Decir que ‘Blade Runner 2049’ es la película más esperada de 2017 quizá sea exagerar, pero sí que está claro que su visionado se convierte en obligatorio desde el momento en el que se terminó de confirmar su existencia. La curiosidad siempre estuvo ahí, pero esas primeras opiniones en las que muchos hablaban de una obra maestra hicieron que las expectativas se disparasen del todo. Ya no había vuelta atrás, nos estaban diciendo que era tan buena o incluso mejor que la primera y había consenso al respecto.
El problema de tener ese referente a la hora de enfrentarte al primer visionado de cualquier película es que solamente deja hueco para la decepción, por lo que siempre es preferible hacer todo lo posible para no esperar demasiado de ninguna. Es difícil hacerlo pero espero ser capaz de contribuir a ello, ya que ‘Blade Runner 2049’ sí es una buena película, hasta podría decirse que muy buena –aunque ya ahí tenga algunas dudas-, pero no, no es una obra maestra.
Impresionante técnicamente pero demasiado supeditada a 'Blade Runner'
Los 185 millones de dólares que ha costado la película lucen en todo momento en pantalla. De hecho, el esfuerzo en diseño de producción es tal que no recuerdo cuál fue la última cinta que se esmeró tanto en ese apartado como para poder decir que todos los planos tienen una belleza plástica indiscutible. Ahí resulta esencial el titánico trabajo de Roger Deakins en la fotografía, siendo capaz de asimilar una diversidad de colores tal que fácilmente podría haber dado la sensación de estar constantemente en una película diferente a la de hace apenas unos minutos.
Ese punto puede llevar a pensar que Denis Villeneuve realiza un trabajo impecable de puesta en escena, pero en esta ocasión no creo que esté a la altura de la brillantez exhibida en sus anteriores trabajos. Aquí da la sensación de que está limitado a la hora de intentar reproducir en la medida de lo posible lo conseguido por Ridley Scott en la primera entrega, pues hay una continuidad innegable en ese apartado, pero le falta esa chispa para ir más allá.
No obstante, tampoco tengo nada realmente negativo que decir del trabajo de Villeneuve, simplemente que lo comentado de sus facetas técnicas puede llevar a pensar que lo ha hecho mejor de lo que realmente ha conseguido. En su caso podríamos hablar de un trabajo solvente -sobre todo a la hora de intentar reproducir la atmósfera de la primera pero con las nuevas adiciones por el salto temporal- pero en el que se echa en falta una mayor personalidad, ya que hay en la mayoría de elementos una especie de sumisión al original que no le impide despegar cuando cada dos por tres hay situaciones que te llevan a pensar que al fin va a ser tan grande como podría.
Lo curioso es que eso entronca con la propia temática de la película sobre la búsqueda de la identidad, un tema muy apropiado para este universo que además dibuja una interesante evolución para el personaje interpretado con gran convicción por Ryan Gosling. Esto se une al punto donde ‘Blade Runner 2049’ entronca realmente con su predecesora, funcionando muy bien como continuación y planteando una serie de cuestiones muy jugosas con las que tenía la posibilidad de justificar su existencia como ente propio.
‘Blade Runner 2049’ engancha pero le falta más personalidad
El problema es que esos comentarios de Ridley Scott sobre realmente querer hacer más secuelas tienen todo el sentido del mundo porque todo lo fascinante del trasfondo carece del peso suficiente y lleva a pensar en la necesidad de indagar más en ello. El personaje que más sufre por esto es el de un anecdótico Jared Leto que juega a seguir la línea de intensidad de toda la película pero carece de minutos en ella para que nos lo terminemos de creer. Por su parte, Harrison Ford sale airoso de recuperar al mítico Rick Deckard, pero tampoco es un trabajo especialmente extraordinario.
La duda que me queda es hasta qué punto le interesaba realmente a Villeneuve esos detalles más allá de por su necesidad para cerrar el arco argumental central. De hecho, ahí hay una grata sorpresa que rompe la línea marcada hasta entonces, donde se había sido muy honrado con el espectador sobre esto es lo que sucede y vamos en esa dirección. Esto redunda en que los misterios sobre la identidad de los personajes se desvelen rápido, no jugando al despiste en la diferenciación entre humanos y replicantes. Un acierto a mi juicio del libreto de Hampton Fancher y Michael Green.
Sí hay algún punto que se podría haber aligerado -el personaje de Ana de Armas tiene demasiadas presencia y no porque ella lo haga mal, que no es el caso-, pero aquí entra en escena otro de los grandes logros de ‘Blade Runner 2049’: sus dos horas y media de metraje de pasan volando, enganchándote mucho más que otras películas cuyo principal objetivo es precisamente que ni te des cuenta que ha pasado tanto tiempo, y ahí ayuda lo suyo la “investigación” paralela de una temible Sylvia Hoeks.
Al final lo que realmente importa es que te atrapa y sabe ir más allá con lo planteado en la primera entrega, planteando además un escenario apetecible para una posible tercera entrega. En su contra que sufre como película con una identidad propia, ya que nunca termina de encontrarla -hay varios vacíos en el guion que se vuelven en su contra sin ser nunca insalvables-, mismo problema que afecta a varios de sus personajes. Ojalá hubiese alguna conexión entre estos dos puntos, pero todo se reduce a que parece mucho mejor de lo que es, ya que en aspectos técnicos si merecería ese ansiado 10.
En definitiva, ‘Blade Runner 2049’ es una película que merece la pena tanto como espectáculo visual como secuela de la emblemática cinta de Ridley Scott, aunque en esto último haya ciertos temas que plantea sin explorar tan a fondo como me hubiese gustado. Ya como película individual tiene más peros por nunca romper del todo las cadenas con su predecesora, pero se lo perdonamos si logra engancharnos y hacer que el rato se nos pase volando.
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