Nadie, absolutamente nadie, sabe dirigir acción como Michael Bay. Desde los tiroteos imposibles de su debut cinematográfico 'Dos policías rebeldes' a la destrucción robótica a gran escala de la saga 'Transformers', pasando por la épica espacial de 'Armageddon' y, por supuesto, por la descomunal 'La Roca' —el tiroteo en las duchas sigue siendo sobrecogedor—, la cantidad de ejemplos para reafirmar esta máxima se cuenta por estrenos.
Este estilo propio —más bien maestría— a la hora de mover la cámara, de encontrar el encuadre perfecto y de distribuir y dirigir el movimiento en cada plano, conocido como "Bayhem", ha ido refinándose a lo largo su trayectoria hasta alcanzar la perfección en una genial 'Dolor y dinero' que, además, depuró en gran medida los excesos que siempre se han asociado a su filmografía.
Con '6 en la sombra', el realizador californiano encuentra una suerte de caja de juguetes ilimitada con la que seguir explotando la vía formal, tonal y, hasta cierto punto, narrativa, del filme protagonizado por Mark Wahlberg en 2013; y el resultado ha sido una demencial orgía de acción y comedia sin ningún tipo de filtro cuya mayor flaqueza radica en la imposibilidad de disfrutarla en una sala de cine.
Puro Bayhem sin cortar
Empecemos hablando claro. Quien espere iniciar sesión en su cuenta de Netflix, darle al botón de play y encontrarse con un guión depurado, una construcción de personajes minuciosa y un relato rebosante de intriga y giros imposibles, ya puede ir olvidándose. Porque la delirante premisa de '6 en la sombra' y su desarrollo no son más que un simple trámite para lo verdaderamente importante: brindar al respetable un show hipervitaminado marca de la casa Bay.
Esto queda bien claro durante la sorprendentemente larga secuencia introductoria del filme, en la que se van presentando a los personajes principales a brochazos notablemente gruesos en medio de una persecución a las cuatro ruedas en las calles de Florencia. Así, vehículos colisionando de todas las formas habidas y por haber, parkour, muertes imposibles, sangre a borbotones y un humor tan memo como divertido sirven como carta de presentación al filme de acción del año en veinte minutos de infarto.
Por suerte, en el resto de sus abultados —tal vez algo excesivos— 128 minutos de metraje, el índice de espectacularidad no sólo no decrece, sino que alcanza límites insospechados con dos de las mejores set-pieces que vayan a ver nuestros ojos en mucho, mucho tiempo. Mención especial para un clímax magnético —en todos los sentidos— que invita a dudar de que el presupuesto de la producción "tan sólo" haya sido de 150 millones de dólares.
Tomando por bandera unos niveles de violencia explícita inesperadamente altos y un sentido de la comedia canalizado por un Ryan Reynolds que se muestra cada vez más cómodo y solvente en registros de este estilo, '6 en la sombra' cumple con creces su cometido de desencajar mandíbulas, entretener y maravillar a los más analíticos con una realización libre y sobresaliente.
Puede que su libreto sea un auténtico disparate con pocos pies y menos cabeza, que su narrativa se antoje algo sincopada y que, una vez finalice, el festival termine abrumando de tan recargado y ruidoso, pero a ver quién es capaz de aterrizar de pie y sin despeinarse tras una pirueta como esta si no es el puñetero Michael Benjamin Bay.
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