Se acaba de estrenar en SkyShowtime y Movistar+ la que probablemente sea la serie definitiva sobre el Satanic Panic de los 80, la estupenda ‘Hysteria!’, una producción de Peacock que tiene parecidos razonables con la temporada 4 de ‘Stranger Things’, dada su trama de una pequeña comunidad de Estados Unidos que va en busca de un grupo de chavales de instituto por tocar música rock, con paralelismos obvios con la caza de Eddie Munson en el buque insignia de Netflix.
En este caso toma una ruta diferente, pero la presencia de Bruce Campbell y su tono de comedia de terror la convierten en una de las novedades más refrescante en televisión de género de este año. Su trama sigue a un grupo de Heavy Metal de un pequeño pueblo que decide aprovechar el temor por el ocultismo generalizado por los medios de comunicación para labrarse una reputación como banda satánica, hasta que una extraña serie de acontecimientos desencadena una caza de brujas que conduce a ellos.
Entre extraños asesinatos que podrían esconder algo realmente sobrenatural y diversas intrigas domésticas hay cierto tono de serie juvenil al uso, aunque la presencia de Campbell en la serie pueda recordar a ‘Ash vs Evil Dead’. Hay detalles similares de estética e incluso alguna subtrama de aquella mezclaba las sectas esotéricas y los malentendidos con persecuciones de turbas en pueblos rurales, pero lo cierto es que quien espere la fiesta gore asociada a los trabajos del actor no va a encontrar nada similar.
No la típica serie adolescente americana
La idea más bien es plantear una especie de coming of age con ciertos tropos a lo ‘Freaks and Geeks’, pero corrompidos por el horror sobrenatural y la imaginería asociada a la ola de pánico satánico y puritanismo que barrió la Norteamérica de la era Reagan, una caza de brujas moderna en la suburbia que recuerda un poco a la estética y tono de la obra de Grady Hendrix, y precisamente no tanto la película titulada ‘Satanic Panic’, sino ‘El exorcismo de mi mejor amiga’, que incluía muchas canciones de la época, cardados e institutos con temor del demonio.
Alternando la sátira con lo sobrenatural, lo que más llama la atención en ‘Hysteria’ es su aspecto compacto y con sólidos valores de producción, probablemente gracias a la pauta de dirección de Jordan Vogt-Roberts, que afinó su objetivo barroco en ‘Kong: Skull Island’ y aquí define el aspecto de la serie en su piloto, que recoge de vuelta en el episodio final. Sin embargo, no es tanto el aspecto de acción o fantástico en donde encaja su firma.
Es más bien la sensibilidad para conectar con los adolescentes protagonistas la que define aquí su experiencia, continuista con su ‘The Kings of Summer’ y su grupo de adolescentes al margen de la sociedad, un punto de partida que conecta con los miembros del grupo de rock de instituto protagonista, que recurre al satanismo para llamar la atención de sus compañeros en medio de un ataque de puritanismo en su comunidad, recuperando cierta tendencia del cine de terror ochentero y heavy metal como la incomparable ‘Muerte a 33 revoluciones por minuto’ (1986).
Heavy Metal, satán y una cita para el baile de fin de curso
La relación de música rock, comedia adolescente de instituto y satanismo recuerda también inevitablemente a películas más recientes como ‘DeathGasm’ o la serie de culto ‘Todd & the Book of Pure Evil’ y su peli final, sin parecerse en su gamberrismo o llegar a acercarse a su nivel corrosivo, pero hasta cierto punto llenando su espacio si aquella hubiera tenido un gran presupuesto. La historia sigue el misterio desde el punto de vista de la investigación policial de los asesinatos que se suceden en el tiempo, y esa subtrama es ideal para reflejar cómo existieron los cursos de policía reales para detectar actividad maligna y rituales.
Hay momentos en los que el oficial de policía interpretado por Bruce Campbell parece seguir las pautas del infame VHS formatico 'Law Enforcement Guide to Satanic Cults' (1994) y es en estos detalles donde ‘Hysteria!’ adopta su verdadero color. El misterio funciona, aunque algunas subtramas no acaban de arrancar a la velocidad que deberían. La madre del protagonista empieza a ver visiones, los hechos paranormales no generan demasiadas escenas de terror y los momentos en los que se atisba el diablo son escasos (aunque muy vistosos y potentes).
La serie tiende a redundar en momentos clónicos, y depende mucho de las expectativas que ella misma genera en sus primeros episodios, es más un ‘Peyton Place’ con ocultismo que una fiesta de demonios y sus momentos de exorcismos y posesiones se hacen esperar de más, pese a que todo esté narrado con bastantes ganas, trucos de montaje e imaginación desde el principio hasta el final. Por ello se agradece que, pese a que sus conflictos centrales se alarguen más de lo necesario, no parezca la clásica serie de terror fabricada a toda velocidad para llenar horas de streaming en el periodo otoñal, además, la banda sonora es una verdadera joya.
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