Desde el relato de la hoguera en las primeras cuevas, el cuento de terror se ha transmitido de boca en boca. Los orígenes de cada una de aquellas historias eran tan variados como las criaturas que las poblaban. Desde seres amenazantes que tan solo buscan matarnos, a los que quieren robarnos lo más preciado o los que nos castigan si nos saltamos las normas. En el caso del demonio, en distintas culturas, suele ser así.
Antes de la era ilustrada, y que la humanidad recurriera a la ciencia para explicar ciertos males de nuestro mundo, existía la superstición como elección más válida para llenar los huecos de lo desconocido. Conforme la información fluye, la disponibilidad de los estudios científicos es plena y tenemos verdades lógicas a golpe de clic, el folclore asociado a los ángulos muertos del conocimiento se ha ido quedando en el terreno de los mitos, las historias y el cine fantástico.
Los nuevos mitos en la red
Resulta difícil explicarse, pues, que en esta era sea cada vez más común dudar de la efectividad de las vacunas, o del fenómeno del cambio climático. En ese paradigma no es extraño que nuevas historias de miedo creadas por aficionados en la red consigan materializarse en teorías conspiranoicas, cultos, obsesión o intentos de homicidio. El nuevo documental de HBO, ‘Beware the Slenderman’, realizado por Irene Taylor Brodsky, trata precisamente sobre ello. Nuevos terrores de boca oreja que se cuentan enfrente de una interfaz en vez de una fogata.
El 31 de mayo de 2014, en el bosque de Waukesha, Wisconsin, Morgan Geyser y Anissa Weier, dos niñas de 12 años de edad en ese momento, apuñalaron a su mejor amiga diecinueve veces. Al ser interrogada por la policía para saber por qué lo hizo, Morgan respondió: "Porque era necesario". Luego se reveló que las chicas lo hicieron convencidas de que un ser llamado Slenderman así lo quería, bajo la amenaza de que dañaría a amigos y la promesa de vivir con él en su mansión del bosque para siempre.
Este documental trata de relacionar la importancia de estos nuevos mitos compartidos por la red con el impacto en las mentes de estas dos niñas. Para ello, una parte del documental va exponiendo varios frentes del caso mientras los padres de las juzgadas explican lo mejor que pueden el entorno en el que ambas vivían. Dado que el caso sigue abierto, que aún faltan muchos pasos para resolverlo de forma satisfactoria, a pesar de profundizar en las personalidades de las crías, se abren muchas puertas en vano.
Hombres del saco modernos
El documental hace un buen trabajo en explorar quién es el Slenderman, en equiparar este fruto de los memes con los nuevos cuentos de hadas. Hay una buena recopilación de imágenes y recreaciones de fans del hombre alto con piel pálida, sin rostro ni pelo, vestido con un traje negro, con brazos y piernas que se pueden estirar y tentáculos oscuros. Se le equipara con la figura de un moderno flautista de Hamelin, un hombre del saco que se lleva a los niños, aunque el mito ha evolucionado como un angel salvador para los marginados.
Todo este material se contrasta con los interrogatorios de Morgan y Anissa, sesiones judiciales y opiniones expertas sobre los problemas mentales y emocionales que podrían llevar a las niñas a cometer esos actos: soledad, depresión, o una falta de empatía de nacimiento que hiciera que no vieran el daño que inflingían. Finalmente, la película se centra en pormenores del caso que intenta asociar sus dos vertientes sin lograr una correlación concluyente o una teoría sólida a la que aferrarse.
‘Beware The Slenderman’ abre un buen puñado de preguntas interesantes pero no da ninguna respuesta. Eso no es necesariamente malo, pero sus teorías sobre los nuevos relatos de terror y las leyendas son casi casuales, dignos de otro documental propio y no resulta del todo convincente la asociación con un caso mucho más complejo, en el que el mito del Slenderman es solo un pequeño ladrillo. Mientras, el drama de las familias prevalece y como documental sobre el proceso queda apenas en los prolegómenos.
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