Escarnio es la befa tenaz que se hace con el propósito de afrentar.
Escarnio es también el título del segundo cortometraje de Raúl Cerezo, estrenado en la Sección Oficial del Festival de Sitges 2004, y que todavía continua en una imparable trayectoria de festivales, con diversos premios y más de 104 nominaciones. La más reciente, la selección para el Festival de Slamdance.
Basado en el cuento La Gallina Degollada de Horacio Quiroga, narra la historia de un matrimonio, cuyos hijos contraen una extraña enfermedad, que sus progenitores no se ven capaces de afrontar. Por ello deciden dejarlos al cuidado de su hermana y cuñada, que les hace también de sirvienta, mientras esperan un nuevo nacimiento, con el que poder olvidar su desgracia.
Ayer por la noche pude verlo por primera vez, y tengo que reconocer que mi primera actitud fue de rechazo. La historia me resultó demasiado desagradable, demasiado cruel, demasiado difícil de digerir en tan solo 20 minutos. Quizá tuvo que ver, que era ya muy tarde, o que cené demasiado, pero la verdad es que el corto, me produjo sueños muy extraños.
Web oficial | Escarnio Al despertar, esta mañana, no sabría explicar como, tuve la certeza de no haber sido objetiva, de haber obviado a propósito la magia hipnótica de las escenas, la fotografía envolvente de Alvaro Germán Vilela, el poderoso efecto de la música, de Iván Espino, en definitiva, todo un conjunto que funcionaba a la perfección, pero que yo no había sido capaz de tener en cuenta.
Me había superado la emoción. La emoción adversa ante lo que resulta desagradable, el sentimiento reflejo de repulsa, el mismo sentimiento que debieron sentir los protagonistas por sus propios hijos. Así, de forma totalmente inconsciente, me había sumergido en el cuento, para poder desgranarlo después en el incomprensible lenguaje de los sueños. Para poder apreciarlo como se merecía, a la mañana siguiente.
Tampoco es que ahora pretenda ser objetiva (después de semejante experiencia, supongo que es comprensible), pero si me gustaría añadir, que vale la pena detenerse a contemplar Escarnio, no una, sino varias veces. Para empaparse de la contradicción que produce la belleza unida al terror, y sus consecuencias. Para disfrutar, sobretodo, de un corto bien realizado, tanto, que en un momento de despiste, te convulsiona por dentro.