Es el final de un viaje. Al menos se siente así. Y como final, sinceramente, no habríamos podido pedir un filme mejor. Quizás no llegue a la altura de 'Kung Fu Panda 2' (id, Jennifer Yuh', 2011), la que considero, ahora que ha "finalizado" la trilogía, la mejor de la terna; pero dejemos claro desde este primer párrafo que 'Kung Fu Panda 3' (id, Jennifer Yuh y Alessandro Carloni, 2016) está al mismo nivel de la primera parte y es, por tanto, una (muy) ejemplar producción animada.
Aclaremos también, antes de entrar en materia, el entrecomillado de "finalizado" del párrafo anterior: si bien Dreamworks ha afirmado que tiene en sus planes futuros ampliar la franquicia con tres películas más que sigan explorando las aventuras de Po, lo que las declaraciones de los dos directores de la presente cinta han evidenciado es que sólo lo harán si las historias que puedan ser puestas en escena son tan fantásticas como hasta ahora. Esperemos que así sea.
Y si lo esperamos es porque, como decía nada más abrir, esta tercera parada en el valle de la Paz cierra de forma espléndida y espectacular el viaje que iniciáramos hace ocho años de la mano de ese panda adorable llamado Po que era elegido por el dedo del maestro Oogway —aparentemente de forma casual— como el salvador del Kung Fu. Y es de la mano de la simpática tortuga que comienza, de la forma más abrumadora posible, el circo de tres pistas que es 'Kung Fu Panda 3'.
De buenas y malas iteraciones
Quizás el mayor "pero" que se le puede interponer a esta tercera parte es uno que ya aparece en el magnífico prólogo que, situado en el mundo espiritual al que Oogway trascendió en la primera entrega, nos presenta a Kai, el imponente villano que pretende acabar —una vez más— con todos los representantes del Kung Fu apropiándose de su chi. Y si lo es, es debido a que el yak al que pone voz J.K. Simmons en la versión original no es más que una concisa iteración sobre el unidimensional Tai Lun de 'Kung Fu Panda' (id, Mark Osborne y John Stevenson, 2008).
Habiendo asistido con admiración a la definición de Shen, el pavo real antagonista de Po en la directa predecesora del presente filme, volver a encontrarnos con un "malo" que busca venganza y poder sin más parece un paso atrás por más que, debido a él, tengamos secuencias soberbias como la citada del inicio, el impresionante flashback animado en dos dimensiones en el que se da cuenta de su antigua relación con Oogway o el clímax final, de un talante épico que quita el hipo.
Ese mismo argumento, el de un elemento de la trama que no es más que una sutil variación sobre aquello que construía ya la primera parte, ya la segunda, podría ser esgrimido para echar por tierra lo que concierne a Po y al viaje interior que el personaje sufre en el reencuentro con su verdadero padre. Pero en este caso, creo que está tan bien traído y se relaciona de forma tan precisa con lo que ya conocíamos del Guerrero del Dragón que me resulta imposible hacer algo más que indicar su existencia.
De hecho, tal y como concluye la historia, y lo que ello sirve al equipo de guionistas para trabajar tanto en la línea de la aceptación de uno mismo que se presentó en la cinta original como en lo que corresponde a la definitiva concreción de lo que significa ser el Guerrero del Dragón —que se suma a lo que ya habíamos visto en las cintas anteriores para concluir la acepción—, es de aplaudir la coherencia que se aprecia en todo momento y la gran cohesión que, a vista de pájaro, mantienen las tres etapas de la trilogía.
'Kung Fu Panda 3', un "final" por todo lo alto
Una saga que, dejando lo argumental al margen, si por algo ha venido caracterizándose desde su comienzo es por ser el "paso más allá" que la Dreamworks ha dado con cada nueva entrega en lo que a animación se refiere: es obvio que en este sentido la primera cinta, como ya comentamos el otro día, es la que mayor relevancia comporta en el devenir técnico de la compañía, pero eso no quita para que segunda y tercera partes dejen boquiabiertos en no pocos momentos.
Dejemos de lado la perfección que se ha alcanzado en la definición de detalles como el pelo de los animales o en el trazado de los bellísimos paisajes que sirven de telón de fondo a la acción; ya que es ésta, tomada en su acepción más enérgica, la que acumula más instantes inolvidables que vienen a añadirse a los que ya podríamos apuntar de sus dos predecesoras. Entre ellos, al margen de los ya citados, la secuencia del entrenamiento, que combina animación en tres y dos dimensiones con unos resultados asombrosos.
Humor, algo de drama —el justo para hacer más tridimensionales a algunos personajes—, personajes entrañables y acción. Cuatro factores a los que se une la estupenda partitura de Hans Zimmer —a la que se le nota, no obstante, la ausencia de John Powell— para rubricar un hermoso punto y seguido a una saga que, ya lo decía al comienzo, espero de todo corazón que, si sigue, lo haga en los mismos parámetros en los que se ha movido hasta ahora. Si no, déjenla estar, que tal y como ha quedado cerrada, es perfecta.
¡Ah! ¡Casi se me olvidaba! A la peque la ha tenido hipnotizada de principio a —sobre todo— fin. Y su padre tan feliz :P
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