El final de 'La casa de papel' ya está disponible para toda persona que quiera saber cómo se soluciona el robo del Banco de España. La andadura de la serie en Netflix ha concluido tras 26 episodios adicionales que parecían impensables cuando su etapa en Antena 3 concluyó con unas audiencias que invitaban a pensar que eso era la última vez que veríamos a la banda del Profesor.
Sin embargo, ocurrió un milagro con su llegada a Netflix, pues se convirtió en todo un fenómeno mundial que llevó a la plataforma a resucitar la serie. La adrenalina no tardó en convertirse en el principal reclamo de esta nueva etapa, hasta el punto de que seguro que no fui el único que acabó un tanto saturado. Por suerte, estos cinco últimos episodios han recuperado la mejor cara de 'La cara de papel' para darle un estupendo final que ya veremos cuánto tiene de definitivo.
He evitado hacer cualquier mención directa a algún spoiler de los últimos cinco episodios de la serie, pero de antes de eso sí habrá algo.
Enderezando el rumbo
La verdad es que era difícil ir a más tras la muerte de Tokio al final de la primera parte de esta quinta temporada. Sí, se podría haber optado por la sobreacumulación cadáveres -es lo que tocaba si se quería ir a más y hasta yo mismo pedía varias muertes- para potenciar el impacto emocional que eso tuviera en el espectador, pero el equipo liderado por Álex Pina ha preferido ir por un camino diferente. Sí, la tensión sigue ahí, con alguna escena muy poderosa en esa vertiente, pero aquí se ha recuperado algo que parecía perdido: dejar respirar a sus personajes protagonistas.
Lo curioso es que eso ha tenido consecuencias positivas para otros aspectos de la serie que habían llegado incluso a rozar lo grotesco. Pienso por ejemplo todo lo referente a esa operación para acabar con los atracadores que se saldó con la muerte de Nairobi, pues su movimientos en estos episodios tienen sentido, dejándose además de lado las reacciones gestuales exageradas, quizá con la intención de resaltar que eran una gran amenaza.
No es que 'La casa de papel' llegase a dejar nunca nada a la improvisación, ya que siempre volvíamos al pasado para recordarnos que el personaje interpretado por Álvaro Morte era más listo que nadie y lo tenía todo previsto, pero en estos últimos cinco episodios es algo más conseguido, incluso cuando han de hacer frente a situaciones realmente imprevistas que pueden echarlo todo al traste.
La clave al final era devolver a los personajes a primer plano. Obviamente no hay tiempo para dar la misma profundidad a las motivaciones de todos ellos, pero es que incluso se permiten introducir algo de humor para dar más presencia a Ahikar Azcona, que hasta ahora muchas veces era poco más que ese otro miembro de la banda que está por ahí y a veces dice algo.
Esto puede llevar a que algunos echen en falta un mayor número de emociones de fuertes, pero es que 'La casa de papel' siempre las tuvo, pero no siempre dependió de ellas hasta extremos inimaginables. La cuestión es que en este tramo final es cuando la etapa de la serie en Netflix me ha recordado más a esas dos primeras tandas de episodios en Antena 3. Todo ello con un impresionante despliegue técnico y visual con el que sus responsables seguro ni podían soñar por aquel entonces.
El final que se ha ganado
Es como si hasta ahora se hubiese potenciado jugar con la idea del sufrimiento, dando duros golpes a los fans con las muertes de personajes tan queridos como Nairobi o Tokio, para ahora recordarnos que sus propios responsables tienen el mismo cariño o más hacia sus personajes que los seguidores de la serie.
Con esto no quiero decir que el desenlace de 'La casa de papel' sea complaciente, el típico final feliz para dejar buen sabor de boca, pero sí que se nota un mayor mimo en el lado emocional, sin depender tanto de las grandes sobrecargas dramáticas de situaciones puntuales. Todo eso sin olvidarse de guardarse varias sorpresas para añadir más picante a todo lo que va sucediendo.
De esta forma, 'La casa de papel' llega al final que se ha merecido y que encaja con todo lo que vemos en estos últimos episodios. Me quedaba el miedo de si no sería un último giro poco afortunado tras las declaraciones de Pina señalando que el final original que tenían pensado no funcionaba cuando llegaron a él y que solamente se les ocurrió uno satisfactorio apenas días antes de la fecha límite.
Puede que haya decisiones que sobre el papel no me vuelvan loco, pero lo importante es que han sabido hacer funcionar el camino elegido hasta el punto de sentirse plenamente satisfactorio dentro de los márgenes en los que juega 'La casa de papel'. Que hay que hacer todo lo posible por valorar cada obra dentro de lo que propone y no de lo que nos gustaría, algo de lo que a veces nos olvidamos -yo el primero-.
Dicho esto, no tengo demasiado interés en ver cómo puede continuar este universo hacia delante. Posibilidades de hacerlo siguen teniendo -siempre las hay mientras quede gente con vida-, pero quizá el hecho de volver la mirada atrás para indagar en el pasado de Berlín sea mejor idea de lo que pensaba. Ojalá la historia de la Banda acabe aquí.
En resumidas cuentas
'La casa de papel' ha logrado enderezar el rumbo en su desenlace. Se le pueden poner algunos peros, sobre todo si la serie nunca te terminó de conquistar, pero esto se parece más que nunca a aquella serie que logró que, pese a mis dudas iniciales sobre que fuera capaz de mantener el nivel, fuera viéndola en Antena 3 cuando ya entonces me daba mucha pereza ver algo en televisión. No se me ocurre mejor halago que pueda hacerle a este final de serie.
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