Después de poder disfrutar —en algunos casos más que en otros— las diecisiete películas que dan forma al Universo Cinematográfico de Marvel estrenadas hasta la fecha, se puede llegar a una férrea conclusión que permite afirmar que la clave del éxito de estas producciones pasa por dar libertad creativa a sus directores, huyendo de productos genéricos y apostando por innovar en un subgénero sobresaturado.
Buena muestra de ello está en piezas como la infravalorada —y siempre reivindicable— 'Iron Man 3', la divertidísima 'Thor Ragnarok' o, cómo no, la fantástica primera reunión de 'Los Vengadores'. Todas ellas cintas en las que las filias y fobias de Shane Black, Taika Waititi y Joss Whedon respectivamente moldearon tres largometrajes únicos que supieron destacar entre sus numerosas congéneres gracias a sus identidades propias.
Con 'Black Panther', Kevin Feige y los demás responsables de la división fílmica de La Casa de las Ideas han vuelto a tocar las teclas adecuadas, dando el proyecto a un Ryan Coogler que ha hecho suya la primera aventura en solitario del superhéroe wakandiano. El resultado, como de costumbre, brinda un espectáculo de primera categoría con los suficientes aciertos y alicientes como para situarse entre los mejores largos de la franquicia.
Lo primero que llama poderosamente la atención y que invita a ver 'Black Panther' como una agradable y refrescante anomalía dentro del universo compartido marvelita es la arriesgada y muy efectiva amalgama tonal y estilística sobre la que se edifica su historia; a medio camino entre la tragedia shakespeariana y el filme de espionaje al más puro estilo James Bond.
El juego monárquico repleto de oscuros secretos familiares, traición e intriga supone la base de un relato que logra enganchar a pesar de su previsibilidad, y que se ve enriquecido por la buena mano de su responsable al combinar con éxito extraños compañeros de cama. De este modo, el imaginario africano tribal confluye con la ambientación urbana los elementos hi-tech en una mezcla tan atípica como atrayente.
Resulta increíble ver como Coogler combina todos estos ingredientes para que el cóctel funcione con éxito, haciendo suya la película y plasmando su sello en las temáticas raciales, el retrato de las comunidades afroamericanas y, sobre todo, en una alucinante banda sonora que combina las piezas orquestales con el hip hop confirmando que 'Black Panther', sin duda, es una propuesta de lo más especial.
Como cabía esperar, 'Black Panther' vuelve a situar a Marvel como uno de los estudios con mayor capacidad para sacar músculo y ofrecer una orgía lúdica cargada hasta los topes de acción con una factura impoluta. No obstante, donde brilla realmente la producción es en su habilidad para combinar la mejor técnica con una calidad notable en cuanto a aspectos dramáticos y narrativos respecta.
Sorprende ver cómo Coogler y sus guionistas han conseguido medir el tono y cantidad de humor —lacra principal de sus cintas homólogas— haciéndolo agradable, contenido y necesario; pero, por encima de esto, sobresalen unos personajes redondos, perfectamente construidos y de entre los que destaca Killmonger: un villano con capas, motivaciones e intenciones que van más allá de la simple maldad y que resulta indispensable para elevar la calidad del filme.
Las comparaciones son odiosas, y teorizar sobre si 'Black Panther' es la mejor película del Universo Cinematográfico de Marvel abriría un debate tan absurdo como interminable. La obra de Ryan Coogler es única en su especie, tanto a nivel de ambientación como de tono y estilo, lo cual la hace relucir entre sus congéneres como una experiencia especial y refrescante que, al fin, ha conseguido disipar mi sensación de hastío ante tantas máscaras y superpoderes pululando por la gran pantalla.
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