'Blue Moon': la triunfadora del Festival de San Sebastián 2021 convierte el nido familiar en una trampa asfixiante y denuncia el machismo de la sociedad rumana

Un palmarés debería dar que hablar. Y para bien o para mal, el palmarés de la 69ª edición del festival de San Sebastián está dando que hablar. El inesperado veredicto del jurado encabezado por Dea Kulumbegashvili (directora de 'Beginning', vencedora de la Concha de Oro en 2020) fue entregar el premio a la mejor película de la Sección Oficial a 'Blue Moon', de la rumana Alina Grigore.

Una cineasta a la que seguir la pista

Es la primera vez que una producción rumana se alza con la Concha de Oro. Lo ha conseguido una debutante, siendo el tercer año consecutivo que el mayor honor del certamen se concede a una ópera prima ('Pacificado' triunfó en 2019). Hay algo emocionante en el descubrimiento de una nueva mirada, en experimentar la obra impredecible de un artista desconocido que llega para demostrar que tiene algo que aportar, y quizá esto es algo que han valorado los miembros del jurado.

Ya comenté ayer al repasar los ganadores que 'Blue Moon' no es una de mis películas favoritas de este 69º Festival de San Sebastián, sin embargo, me parece claro que Grigore prueba su talento orquestando un creativo drama cargado de tensión. Además de ofrecer un retrato incómodo no solo de la sociedad rumana sino del comportamiento humano en determinadas circunstancias, porque estoy seguro de que todos podemos identificar algunas actitudes y situaciones en entornos más cercanos.

'Blue Moon' nos presenta a una joven cuyo mayor deseo es marcharse a estudiar a Bucarest, lejos de su familia. En otras palabras, independizarse. Desde la primera escena hasta la última vamos a entender por qué. La película refleja la opresiva realidad de la chica, reducida a objeto o sirviente de su familia, sin identidad propia ni derecho a desviarse del camino que se ha elegido para ella.

'Blue Moon': cortar las alas a un familiar, por su bien

Es interesante cómo Grigore retrata la rutina de la familia y la relación entre sus integrantes, manteniendo un complicado equilibrio entre lo cariñoso y lo agresivo, destapando retorcidos mecanismos cuyo objetivo final es el mantenimiento de lo tradicional, de lo normativo, y que mantienen a raya a quienes tratan de escapar o cambiar las cosas. Así, cuando alguien, pese a todo, tiene el atrevimiento de intentarlo, es objeto de manipulación, acoso y violencia. Y no pasa nada.

El nido familiar, idealizado tantas veces en el cine más convencional, se revela aquí como una auténtica trampa para la protagonista. Para complicar más las cosas, la chica tiene un problemático encuentro con un hombre más mayor que ella, conflicto que sirve a Alina Grigore para subrayar conductas machistas generalizadas en su país.

Se apodera de la pantalla una sensación enrarecida, de peligro constante, que paraliza a la protagonista, y es algo que la cineasta logra sostener casi todo el metraje. Le ayudan un reparto estupendo, clave para plasmar y hacer creíble la ansiedad que sufre la chica. No obstante, la película tiene escaso recorrido y se atasca, da vueltas sobre los mismos conflictos y acaba resultando redundante, frustrante. Sientes que faltan ideas para sacar partido a todo lo que se propone. Porque gran parte de lo que es 'Blue Moon' ya estaba simbolizado en el llamativo póster.

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