Nuevo miércoles y ya para mí es tradición despertarme al toque de 'Andor' con un café y una libreta. En esta ocasión la serie de Star Wars afronta un arco que podemos considerar algo atípico, en el que nuestro protagonista tiene un papel pasivo (o nulo) en el devenir de los acontecimientos en lo que el Imperio empieza a cerrar cerco.
Por cierto, a partir de aquí spoilers de 'Narkina 5', el octavo episodio de 'Andor'.
El trabajo nos hace libres
Tras la detención y condena de Cassian Andor en 'Declaración', llegamos al típico momento de "¿y ahora qué?" ya que nuestro ladrón convertido en rebelde involuntariamente no tiene mucho margen de maniobra, que digamos, en lo que le vemos trasladado a una peculiar prisión imperial. Más bien, un campo de trabajo.
Lo cual no es nada sorprendente teniendo en cuenta que gran parte de la idea de Tony Gilroy para la serie es explorar el Imperio como organismo totalitario. Ya la detención de Cassian sin posibilidad de reclamar es un ejemplo de ello, y esta prisión laboral pensada para romper al prisionero, en el que son los propios prisioneros los que delatan si hay problemas para evitar castigos.
Pero que "Keef" (como se hace llamar) se encuentre en Narkina 5 montando piezas no implica que el resto del mundo se detenga. Volviendo a la sede del BSI, Dedra (Denise Gough) tiene un primer enfrentamiento con Syril (¨Kyle Soller), que le está dificultando su investigación sobre lo que está pasando en Ferrix por las continuas peticiones que está haciendo este sobre Cassian Andor en pro de poder limpiar su propio nombre.
Un Andor del que nadie sabe nada y todo el mundo le busca. Entre ellos, Bix (Adria Arjona) y Brasso (Joplin Sibtain), que se están haciendo cargo de la madre (Fiona Shaw) en lo que su salud se va deteriorando. Los intentos de Bix de dar con Cassian son infructuosos y traen problemas cuando Dedra llega al planeta y empieza a detener e interrogar a los amigos de Cassian.
Por otro lado, tanto Mon (Genevieve O'Reilly) como Luthen (Stellan Skarsgård) siguen orquestando su rebelión. Cada uno sigue con sus propósitos y sus ideas. Mientras la primera sigue en el plano político (con no pocas trabas), el segundo va yendo más allá en lo clandestino y compañías peligrosas como una reunión con Saw Gerrera (Forest Whitaker).
En lo que el Imperio va poniendo cerco, tenemos un mes de salto con Cassian en la cárcel, donde le vemos aparentemente doblegado al sistema. Si en el primer acto del episodio le veíamos observando todo lo posible las pautas, las incompetencias de los guardias y todo lo que le pudiera ser útil para un posible escape, aquí le vemos totalmente enfocado en su tarea. Eso sí, no creo que tardemos mucho en volver a ver a nuestro protagonista en acción pero las dificultades se apilan y no va a ser fácil.
En definitiva, este octavo episodio ha sido vibrante en lo que tanto rebeldes como el Imperio va colocando sus piezas. Por lo menos los jugadores que ya nos son familiares. Otro buen capítulo que demuestra lo bien que funciona Star Wars cuando se quiere ir a la diferencia.
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