Los que alguna vez me leeis cuando hablo de 'Black Mirror', sabréis que mi relación con la serie siempre ha sido de un amor/odio. Nunca me ha parecido que tuviese episodios realmente malos pero sí que la genialidad de unos pocos episodios dejaba en evidencia a aquellos que son simplemente correctos o directamente mediocres.
Con la temporada 5, que ha llegado hoy a Netflix, esa genialidad puntual e incluso visionaria de Charlie Brooker y Anabelle Jones, ya no existe. Tres episodios (como en esas primeras temporadas) que apenas logran aportar algo al imaginario establecido durante años por la serie y que hacen que la temporada sea una leve sombra, e incluso parodia, de lo que llegó a ser.
La cuestión es que si bien seguimos en una serie sobre nuestra relación con los avances tecnológicos, redes sociales y demás con cierta perspectiva neoludita, esta última temporada parece más propia de finales de siglo XX que de 2019.
La serie desactualizada
Ya con el primer episodio, 'Striking Vipers' (con Anthony Mackie y Yahya Abdul-Mateen II como dueto protagonista) se observa cierta desconexión de Brooker con la realidad de las relaciones sociales, humanas e incluso románticas de la actualidad. Un episodio sobre "el yo real" y los "deseos ocultos" que se pueden realizar en la vida virtual cuyo discurso es completamente anticuado.
'Añicos' (con Andrew Scott) por su parte prometía más con la historia de un hombre que ha perdido a un ser querido que decide secuestrar a un empleado de una "gigante de Internet". No voy a hablar del giro que se da pero es como el de ese chiste malo que se tarda un buen rato en contar y te descoloca.
Disimula un poco Brooker al querer hablar de cómo las redes sociales nos espían y pueden tener demasiados accesos a nuestros dispositivos, pero lo usa más como vehículo de la historia que como mensaje. Y, aun así, en lo que se resume el episodio es en algo que te cuentan en cinco segundos en un anuncio de la DGT.
De hecho la historia más "black mirroriana", por así decirlo, es la de 'Rachel, Jack y Ashley Too' (en el que participa Miley Cyrus) que explora el uso de una muñeca/asistente inteligente (un Alexa pero robótico) y cómo puede servir la tecnología para explotar la carrera de una cantante. Y aun así no deja de tener un componente de "muñequitas chungas" muy de manual.
El conjunto de esta quinta temporada de 'Black Mirror' deja la sensación de haberse quedado desfasada, de que la sociedad ha avanzado en su relación con la tecnología y es tan consciente de temas como estos que la serie llega tarde. Son historias ya vistas mil veces, ya no en otras series y películas, sino incluso en la antología de Brooker.
Esta falta de ese estímulo marca de la casa hace que la temporada 5 de 'Black Mirror' no solo sea aburrida, sino que pierde su relevancia en las conversaciones actuales. Ya no hay una aguda reflexión, ya no hay un toque de atención. En vez de con una de las series más originales del siglo, parece que estamos lidiando con una imitación. Con la sombra de lo que fue.
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