Con el éxito de 'Matadero', la nueva ficción de Antena 3, el thriller made in Spain se consolida como un infalible gancho para crítica y público. Acostumbrados como estamos a que la realidad supere la ficción y a encontrarnos con estas historias en otras zonas rurales donde no es tan extraño cargar con un revólver en el supermercado, la nueva apuesta televisiva demuestra que nos gusta ver cómo a los demás les pasan cosas chungas. Aunque a veces sea más difícil de creer lo que pasa en un pueblo español que ver un ovni sobrevolar un pequeño pueblo de Norteamérica.
Denominación de origen
Durante los años cincuenta, el cine español vivió un momento de oro alrededor del género. El gran responsable de que hoy podamos disfrutar de una nueva edad de oro en el thriller fue sin duda Ignacio F. Inquino, que a través de Emisora Films, su productora, arrancaría el género a mediados de la década de los cuarenta. Entre el noir americano y el polar francés, nosotros también supimos poner en marcha un género con alguno de los títulos más emblemáticos de nuestro cine. 'Manos sucias', de José Antonio de la Loma, 'A sangre fría' (con una copia excelente en la plataforma cañí Flixolé), de Juan Bosch o 'Los peces rojos', de José Antonio Nieves Conde, demostraban que, a pesar de tener que hacer verdaderos juegos malabares con la censura franquista, el cine negro tenía un hueco en nuestras salas.
Y es que hacer cine negro entonces era muy complicado. Al ser un género que por defecto incluye una importante carga de denuncia, de señalar con el dedito, era complicado poder esquivar las condiciones impuestas por el régimen y ofrecer un producto de calidad que no fuera mera propaganda. Se permitían las historias con robos y delitos, ladrones o asesinatos, con la única condición de que la policía detuviera finalmente a los malos. El orden y la ley vencían y provocaban así una sensación de seguridad en el espectador al salir a las calles españolas. Siguiendo con el absurdo razonamiento de la época, la mujer fatal podía dejarse ver por las historias, pero esos papeles deberían recaer en actrices extranjeras, porque claro, todo lo malo viene de fuera. En cambio, la mujer española, epicentro de la sociedad nacional católica, no se podía vilipendiar.
Así continuaría durante la década de los sesenta, donde títulos como '091 Policía al habla' o 'A tiro limpio' quedaban a la sombra de clásicos como 'La Caza' o 'El extraño viaje'.
La aguja y el daño hecho
Con el fin del franquismo, el thriller nacional empezaría a mostrar la otra cara de la sociedad. Al igual que sucediera durante sus orígenes, la ciudad de Barcelona sería testigo de un nuevo movimiento cinematográfico surgido del thriller: el cine quinqui.
El propio Ignacio F. Iquino volvería a hacer de las suyas con la perturbadora 'Los violadores del amanecer' en una época dominada por el cine de José Antonio de la Loma, que con su trilogía "callejera' convirtió a macarras reales en estrellas de cine. Liberados del peso de la censura, el cine de género nacional empezaría a entrar en asuntos escabrosos impensables poco antes. La corrupción policial sería el foco de 'El arreglo', de José A. Zorrilla, premio al mejor nuevo director en el Festival de San Sebastián de 1983, o 'Fanny Pelopaja', del siempre certero Vicente Aranda. 'Con uñas y dientes', de Paulino Viota, también fue un hito de la clandestinidad. Saura y Almodóvar, por su parte, también aportaron su visión al género con títulos como 'Deprisa, deprisa' o '¿Qué he hecho yo para merecer esto?', aunque el director de 'Todo sobre mi madre' lograría su obra cumbre mucho después con la excepcional 'La piel que habito'.
Pero el gran aporte de los ochenta corrió a cuenta de José Luis Garci, que con sus películas centradas en el personaje de Germán Areta marcó un antes y un después en el thriller nacional, dejando claro que otro estilo era posible y que nuestro cine también podía honrar a Dashiell Hammett. Pero ojo, que sin el inolvidable Alfredo Landa no habría crack. Como puente entre décadas, la inexplicable pieza cómico-dramática de Álvaro Sáenz de Heredia protagonizada por Emilio Aragón y Ana Obregón, 'Policía', de la que puedes apreciar sobre estas líneas el fantástico póster de Alemania, donde está editada en dvd.
Los noventa supieron mezclar lo más sucio de los setenta con la energía del momento, y películas como 'Días contados', de Imanol Uribe, o 'Todo por la pasta' y 'Los lobos de Washington', de Enrique Urbizu y Mariano Barroso respectivamente, mantuvieron el tipo de la modernidad, mientras Gonzalo Suárez jugaba más clásico en 'El detective y la muerte'. Por su parte, Agustín Díaz Yanes también marcó un gran tanto con 'Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto', uno de los títulos clave de los noventa con el permiso de la entrañable 'Tesis' de Alejandro Amenábar, una película de gran valor a pesar de haber envejecido de manera un tanto prematura. Barroso, actual presidente de la Academia, venía de "resucitar" el género con títulos como 'Mi hermano del alma' o 'Éxtasis', estupendos trabajos de género bien trabajados.
El thriller ahora
Asentado y convertido en uno de los géneros favoritos del público, el thriller lleva un puñado de años asentado en las pantallas. 'La caja 507', de Enrique Urbizu, fue una de las primeras ocasiones en las que nuestra generación descubrió que el género era posible. Que no necesitabas irte a Miami o a los bajos fondos de la cocina del infierno para tener una historia de sangre, amor, muerte y venganza.
Nuestro thriller no conoce límites. Uno puede irse de fin de semana a las profundidades de la España más rural, esa en la que Carlos Saura recreó la masacre de Puerto Hurraco en 'El séptimo día', donde Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo pasaron las de Caín en la sobresaliente 'La isla mínima' o en la excepcional y muy poco recordada 'La noche de los girasoles', y sufrir una mala experiencia. La opción de quedarse en la ciudad, en el núcleo urbano y duro, tampoco sale mucho más segura. Ahí, en la "city", puedes encontrarte a Coronado en cualquier bando, como en 'El cuerpo', en su memorable y mencionado anteriormente duelo con Resines, de nuevo a las órdenes de Urbizu negando la paz para los malvados o en modo padre coraje a las órdenes de un renacido Miguel Angel Vivas en la excelente 'Tu hijo'.
Que dos de los títulos más respetados de la última hornada pertenezcan al género y, además, hayan mostrado una exquisita amplitud de miras, son la última prueba de su validez y preferencia. 'Tarde para la ira' y 'Que dios nos perdone' son dos títulos que serán recordados con el tiempo. En especial esa equilibrada mezcla de orientalización y sofoco americano de Rodrigo Sorogoyen, uno de los mejores títulos de nuestro catálogo histórico. Sorogoyen, además, ha vuelto a triunfar esta temporada con 'El reino'.
Los payasos de la tele
Carlos Larrañaga. Arturo Fernández. Pepe Viyuela. Emilio Aragón. Antonio Resines. Toni Cantó. Nuestros cómicos más televisivos tienen su conexión con el thriller porque supone el verdadero cambio de registro. Javier Cámara, uno de nuestros cómicos más queridos, no ha dudado en subirse al barco de 'Narcos' y, además, dominar un acento que no es el suyo. La brigada criminal de los cincuenta ha dejado paso al grupo siete, y thriller de las salas de cine también ha encontrado su hueco en televisión: 'La casa de papel' es un éxito internacional y la prueba de cómo sabemos manejar los códigos de un género que nunca se agotará.
Aplaudamos las valientes propuestas de cineastas como Oriol Paulo, que con su tridente formado por las desvergonzadas 'El cuerpo' y 'Contratiempo', dos entretenimientos de primera, parece haber encontrado un lugar tranquilo 'Durante la tormenta', su trabajo más delicado hasta la fecha. El thriller no para, y ahí están 'El guardián invisible', 'Plan de fuga', 'Secuestro', 'La sombra de la ley', 'El desconocido', 'El bar', 'El autor', 'El hombre de las mil caras', 'El aviso'... Esto no ha hecho más comenzar.
2019 traerá los nuevos y esperados largometrajes de Koldo Serra, '70 binladens', 'El silencio de la ciudad blanca' de Daniel Calparsoro, 'Quien a hierro mata' de Paco Plaza, 'Legado en los huesos' de Fernando González Molina o el debut de Marc Vigil, 'El silencio del pantano', entre muchos otros.
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