Resulta más llamativo cuando se producen los grandes episodios de atrocidades en la historia, pero la realidad es que el mal es algo que plaga al mundo de manera cíclica y nunca fortuita. Los graves momentos como el Holocausto resultan especialmente atroces de ver en retrospectiva, aunque en su momento hayan sectores que lo normalicen para horror del resto, como se ve en ‘La zona de interés’.
La película de Jonathan Glazer nos muestra hasta que horripilantes extremos se puede convivir con ese mal alrededor. Uno que llega siempre tras una serie de indicios que, si bien no quedan siempre claros en su momento, puede llegar a extremos preocupantes si no se atajan de raíz. Es un problema complejo pero urgente, tal y como se aprecia en la escalofriante ‘La cinta blanca’.
Los orígenes del mal
Una película muy complementaria a la de Glazer, especialmente por compartir un miembro en sus respectivos repartos (Christian Friedel). En esta formidable película de Michael Haneke, nominada también en su momento al Oscar en la categoría internacional, tenemos dos horas y media sobre los orígenes del nazismo que conduce al Holocausto, disponibles para ver en streaming a través de acontra+, Filmin y MUBI, y gratis con anuncios en Runtime.
Es el año 1913, en una pequeña aldea protestante en el norte de Alemania. Se está produciendo a nivel general un caldo de cultivo que va a desencadenar en la primera Gran Guerra. En el pueblo empiezan suceder cosas extrañas, casi castigos rituales realizados por los niños y adolescentes del coro del colegio, con la connivencia de los adultos residentes.
Haneke no hace sólo un increíble vistazo a cómo van germinando las semillas del odio, que toman su versión completa en fenómenos como el nazismo. Su siempre analítica mirada nos mete también el miedo en el cuerpo al contemplar cómo se normaliza ese proceso, cómo se va adoctrinando activa o pasivamente en ese mal.
‘La cinta blanca’: caldo de cultivo del fascismo
Pueden resultar muchas barreras para el espectador medio el lenguaje alemán, el trabajo de época, la decisión del blanco y negro o el característico estilo gélido pero implacable de Haneke, que no se corta tampoco en plasmar comportamientos horripilantes en una pantalla. Pero en ‘La cinta blanca’ resulta todo arrebatador, con casi todas las decisiones resultando magistrales.
Empezando mismo por ese blanco y negro, para resaltar ese devastador simbolismo al que alude el título sobre la inocencia y la pureza, manchadas aquí de la peor manera. El cinismo y ocasional misantropía de Haneke pueden hacerse muy cuesta arriba, pero los emplea mejor que nadie en sus películas. Y aquí consigue hacer uno de los retratos más impactantes sobre el fascismo que ha tenido el cine.
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