Nueva versión del mito de Batman, ya con un historial de seriales televisivos y versiones cinematográficas (Cuatro anteriores a esta) bastante notable además de los tebeos, la fuente original del personaje, contando con incontables colecciones en marcha y algunas adiciones memorables, a cargo de autores de la talla de Neal Adams, Frank Miller o Ed Brubaker.
Siendo ‘Batman: La Serie Animada’ (Batman: The Animated Series, 1992-1995) la entrada más memorable en las adaptaciones del audiovisual, la versión de Nolan se vive un poco como una respuesta significativa a los tiempos que inteligentemente configuró George Lucas en ‘La Amenaza Fantasma’ (The Phantom Menace, 1999).: de lo que se trata es de volver al origen para relanzar una serie de situaciones más o menos familiares en una clave distinta.
La película, en ese sentido, se difiere escasamente de las anteriores excepto en el tono, mucho menos humorístico, pero cuenta, como es habitual, con dos villanos, una persecución con alguno de los transportes de Batman y una relación frustrada con el personaje femenino de la película.
El argumento es harto sencillo y sigue los pasos del millonario Bruce Wayne (Christian Bale) cuya orfandad le llevará a emprender un viaje al lejano oriente donde dará con un extraño llamado Ducard (Liam Neeson) y terminará luchando contra la misteriosa Liga de las Sombras gobernada por el no menos misterioso R’As Al Ghoul, con la que ha llevado a cabo su entrenamiento hasta que se da cuenta de que sus intenciones de justicia difieren completamente. Mientras tanto, descubrirá a su alter ego, el hombre murciélago, un ideal y un símbolo con el que liberar a la ciudad de Gotham de la corrupción policial mientras James Gordon (Gary Oldman) se postulará como el aliado más fiel en esta batalla.
La idea de la profundidad psicológica del guión que firman David S. Goyer y Christopher Nolan pasa por hacer caer a Batman a un pozo en el que, al parecer, encontraba a los murciélagos pero también el cándido amor de su padre, filántropo millonario. El resto del filme, como memorablemente ha dejado escrito Noel Ceballos, es una versión más o menos poco velada del episodio del monorraíl de los Simpson, mucho menos divertida, todo sea dicho.
Las escenas de acción de la película ya han pasado a la Historia del Cine como un ejemplo muy claro de ineptitud visual, tal vez clamoroso tratándose de una película de un presupuesto tan profundamente elevado, y una prueba de las escasas lecciones espaciales que ha aprendido el mazacote veraniego respecto al cine de Hong Kong. Así pues, la set piece central de la película es la nueva aparición del batmóvil con escaso poderío y un uso decididamente torpe del montaje rápido, algo que bien dominan cineastas tan distintos como los hermanos Wachowski o, en una clave mucho más hiperreal y nerviosa, Paul Greengrass, y no se puede ni siquiera comparar a las persecuciones de las películas de la escuela de Jackie Chan, donde la claridad visual es admirable y con un presupuesto dolorosamente inferior se logra una sensación inigualable de espectáculo.
El villano de la película, cuya identidad no revelaré por si alguien no la ha visto todavía, da un discurso vagamente familiar con Al Qaeda, poniendo sobre la mesa juicios insulsos sobre la decadencia de Occidente, y, además, hay mafiosos por doquier que traman asuntos oscuros en una ciudad previsiblemente corrupta. Gary Oldman, Morgan Freeman y un profundamente divertido Michael Caine forman parte de un reparto magnífico y dan robustez a sus personajes secundarios.
Nolan parece más cómodo jugando con los tiempos narrativos del relato en su primera mitad que narrando la odisea épica de conversión en superhéroe de la segunda y la película funciona como vigorosa película de aventuras con pequeños toques de cine negro, incluso una hermosa escena de Wayne perdiendo a sus padres tras asistir a la ópera, hasta que aparece el murciélago en la que el espectáculo brilla por su ausencia y la revisión termina por ofrecer una estética más bien anodina, casi televisiva, carente de todo interés.
Entonces, con ineptas escenas de acción, insistencia en un psicologismo sonrojante y una simpática escena de epílogo, obvia coda al tebeo ‘Batman: Año Uno’ de Frank Miller y David Mazzuchelli, lo que queda es una película bastante lánguida y que en ciento cuarenta y tres minutos ofrece pocos atractivos. El resto del reparto lo completan Katie Holmes, encarnando al obligado interés amoroso de su protagonista, Cillian Murphy dando vida al Espantapájaros sin demasiado margen para la sorpresa y el breve Ken Watanabe, cuya condición secundaria es bien conocida por quienes han visto esta película.
La fotografía la firma Wally Pfister, el score lo ponen Hans Zimmer y James Newton Howard, más inspirados en lo intimista y bastante menos en sus temas de acción, genéricos. La película, además, fue recibida con entusiasmo por Mikel Zorrilla en su especial, Alberto Abuín y Juan Luis Caviaro.
Como he dicho ya.: un interesante y potente acercamiento narrativo al personaje que queda lastrado por errores de guión y mayúsculos errores de dirección en las escenas de acción, además de contener otra forzada y tópica historia de amor con un personaje femenino y decorativo, siendo generosos. Afortunadamente, Nolan mejoró sensiblemente, y a un nivel estupendo, en las dos entregas de su trilogía de Batman: allá, no llevó el “género de superhéroes” a otro nivel, como dicen algunos, pero sí que consiguió, a mi parecer, una gran película (intensa) de acción y aventuras con un hermoso acabado visual.
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