Recuerdo perfectamente todo lo que rodeó al estreno de ‘El proyecto de la bruja de Blair’ (‘The Blair Witch Project’, una pequeña película de terror que realizó una acertadísima campaña de marketing online para acabar convirtiéndose en una de las producciones independientes más rentables de la historia. Menos suerte tuvo su secuela estrenada apenas un año después, ya que dio dinero, pero fue machacada por crítica y público.
Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, guionistas y directores de ‘El proyecto de la bruja de Blair’, ya intentaron sacar adelante una tercera entrega tiempo atrás, pero el proyecto no prosperó. La saga parecía muerta hasta que Lionsgate anunció por sorpresa que ‘The Woods’, el nuevo largometraje de Adam Wingard, era en realidad ‘Blair Witch’, una secuela directa del original manteniendo el estilo de la misma. Una propuesta apetecible que ha acabado siendo una oportunidad desperdiciada.
La tiranía de formar parte de una franquicia
No tengo muchas cosas buenas que decir sobre ‘El libro de las sombras’ (‘Book of Shadows: Blair Witch Project 2’), pero sí agradezco que no fuera una mera copia de la primera entrega, un error mortal que ha afectado a infinidad de cintas de terror. Además, ese es un recurso que cada vez se está popularizando más con el relanzamiento de sagas mediante secuelas que están muy cerca de ser un remake encubierto, justo lo mismo que sucede con ‘Blair Witch’.
Eso es algo que ## limita de forma brutal las opciones de Adam Wingard para hacer la película suya. Últimamente se había especializado en asimilar con mayor -‘The Guest’- o menor -‘Tú eres el siguiente’ (‘You’re Next’)- fortuna fórmulas preexistentes y llevarlas a su terreno, optando para ello por soluciones que iban desde el simple homenaje hasta la exploración –algo superficial, eso sí- de conceptos jugosos.
Esperaba que su madurez definitiva llegase con ‘The Woods’ y creo que no ha podido ser en gran parte por acabar llamándose ‘Blair Witch’. La gran duda que me queda es si el dúo profesional formado por Wingard y el guionista Simon Barrett no ha tenido la ambición para ir más allá, si Lionsgate no ha querido hacerlo o si ha sido una confluencia de todo ello. Sea cual sea el motivo, la película es la perjudicada al imponerse un camino que dejaba espacio para muy pocas sorpresas.
Es cierto que se reflejan los adelantos tecnológicos -aunque el factor sobrenatural acaba anulando su importancia real- y que se introducen algunos detalles curiosos alrededor de la fascinación que provocan casos retorcidos como el de la bruja de Blair -tema sobre el que ya giró en su momento ‘El libro de las sombras’-, pero durante la mayor parte del metraje todo sabe a demasiado conocido, viéndose afectado de forma extra por lo manoseado que está actualmente el recurso del found footage en el cine de terror, algo que en 1999 sabía a novedad.
’Blair Witch’, digna pero insatisfactoria
No obstante, sería injusto obviar la solvencia con la que Wingard refleja esos ingredientes que tiene a su disposición. El problema es que están caducados y uno acaba fijándose más en lo mareantes que pueden ser instantes puntuales o en lo mucho que se confía en los sustos de corte más gratuito para evitar que el aburrimiento se adueñe del espectador. Se asemejan a los de ‘El proyecto de la bruja de Blair’, pero aquí todo se nota más pensado, mejor acabado en lo técnico -casi podríamos decir que la primera era la versión amateur y la que nos ocupa la profesional-, pero sin ese brillo especial en el contenido que le permitía sobreponerse a sus escasos medios.
La cuestión es que reproducir lo que fue un bombazo en su momento es algo ya de por sí complicado, pero en algunos casos es sencillamente imposible. Aquí hacía falta más personalidad y menos respeto al original. En el tramo final algo de eso hay, en parte por las particularidades de la propia historia -el hermano de Heather está empeñado en dar con ella-, pero también por la capacidad de Wingard para elevar la tensión y rodar algunas escenas con bastante fuerza.
Esa energía final permite a la película escapar de la mediocridad y acabar siendo una cinta digna, pero también insatisfactoria. Esto último fue uno de los primeros pensamientos que pasaron por mi cabeza durante esa primera hora, pero curiosamente fue a más cuando ‘Blair Witch’ mostró sus mejores cartas. ¿El motivo? Porque sus responsables demuestran que realmente eran capaces de más y por un motivo u otro no quisieron hacerlo.
En definitiva, ‘Blair Witch’ no es una mala película, pero sí que te deja con mal sabor de boca por su incapacidad para encontrar su voz propia más allá de algunos detalles durante su tramo final. Tarde e insuficiente. Gustara o no -hubo opiniones para todos los gustos entre el público en su momento-, ‘El proyecto de la bruja de Blair’ era una película especial y la que ahora nos ocupa es una más, casi una mera operación de marketing para ver si volvían a repetir el éxito de entonces. No ha sido el caso.
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