.
Por su parte, Nolan, tomando el ‘Superman‘ de Richard Donner como modelo a seguir, quiso alejarse de los acercamientos previos de Tim Burton y Joel Schumacher para ofrecer una visión de corte realista que explicase a fondo los orígenes del personaje, algo apenas esbozado en ‘Batman’. Eso sí, era consciente de que el público no tenía demasiado interés en ver otra película sobre este superhéroe, por lo que consiguió que la Warner contratase a un reparto de mucho nivel para que la gente viese con otros ojos el proyecto. Y vaya si le salió bien la jugada a Nolan.
El Batman de Christopher Nolan
Uno de los grandes problemas del cine de superhéroes es querer dar a todas las adaptaciones un acercamiento similar a los que han demostrado ser rentables, ya que cada personaje tiene unas características bien diferenciadas sobre cómo puede aprovecharse todo su potencial. Ahí encontramos uno de los grandes aciertos a la hora de cómo abordar al dúo Batman/Bruce Wayne. El primero de ellos, por mucho que casi suene a menosprecio, es que Batman es el justiciero urbano definitivo, un tipo de personaje muy empleado en el cine durante la los años 70 y 80 del siglo pasado. La pega es que los justicieros quedaron reducidos a hombres queriendo vengar muertes aleatorias, importando poco si era un familiar directo o el vecino del quinto piso.
La venganza era lo único sobre lo que giraban esas películas, siendo algo que las hizo tan monótonas que hablar de ‘Batman Begins‘ como una de ellas puede parecer un insulto, pero nada más lejos de la realidad. No sé si recordaréis que al hablar de ‘Memento‘ decía que era la película de justicieros urbanos definitiva, ya que me resultaba imposible concebir la idea de que usando una persona normal pudiera conseguirse algo más sustancial. La cosa cambia si hablamos de alguien tan peculiar como Batman, el superhéroe que realmente no lo es, sino que cuenta con tal riqueza económica que puede permitirse unos gadgets que dejan en ridículo a los de James Bond. Este punto es una de las claves a la hora de querer dar una visión más realista del personaje, y Nolan no lo esquiva en ningún momento en ‘Batman Begins’
Uno de los aspectos clave fue que Nolan prefirió evitar los villanos de corte fantástico en su trilogía sobre el personaje que pronto llegará a su fin con ‘El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace‘, pero es aquí donde esos enemigos son más humanos que nunca: Un líder de una organización criminal, un importante mafioso y un demente que usa el poder de las drogas para vencer a sus rivales. Una superhéroe de verdad podría acabar con cualquiera de ellos en cuestión de minutos o nos sentiríamos estafados sobre lo que vemos en pantalla, pero Nolan da una importancia capital a la combinación de ser los primeros pasos el héroe (en otros casos ya estarían enfrentándose a algún supervillano aparentemente invencible) con las limitaciones de sus, por así llamarlos, poderes.
Es obvio que en ‘Batman Begins’ hay dos partes bien diferenciadas. En la primera se nos cuenta el adiestramiento de Bruce Wayne por parte de Henri Ducard (estupendo Liam Neeson) para poder llegar a ser Batman. Aquí Nolan vuelve a aprovecharse de la fuerza opresora de los grandes parajes helados, reincide en el uso de los planos cerrados y vemos cuál es su apuesta personal a la hora de rodar las escenas de acción: La confusión. Muchas quejas hubo sobre el hecho de que simplemente Nolan no sabía rodar este tipo de momentos, pero es obvio que no se debe a ser un inútil, sino a su intento de trasladar al espectador lo que los enemigos de Batman han de sentir: No saber lo que te está atacando, ni tampoco cómo lo hace.
Hasta ahora, Nolan había usado este recurso a través de alterar la narrativa convencional (también presente aquí, pero de una forma mucho más convencional), pero aquí es a través del montaje de varias secuencias de acción donde juega con nosotros. Puede gustar o no, pero no es cuestión de estar mal hecho per se, sino a una apuesta personal que puede no haber logrado lo que buscaba, o haberlo hecho de una forma un tanto problemática. De hecho, Nolan renunció a la posibilidad de usar una segunda unidad para rodar determinadas escenas, ya que quería que toda la película mantuviera una consistencia según su visión del personaje, así que no dudó en estar presente en el rodaje de todas las escenas.
Por mi parte, creo que el problema con las escenas de acción está lejos de ser tan grande, ya que únicamente resulta un tanto molesta en un momento de la segunda sección de ‘Batman Begins’: La persecución al Batmóvil, ya que el uso de este recurso resulta innecesario dada la propia tecnología del vehículo para pasar desapercibido. Por lo demás, en esta segunda mitad de la película también abundan los planos cerrados (tónica habitual en su director) y la necesidad de mostrar a Gotham como un lugar decadente y peligroso, así que no procede que haya momentos de preciosismo visual típico, por lo que los estupendos efectos visuales no están encaminados al mero impacto de los ojos del espectador, sino a reproducir una ciudad en sus horas más bajas. De hecho, Nolan usó ‘Blade Runner’ como referente a la hora de explicar a los implicados el look del que quería dotar a la película. El parentesco final es más discutible, pero sí que se nota en determinadas secuencias.
La clave de la segunda mitad de la función es seguir manteniendo a Bruce Wayne como un personaje relevante al mismo tiempo que Batman aparece realmente en escena para salvar a todos. Y es que a Nolan le interesa mantener la vigencia de ambas caras para que así conseguir una evolución que emparenta lo que hace con el justiciero urbano en ‘Batman Begins’ con lo que ha hecho la serie ‘Dexter’ con el psychokiller: Limar su aspecto negativo a través de la eliminación de su irracionalidad. Hacen cosas censurables moralmente, sí, pero con un código moral que el espectador puede entender y hasta secundar. Y el éxito es total en esta apartado, al conseguir que el héroe (y justiciero urbano) mantenga intacta su humanidad pese a la evidente obsesión que sirve como base para sus heroicidades. Batman no es un superhéroe, y Nolan muestra a la perfección y con suma facilidad las oscilaciones del personaje entre multitud de facetas que aún tendrá que expandir en ‘El Caballero Oscuro’.
El brillante reparto de ‘Batman Begins’
Una elección vital era la del actor encargado de convertirse en Bruce Wayne/Batman, ya que era por ahí por donde comenzaba la posibilidad de recuperar el aprecio de un público que no sólo no quería saber nada del personaje, sino que encima había tenido que soportar por el camino ese horrendo spin-off que fue ‘Catwoman’. El proceso fue bastante extenso hasta llegar a una batería final de candidatos en la que estaban Christian Bale, Jake Gyllenhaal, Billy Crudup, Joshua Jackson, Hugh Dancy, Eion Bailey y Cillian Murphy. Se ve que el gran favorito era Gyllenhaal, pero Bale estuvo tan bien en su audición que no hubo discusión posible. Ya teníamos al nuevo Batman que se enfrentaba al mismo tiempo al reto de hacer olvidar la mera existencia del de George Clooney en ‘Batman & Robin’ y la difícil tarea de superar al Michael Keaton de las dos entregas dirigidas por Tim Burton.
Christian Bale es conocido por meterse de forma extrema en sus papeles, algo que hizo que no dudara lo más mínimo en aceptar el reto físico que le supuso tener que recuperar peso y ganar masa muscular en un tiempo récord tras el destrozo que había hecho con su cuerpo para rodar ‘El Maquinista’. De hecho, ganó peso en exceso y tuvo que acabar perdiendo varios kilos poco antes de comenzar el rodaje. Esa determinación es algo que se nota en una actuación que no ofrece tantas diferencias entre su yo humano y Batman, ya que es alguien con una herida interior cuyo único fin es acabar con ese mal que le atacó de forma directa de pequeño. Una de las cosas más comentadas sobre el trabajo de Bale siempre ha sido el hecho de alterar su voz para lograr un efecto más contundente cuando está embutido en el traje de Batman, en un recurso que no parece tanto una forma de evitar ser reconocido como Bruce Wayne, sino una forma de exacerbar su necesidad de que los villanos lo teman.
Es obvio que estamos ante otro personaje cuyas acciones están motivadas por una obsesión irrefrenable, pero aquí Bale ha de ejercitar su capacidad para fingir ser un millonario excéntrico y así desviar las sospechas sobre él. Bale roza la perfección en el momento concreto que la película destina a tal fin, y es que es cierto que ‘Batman Begins’ es una película oscura, pero sigue habiendo espacio para ligeros alivios cómicos aquí y allá que funcionan a las mil maravillas para que el exceso de trascendencia no acabe hiriendo al resultado final. Por lo demás, Bale impone como Batman y difícil se me hace la idea de que alguien lo supere en ese apartado, mientras que como Bruce Wayne logra transmitir sus heridas emocionales a la par que una moralidad intachable por muy justiciero urbano que sea.
Siempre he creído que hay que cuidar con mimo a los villanos de toda función, ya que en la credibilidad de su despiadado hijoputismo reside la capacidad del héroe en conseguir la empatía del público. Eso sí, no es recomendable dejar que se adueñen de la función como pasó en los dos acercamientos de Tim Burton al personaje, algo que aquí se ataja sin problemas. ¿La clave? Repartir su peso específico en el relato a través de la creación de diferentes escalafones de maldad, y con sorpresas por el camino. Ya sé que hablar de spoilers a estas alturas le puede resultar una tontería a algunos, pero por ello prefiero aludir de forma directa al gran villano final (inmejorable en un papel que estuvo cerca de ir a parar a Guy Pearce).
No obstante, la cosa cambia en los casos de Tom Wilkinson y Cillian Murphy. El primero rezuma autenticidad como capo de la mafia y primera etapa en la lucha contra el mal de Batman (estar por encima de los meros humanos), mientras que el segundo, al que Nolan ofreció el papel tras quedar impresionado por su audición para el papel protagonista, aprovecha su magnética mirada y su llamativo rostro para no caer en excesos innecesarios como el Espantapájaros, villano de segunda al que es fácil contener tras conocer sus métodos (de ahí que en el comienzo de ‘El Caballero Oscuro’ sea detenido con tanta facilidad).
El resto de personajes tiene una importancia menor en el relato, pero son básicos tanto para conocer más detalles de la personalidad del protagonista como para que ‘Batman Begins’ sume puntos extra por el notable trabajo de todos ellos. Por ejemplo, el Alfred de Michael Caine es un ejemplo de lealtad total hacia su jefe (algo similar a lo que sucede en el caso de Morgan Freeman, pero con una relación más de igual a igual entre ellos), algo que curiosamente se trasladó a la vida real, ya que Caine, que sabe combinar magistralmente la elegancia con el servilismo, ha trabajado en todas las películas que Nolan ha realizado con posterioridad a la que nos ocupa. Por su parte, el caso de Gary Oldman es más peculiar, ya que es la encarnación de la humanidad de a pie (el único policía honrado en Gotham), aquella con la que el espectador puede conectar con mayor facilidad, por lo que sorprende que Nolan se decantara por alguien principalmente conocido por sus roles como villano, pero, tras la negativa de Chris Cooper a aceptar el papel, creyó que sería un giro refrescante en la carrera de un Oldman que exprimió al máximo lo que el personaje le ofrecía.
Sin embargo, no faltaron los que encontraron un pequeño lunar en un reparto de lujo que se toma muy en serio su cometido: Katie Holmes como Rachel Dawes, el único personaje relevante que Nolan se sacó de la manga tras llegar a la conclusión de que no iban a poder desarrollar el personaje de Harvey Dent en ‘Batman Begins’ tal y como se merecía. Y es que Holmes hasta se llevó una inmerecida nominación a los Razzie por su trabajo en ‘Batman Begins’, pero aquí entra de nuevo en escena las dificultades de Nolan por crear un personaje femenino fuerte. Es cierto que Holmes cuenta con ciertos momentos para lucirse (sobre todo cuando echa algo en cara al protagonista), pero también que el guión no termina de decantarse sobre la necesidad de estrechar los lazos sentimentales entre ella y Wayne, quizá por la relativa poca pericia de Nolan para contar historias de corte amoroso con suficiente emocionalidad, pro es ahí donde el personaje pierde interés y Holmes se limita a hacer lo que puede con el mismo.
En definitiva, ‘Batman Begins’ es una grandísima visión cinematográfica de Batman en la que Christopher Nolan sigue fiel a unos principios que lo llevan a alejar a su protagonista de ser un superhéroe al uso, ya que, en realidad, no lo es. Y es que Nolan consigue que el denostado personaje del justiciero urbano se redima aquí al no tener reparos en presentarnos a Bruce Wayne/Batman como tal, pero con unos matices que lo alejan de forma notable del rol que inmortalizó Charles Bronson. Además, un reparto de lujo y un guión perfectamente atado convierten a ‘Batman Begins’ en una de las mejores películas del cine contemporáneo que encima permitió a Nolan apostar por un proyecto más pequeño, pero con muchas más conexiones con sus principales obsesiones, como ‘El Truco Final (El Prestigio)‘, la siguiente parada de este especial.
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