‘Falso culpable’ (‘The Worng Man’, Alfred Hitchcock, 1956) es el film más realista de su director dentro del género del thriller o suspense. Un paso muy lógico y coherente en la filmografía del maestro y, que sin duda, se llevó a cabo por la manía que el director británico le tenía a lo que él llamaba sus amigos los verosímiles, y que siempre ponían en duda el verismo de alguna de las películas de Hitchcock, inconscientes de lo que significaba el lenguaje cinematográfico, alegando mil y una tonterías comparando cine con realidad.
Así pues Hitchcock eligió un caso real acaecido hacía tres años, en el que un pobre hombre fue encarcelado por una serie de atracos a mano armada, declarándose inocente en todo momento, aun habiendo varios testigos presenciales que le señalaban como el autor de los hechos, hasta que tiempo más tarde, el verdadero culpable fue detenido. Un caso excepcional en el que Hitchcock se ríe de sus “amigos” y a partir de un caso real construye todo un espectáculo cinematográfico puro y duro.
Un viaje hacia la impotencia
‘Falso culpable’ contiene la típica aparición de su director, aunque esta vez la diferencia radica en que él es el protagonista del prólogo, en el que nos avisa de que lo que vamos a ver está basado en hechos reales. Otro punto de diferencia con respecto a sus films de siempre, al igual que volver al blanco y negro de antaño para remarcar ese realismo del que hace gala en su relato, sobre todo en la puesta en escena.
Henry Fonda, actor realmente idóneo para el personaje, por poseer ese rostro tan amable y cercano, una apariencia de hombre normal y corriente. Hasta que Sergio Leone lo recibió en sus brazos, Fonda era el típico americano medio honrado e incorruptible, un héroe con todas las de la ley. La elección por parte de Hitchcock es evidentemente muy acertada, y el relato procura mantener siempre el punto de vista de Manny (Fonda), el pobre bajista que no ve la que se le viene encima. Desde cierta perspectiva ‘Falso culpable’ es una película muy actual.
Los claro oscuros de Robert Burks conducen al espectador a través del calvario de Manny hacia el mismo centro de la impotencia, donde asistimos, terriblemente afectados por lo que sabemos es una injusticia, a toda una serie de inconvenientes con lo que se encuentra el protagonista y que, vistos en cualquier película, parecerían trucos de guión o coincidencias. Sin embargo ahí está la gracia, en ese doble juego que propone Hitchcock, quien además sentía un miedo atroz hacia la policía precisamente por casos como éste.
Cine comercial de autor
Hitchock intentó ceñirse lo máximo posible a los hechos aunque por supuesto se permitió algunas licencias, como debe ser. Intentó que John Michael Hayes, que había sido su guionista habitual en trabajos previos, hiciese un tratamiento del guión, pero aquél se negó, significando el fin de la relación entre director y escritor. Con todo, y a pesar del realismo, Hitchock mezcla géneros y tonos con una osadía fuera de lo común. Tanto que precisamente esto no fue del agrado de muchos, pero el director sabía lo que hacía aun dentro de los cánones de una cinta con fines puramente comerciales.
‘Falso culpable’ es en ciertos instantes un semi-documental que sigue a un pobre hombre en su odisea particular, en la que prácticamente todo el mundo le señala con el dedo, tomándose su tiempo para narrar lo cotidiano desde varios puntos de vista. Primero, el propio Manny detenido dentro del coche policial y siendo testigo de que la vida sigue su curso sin que haya grandes cambios por su drama personal, y segundo, cuando es encarcelado Hitchcock muestra paso a paso su encarcelamiento, desde la toma de huellas hasta la entrada en la celda, secuencia que se filmó en una prisión de verdad con presos reales.
No sólo se utilizaron algunos de los lugares en los que ocurrieron los hechos, sino que algunos personajes están interpretados por los verdaderos protagonistas de la historia, la cual debemos recordar, está llena de coincidencias extremas y actos por parte de algunos realmente escandalosos. Podríamos citar la seguridad latente de dos mujeres que reconocen en una rueda a Manny como el autor de los atracos, o la interrupción en el juicio por un miembro del jurado que, convencido de la culpabilidad del acusado, llegó a protestar al juez si era necesario seguir escuchando.
Una ley injusta
A ese realismo hay que añadir que Hitchcock en ciertos instantes se permite el juguetear con la cámara, alejándose así de toda “veracidad”. Cuando Manny entra en prisión, el detallismo más milimétrico —haría las delicias de Bresson— se mezcla con esa cámara que empieza a dar vueltas y vueltas alrededor del rostro de Manny como alegoría del pozo en el que se está hundiendo. En la segunda mitad del film, éste navega hacia la locura del personaje de Vera Miles, incapaz de aguantar la presión.
Ese tramo, que mete de lleno uno de los elementos más característicos del cine de su autor, el de las enfermedades mentales, puede dar la sensación de desviar la atención de la trama central, pero no es así, en realidad la complementa. A Hitchcock le encantaba poner de relieve las injusticias que la ley cometía, y en algunos casos lo que se derivaba de ello. En este caso, el precio a pagar por una acusación es la locura, en consonancia con lo loco que debió significar para su protagonista vivir el calvario que vivió.
‘Falso culpable’ no realiza concesiones a pesar de reflejar con rigor muchos de los hechos acaecidos. Su intención no es ser un documento fiable de lo que ocurrió, sino ir más allá en el retrato del falso culpable por excelencia y las consecuencias, terribles e imperdonables, como producto de un sistema en apariencia efectivo, pero en realidad limitado y pobre. Lo dicho, una película terriblemente actual.
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