No soy el mayor fan de las secuelas, pero sobre el papel tampoco tengo nada en contra de ellas. Luego sí es cierto que se hacen algunas muy inferiores a la primera entrega y también que la avalancha de ella no es suficiente para que lleguen a hacerse algunas que sí me encantaría ver. En el caso de ‘Buscando a Nemo’ (‘Finding Nemo’) sí he de confesar que era uno de esos que no tenía ganas de ver una continuación porque simplemente carecía de la necesidad de saber más sobre ellos.
Sin embargo, ‘Buscando a Dory’ (‘Finding Dory’) fue captando mi atención a medida que iban viéndose cosas de ella y llegué a su estreno con muchas ganas de verla, tanto esperando que realmente mereciera la pena como con la esperanza de que me ayudase a dejar de lado unos recuerdos dolorosos demasiado recientes. Por desgracia, me llevé una pequeña decepción con ella, ya que sí que es entretenida, pero no llega a tener esa magia propia de muchas obras de Pixar.
Marlin y Nemo, dos invitados mal utilizados
El propio título deja bien claro que en esta ocasión Dory es la gran protagonista de la función, algo con lo que no tengo el más mínimo problema, ya que era el mejor personaje de ‘Buscando a Nemo’ y también del que se podían sacar más jugo en una nueva aventura. Ya entraremos más adelante en ello, pero ahora lo que nos interesa es el muy discreto uso que hace el guion de Andrew Stanton y Victoria Strouse de los personajes de Marlin y Nemo.
Quizá consecuencia de la necesidad de presentar -y potenciar- a Hank, el simpático pulpo -aunque al principio promete más de lo que acaba dando- con la voz de Ed O’Neill, ‘Buscando a Dory’ opta por relegar a la irrelevancia a dos de los tres grandes protagonistas de la primera entrega, siendo poco más que un añadido innecesario -y seguramente autoimpuesto por la simple necesidad de volver a contar con ellos, hiciera falta o no-, ya que a poco que uno se pare a pensar, su aportación difícilmente podría ser más insignificante.
Conste que presencia en minutos tienen, pero acaba siendo una mezcla de necesidad de contar con ellos y de potenciar otros detalles secundarios como los leones de mar -lo mejor a nivel cómico de la función-. Esto además crea una cierta desconexión del relato principal que no acaba llevando a nada esencial, quedando así más clara esa sensación de que simplemente están porque tienen que estar, algo que curiosamente también es su única motivación para embarcarse en una aventura tan hueca como llevadera.
La conexión emocional con ‘Buscando a Dory’
Los problemas de memoria de Dory fueron la base de varios grandes momentos de ‘Buscando a Nemo’, pero lo justo es señalar que su personaje no dejaba de ser un complemento de lujo a la historia principal y que de ella en realidad no sabíamos gran cosa. Ese vacío es el que rellena ‘Buscando a Dory’ como base de un relato que une al mismo tiempo el trauma familiar con la búsqueda como eje de la aventura.
Los responsables de ‘Buscando a Dory’ han optado por potenciar la ternura y el lado más emotivo de la historia, algo con lo que Pixar había logrado tocar mi fibra sensible en multitud de ocasiones -son varias las veces que han logrado llevar directamente las lágrimas a mis ojos, cosa que pocas películas han conseguido-, pero en el caso que nos ocupa hay algo que no termina de funcionar y que provoca que esa necesaria conexión se quedase a mitad de camino.
En esta ocasión tengo la duda de si mi peculiar estado anímico -una de mis abuelas había fallecido apenas unos días antes- provocó en parte ese cortocircuito cuando Dory era un personaje que siempre me había gustado mucho, pero es que semanas antes y en una situación hasta cierto punto similar sí que disfruté muchísimo con la primera película que vi tras lo sucedido. ¿Quizá necesitaba en realidad otra cosa? No lo sé, yo creo que emocionalmente estaba más sensible y eso debería haber jugado a su favor.
No tengo del todo claro si esa inconsistencia se debe a que ‘Buscando a Dory’ reincide en armas que la compañía ya ha usado en otras ocasiones -y bastante mejor- o a que simplemente el viaje de su protagonista confía demasiado en: algunas ocurrencias de los secundarios, el factor qué mono es -la versión infantil de Dory- y la efectividad de momentos muy puntuales -que hay algunos muy buenos, ojo- en lugar de construirlo de una forma realmente seductora.
Lo cierto es que no llega a dejarme tan frío como me sucedió en varios momentos de ‘El viaje de Arlo’ (‘The Good Dinosaur’), pero su apuesta por el encanto deja un sabor agridulce. ¿El motivo? Por un lado, ayuda a que su visionado sea agradable por esa vía, pero también refuerza la sensación de ser una aventura que no termina de despegar y que tampoco hace un uso realmente satisfactorio de Dory, un personaje antológico al que no le ha sentado tan bien como esperaba el aumento de protagonismo.
Audacia visual, "pereza" argumental
Como era de esperar, Pixar vuelve a demostrar que sigue siendo la compañía número 1 de cine animado dotando a ‘Buscando a Dory’ de un impresionante acabado en el que se nota la gran atención prestada por Andrew Stanton para que incluso los más pequeños detalles aparezcan reflejados de la forma más certera posible. Que no sea una sorpresa no le resta mérito, pues sería fácil caer en ese exceso de confianza que sí afecta a la película en términos narrativos.
La clave en este caso es que creo que ‘Buscando a Dory’ funciona mejor si nos centramos únicamente en el cariño que tengamos hacia los personajes en lugar de prestar atención a los que no ofrecen aquí. Es un recurso bastante habitual en el mundo de la televisión y que, según el caso, puede ser increíblemente efectivo. De esta forma, lo que está simplemente bien puede parecer casi genial por ese bagaje previo, pero en mi caso fue insuficiente.
Es una pena que esa perfección visual -hay momentos concretos que te dejan con la boca abierta ya sólo con esto- fruto del propio empeño de la compañía en no quedarse atrás en ese punto no encuentre un igual en la inventiva un guion sencillo y eficaz, pero en el que se perciben ciertos lugares comunes del cine de Pixar y la confianza de que un mensaje tierno, algún efectivo sobre la angustia de Dory y varias risas por el camino sean suficientes para conquistar al espectador.
En definitiva, ‘Buscando a Dory’ es una película agradable y llevadera con un acabado visual de primera y un puñado de escenas muy efectivas, pero también se percibe cierta pereza en el guion confiando en que el cariño que tenemos hacia Dory compense sus varias debilidades, lo cual acaba situándola entre los títulos menos estimulantes de Pixar, aunque con eso ya le da para ser mejor que muchas otras cintas. ¿Debería ser suficiente? Quizá, pero han demostrado que son capaces de mucho más.
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