Alfred Hitchcock: 'Pánico en la escena', la gran trampa

Alfred Hitchcock: 'Pánico en la escena', la gran trampa
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‘Pánico en la escena’ (‘Stage Fright’, Alfred Hitchcock, 1950) es probablemente la película de las dirigidas por el llamado maestro del suspense que más ha dividido a público y crítica. La película que posee una de las mayores trampas argumentales jamás vistas en una pantalla, y que en el momento de su estreno fue todo un escándalo por contradecir lo que Hitchcock opinaba del suspense y romper alguna de las reglas básicas de la narración clásica cinematográfica.

Sin embargo, y a pesar de que efectivamente la trampa es de órdago, la película, vista hoy día, alcanza una dimensión que me resulta muy interesante analizar, ahora que el cine ha experimentado con sus propias reglas hasta el infinito. El interés del director en adaptar la novela homónima de Selwyn Jepson fue por las críticas sobre el libro que aseguraban era perfecta para una película de Hitchcock; y el director británico hizo caso, cambiando elementos muy importantes de la trama.

(From here to the end, Spoilers) ‘Pánico en la escena’ comienza con un ritmo frenético. Richard Todd y Jane Wyman —actriz verdaderamente extraña para protagonizar una película de Hitchcock— dan vida a Eve y Jonathan, ella una actriz que sueña con interpretar un buen papel en el teatro, y él viejo amigo que acude a ella en busca de ayuda. Le persigue la policía, y en la huida éste le cuenta, a modo de flashback, que ha encubierto un homicidio cometido por su amante Charlotte (Marlene Dietrich), famosa actriz que ha matado a su amigo por accidente.

A partir de ese instante, Eve hará todo lo posible por demostrar la inocencia de su amigo, del que está enamorada —una vez más el amor como motor—, metiéndose sin darse cuenta en una intriga que tendrá al espectador muy pendiente de lo que pasa. El problema que vieron muchos en su momentos —y aún ahora— es que lo narrado por Jonathan es mentira y el flashback es falso. Voces que pusieron el grito en el cielo por ello, pero que en mi opinión no es más que un juego con el punto de vista. Muy atrevido, pero un juego muy efectivo.

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El cine es mentira

La película da inicio con los títulos de crédito, tras los cuales vemos un telón que se levanta para dar paso a una panorámica de Londres. Como si se tratase de una función de teatro —otro de los motivos del director para hacer el film— Hitchcock nos mete de lleno en una historia en la que absolutamente todo será mentira, y considerando que el director británico es el mayor mentiroso de la historia, la coherencia es innegable aunque contradiga su máxima: el suspense es algo que conoce el espectador y desconoce el personaje.

Ello no impide a Hitchcock realizar en parte alguno de sus perversos juegos con la condición humana, llegando hasta el extremo en lo que respecta a la complicidad del público. La trampa sobre el flashback no es la única que se presta al juego de la mentira. En su acercamiento al mundo teatral, el director obliga a sus personajes a representar distintos papeles en la vida real, teniendo que mentir todo el rato. Eve llega a hacerse pasar por tres personas distintas. El misterio es investigado a través de continuas mentiras, en consonancia con el inicio, y el clímax final se desarrolla en un teatro, ya con todos despojados de sus papeles.

Hitchcock realiza un ejercicio muy interesante con el tema del flashback en mi opinión. Si el mismo es mostrado justo cuando Jonathan relata a Eve lo “sucedido”, al final, cuando todo se ha descubierto, él mismo confiesa la mentira ante una Eve aterrorizada —atención a los primeros planos en ese instante— con un diferencia: ya no vemos un flashback, sólo a Jonathan narrando. Inteligente forma de darle la vuelta al recurso de siempre, alegando a la imaginación e inteligencia del público.

Así pues no puedo estar más en desacuerdo con el propio director que le confesaba a Truffaut en su famosa entrevista que esta película no le satisfacía mucho por haber filmado un flashback que era falso. El paso del tiempo la ha colocado en su justo lugar, e incluso ese truco ha sido repetido en films como ‘Sospechosos habituales’ (‘The usual Suspects’, Bryan Singer, 1995) con sobrada eficacia. En el caso de ‘Pánico en la escena’ cobra sentido por el juego propuesto sobre el teatro/mentira.

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Marlene Dietrich, y el juego de la ironía

Es muy probable que Hitchcock guardase muy mal recuerdo del rodaje, en el que Jane Wyman se quejaba continuamente de que su compañera de reparto, la siempre fascinante Marlene Dietrich, saliese más guapa en pantalla. Anécdota curiosa en la que Hitchcock además pareció reírse de Wyman creando planos de Dietrich absolutamente antológicos. Atención al que le dedica cuando ésta concluye su confesión de complicidad.

Además, con Marlene Dietrich apoya por completo el juego planteado. Si el espectador está acostumbrado a verla como femme fatale, nuestras sospechas enseguida recaerán sobre ella —su reacción ante la muñeca que le acerca un niño también parece inculparla, lo mimo que la conversación entre ella y Jonathan escuchada por una Eve oculta—, descubriendo con sorpresa que ella no es la autora material de crimen, pero su perversidad como mujer queda bastante clara.

Como punto débil la presencia del muy limitado Michael Wilding, que repite con el director tras ‘Atormentada’ (‘Under Capricorn’, 1949), y aunque está mejor que en aquélla, aquí no llega a la altura del resto, aunque protagoniza buenos momentos como el instante amoroso con Eve en el coche. La película tampoco posee un malo de envergadura, otra de las máximas de Hitchcock, aunque logra hacerlo temible en su confesión final.

La ironía que supone la forma de morir del villano es otra de las bazas fuertes del relato. Cuando su farsa termina el propio teatro actúa como metáfora del fin de una mentira. No hay aplausos, y en el recuerdo quedan los que el padre de Eve —un espléndido Alistair Sim, que además aporta un punto cómico a la historia— da a una destrozada Eve tras haber representado su papel para descubrir la verdad, aquella que ineludiblemente nos hace libres, aunque el precio a pagar sea muy caro.

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