'Cuenta las horas' ('Count the Hours', 1953) es una de las películas menos conocidas de ese excelente narrador que fue Don Siegel, incluso el propio realizador renegaba de ella al hablar de sus comienzos en el cine.
Antes de que el director se hiciese notar en los 60 y 70 con algunos de los mejores thrillers que se han realizado —y cuya colaboración con Clint Eastwood fue muy determinante— tuvo una época, la de los años 50, llena de productos de serie B, un rincón en el que excelentes directores no tan populares —André de Toth, Joseph H. Lewis, etc— tuvieron su reinado, y también empezaron otros más consagrados, caso de por ejemplo Anthony Mann, Sam Fuller o Richard Fleischer. En el caso de Siegel, que empezó en 1946 con 'The Verdict', esa época esconde alguna joya como 'Crimen en las calles' ('Crime in the Streets', 1956) o 'The Lineup' (1958) y sobre todo 'La invasión de los ladrones de cuerpos' ('The Invasion of the Body Snatchers', 1956), obra cumbre de la ciencia ficción.
(From here to the end, Spoilers) El sexto largometraje de Don Siegel guarda no pocos parecidos con dos películas muy alejadas en el tiempo entre sí, 'Yo creo en ti' ('Call Northside 777', Henry Hathaway, 1948) y 'Ejecución inminente' ('True Crime', Clint Eastwood, 1999). Las tres películas, repito con muchos elementos en común pero agraciadas por las distintas miradas de sus realizadores, hablan de la injusticia de la ley cuando esta atrapa a un hombre que parece culpable siendo inocente. Si a Hathaway le servía para rodar con su habitual estilo documental en aquellos años, y a Eastwood para meter de nuevo el dedo en la llaga, Siegel se acerca un poco más al primero por el estilo, consiguiendo un film transparente, directo, tal vez algo simple, pero muy contundente en alguno de sus tramos, curiosamente en aquellos que poco tiene que ver con la investigación criminal.
'Cuenta las horas' da comienzo con una escena ejemplar tanto en planificación como montaje. Se trata de un asesinato cometido a sangre fría de un matrimonio granjero en cuya casa han entrado a robar. Una escena nocturna en la que el trabajo del director de fotografía John Alton, trabajando con un presupuesto ínfimo, consigue resultados sobresalientes mientras Siegel no escatima en crueldad, sobre todo en el asesinato de la mujer, que sale gritando de la casa y muere desangrada en el jardín. La identidad del asesino es ocultada y enseguida hace acto de presencia el típico falso culpable, George Braden (John Craven) que vive en la granja junto a su mujer Ellen (Teresa Wright). George posee un arma del mismo calibre con el que han asesinado al matrimonio, y cuando se dispone a enseñar el arma a la policía, su mujer, movida por el miedo, lo tira al río deshaciéndose de la única prueba que podría demostrar la inocencia de su marido.
Esa contundencia, tan típica de Siegel, marca en cierta medida el resto del film, que si acaso peca de ser demasiado claro y evidente, por no hablar de cierta ingenuidad en la trama criminal —baste citar un par de detalles absolutamente importantes que el abogados defensor del caso y todo dios pasan por alto hasta casi terminado el film—, pero la tensión que se produce al encontrar el jurado culpable a Goerge y condenarlo a muerte está bastante conseguida, así como esa carrera contrarreloj para encontrar al verdadero culpable. La identidad de este último reside en Max Verne —el gran secundario Jack Elam en uno de sus característicos personajes malvados—, que había trabajado para el matrimonio asesinado. La destreza con la que se salva al principio de la ley se debe a un fiscal inteligente, y la película en lugar de ir por donde iría más tarde 'Harry el sucio' ('Dirty Harry', 1971) opta por ese descuido antes mencionado para que el trabajo de abogados, fiscales y jueces no queden entredicho.
Pero donde 'Cuenta las horas' alcanza sus puntos más altos, además de esa puesta en escena por parte de Siegel, es en el dibujo de una sociedad terrible. Muchos consideran a George culpable, recriminan al abogado hacerse cargo de un caso que parece muy claro —hay que decir que el propio abogado, Doug Madison (Macdonald Carey) en principio no cree en la inocencia de George hasta que por sí mismo descubre ciertas cosas y actitudes que le hacen cambiar de opinión—, se cuentan chismes sobre la relación entre la mujer del acusado y el abogado de este, e incluso se llega más lejos cuando un submarinista contratado para encontrar el revólver que Ellen ha tirado al río intenta aprovecharse de ella sexualmente como cobro por ampliar sus servicios. Dicho instante, de una violencia muy sutil pero latente, es de los mejores de la cinta.
Teniendo en cuenta la pobreza de medios, y el hecho de que la película se filmó en nueve días, 'Cuenta las horas' sobrevive hoy gracias a la inventiva de Siegel, no así de los guionistas Doane R. Hoag y Karen DeWolf, y sobre todo al trabajo del ya citado John Alton en la fotografía, captando el carácter sombrío de la historia a la perfección. Siegel ya empezaba a dominar el lenguaje pero no tanto como en futuras ocasiones. Con todo queda como una buena película que además condensa muy bien su trama en tan solo 76 minutos de duración, algo impensable hoy día incluso dentro de la serie B.
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