'A vida o muerte' ('A Matter of Life and Death', 1946) fue una de las películas del tándem formado por Michael Powell y Emeric Pressburger, directores británicos que participaron juntos en la década de los 40 y buena parte de los 50, realizando una serie de films que necesitarían extensos estudios para hacerles justicia. Me llama la atención que siendo directores tan admirados como Martin Scorsese (quien considera 'Las zapatillas rojas' una de las mejores películas que ha visto) o Steven Spielberg (el cual curiosamente tiene semejanzas de estilo con ellos en su trabajo de director), no se ha escrito lo suficiente al respecto de dos realizadores que tienen su lugar entre los grandes, gracias a películas como la presente, o 'Sé adonde voy', 'Coronel Blimp' o 'Narciso negro' (de la que os hablaré en breve) . Si tuviéramos que destacar alguna de las películas que Powell dirigió en solitario, no hay duda de que 'El fotógrafo del pánico' ('Peeping Tom', 1960) se llevaría la palma.
Powell y Pressburger hacían films mastodónticos, de grandes presupuestos, casi siempre éxitos de taquilla, y llenos de imaginación, no sólo en sus propuestas argumentales, algunas de las cuales corrían el peligro de caer en la cursilería, sino también en la puesta en escena, arriesgada, llena de detalles y que, a día de hoy, no ha perdido un ápice de su fuerza.
'A vida o muerte' narra la historia de un piloto (Peter Carter) de aviación británico, que en plena Segunda Guerra Mundial, cuyo avión ha sido alcanzado y su destino es inevitable. En sus últimos momentos, logra contactar por radio con una telegrafista americana (June) con la que mantiene una apasionada conversación, lo que les llevará a enamorarse. Decidido a no morir quemado en el avión, se tira al vacío convencido de que morirá antes de llegar al suelo, pero algo extraño sucede y Peter no muere. En el cielo, donde éste debería estar, envían a alguien a la Tierra para ver qué ha sucedido.

Powell y Pressburger, también guionistas del film, juegan todo el rato con lo real y lo fantástico, moviéndose en la fina línea que une los dos mundos, coqueteando con las leyes físicas, cambiando el tiempo, iluminando y fotografiando de una u otra manera según el contexto y sobre todo, haciendo creíble algo que en manos de otros directores menos inspirados o no creyéndose el material que tiene entre manos, no sucedería ni por asomo. Hablamos de una película cuya historia es de lo más increíble y fantasioso que uno pueda experimentar. Un hombre que no muere, que se enamora y gracias a ese amor consigue un aplazamiento de su muerte, mientras el espectador es testigo de dos mundos, provenientes del mismo pero con distintas reglas.
El acierto de los directores ha sido una exquisita puesta en escena y un guión con unos excelentes diálogos, que ayudan a la total credibilidad de la historia, sin que ésta nos chirríe ni lo más mínimo. Para empezar, en la secuencia de la conversación por radio, uno diría que en tan poco tiempo dos personas que no se conocen y ni siquiera se han visto, puedan enamorarse. Esto se soluciona con unos primeros planos, llenos por los rostros de los actores (David Niven y Kim Hunter) que recitan con convencimiento sus frases, una planificación que no hace otra cosa que acercar a dos personajes que en ese momento están lejos físicamente el uno del otro. Al espectador no le queda ni la más mínima duda de que ese amor puede ser posible, y a partir de ese detalle, todo lo que viene después tiene el deseado efecto.
En la Tierra, Peter recibe la visita de un distinguido hombre francés de época encargado de llevárselo al cielo, pero nuestro protagonista reclama su derecho a quedarse viviendo, pues se ha enamorado durante ese tiempo prestado que él no ha pedido. Este detalle llenará la película hasta su final, pequeños intervalos de tiempo entre este mundo y el otro, fragmentos en los que se decidirá por medio de un juicio la suerte del protagonista. Powell y Pressburger toman la acertada decisión de fotografiar el Cielo en blanco y negro, y todo cuanto acontece en la Tierra en un llamativo color (marca de la casa), hasta bromean con ello, cuando el personaje enviado desde el Cielo exclama lo maravilloso que es el technicolor. Una treta argumental que resulta de lo más curiosa: tiempos muertos en los que se decide sobre la vida.

La imaginación que atesora 'A vida o muerte' es absolutamente desbordante. Desde la secuencia de Peter caminando por la playa, de fuerte carácter onírico (y que lleva a pensar que Peter ha muerto y está en una especie de limbo), hasta todas las desarrolladas en el cielo, donde podemos ver la sala donde todos los que ingresan comprueban su registro (estamos hablando de un sistema celestial en el que las muertes de todos los seres humanos que han existido y existirán han sido convenientemente programadas), o la inmensa estancia en la que se celebra un juicio apasionante en el que se debaten temas como el nacionalismo, la historia del hombre, y cómo no, el amor. Los fastuosos decorados (entre los que destaca una gigantesca escalera por la que ascender al cielo) y los trucos fotográficos permanecen incólumes al paso del tiempo, y haber disfrutado esta película en una pantalla grande debió ser una de las experiencias cinematográficas por excelencia de 1946. Aún a día de hoy sería sorprendente.
Ante la imaginación a raudales de la que hacen gala los directores, da la sensación de que el trabajo actoral no está a la altura, y tal vez sea así. David Niven y Kim Hunter (recomendada por el mismísimo Alfred Hitchcock) componen la típica pareja de enamorados de las películas románticas de aquella época. Raymond Massey, cuya presencia se hace esperar en el film, da vida (o mejor dicho, muerte) al fiscal del juicio en el que se decide la suerte de Peter Carter. Con la habitual fuerza expresiva de un actor de carácter como Massey, éste llena la pantalla cada vez que aparece, resaltando ciertos aspectos en los diálogos que pueden llegar a resultar ideológicamente muy cuestionables. Pero quien se lleva la palma es el prácticamente desconocido Roger Livesey, cuyo personaje (Frank Reeves, un doctor en psiquiatría) es la clave de todo el relato. Es él quien en vida protege a Carter, alegando que todo lo que se imagina posee cierta lógica, que no sobrepasa la fantasía, indicio éste de que Carter dice la verdad, algo que el espectador ya sabe de antemano. Es Reeves quien tiene la brillante idea de llevar una lágrima de June al cielo como prueba del amor que ésta siente por Pete, y es Reeves quien resuelve el tema haciendo ver a todos que el amor está por encima de cualquier ley, ya sea terrenal o celestial.
'A vida o muerte' estaba editada en DVD en nuestro país, pero desconozco qué ha pasado con dicha edición y las condiciones que presentaba. En cualquier caso, su visionado es de los que no se olvidan fácilmente, representando un tipo de cine que apenas se hace en la actualidad, aunque sigue totalmente vigente: el de las emociones mezclado con el gran espectáculo. Mientras pienso en el único director actual que es capaz de conseguir semejante proeza, me retiro a mis aposentos a escribir sobre el talento no reconocido de Henry Selick.
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richardford
"Emociones mezclado con gran espectaculo",al instante pense en el gran David Lean(otro britanico,si ya se que no es actual...)
Quiza en la actualidad Spielberg(mas de uno se me va a tirar al cuello)sea uno de los pocos directores que mezcle ambas tendencias con exito(aunque muchisimos piensan que la ultima de Indy-a mi me parecio excelente-es un desproposito y este hombre se ha olvidado de dirigir,para echarse a llorar...)
En cuanto a la pelicula no la he visto,(aunque no sera por falta de ganas)estos directores siempre me han parecido minusvalorados...
Narciso negro me parecio maravillosa la primera vez que la vi y vuelta a ver hace poco visualmente es espectacular(como tu bien dices marca de fabrica de los directores),pero no se por que no pude entrar en la historia,se me hizo un pelin pesada(quiza sea culpa mia y tuve un mal dia...),volvere a revisarla y espero impaciente ese post...
Saludos!!!
truffi
No he querido leer todo el artículo, porque no quiero adelantarme nada a la peli. Aunque es bastante difícil de conseguir, así que no sé cuánto tiempo me demore en verla.
He visto solo "Coronel Blimp" y "las zapatillas rojas", y se han convertido inmediatamente en dos de mis películas favorita. Además de lo sorprendente que me resultó "peeping tom", una maravillosa anti-apología del cine.
Desde entonces me ha parecido que a Powell y Pressburger no se les ha dado el reconocimiento que realmente merecen, y lo que es peor, con la sensación de que se debe casi exclusivamente a que vienen de un industria de segunda clase, como lo es la británica.
Pero... si hay que ver solamente la escena de baile de "las zapatillas rojas" para entender la importancia de estos dos directores. Después de eso uno se pone a pensar que de ahí viene todo el musical moderno (nótese que esa peli es anterior a "Cantando bajo la lluvia". Además, dos grandes guionistas (Pressburger era quien más se encargaba de eso. Powell era más director), y eso se nota a la legua tanto en Blimp como en las zapatillas rojas. Supongo que en "A vida o muerte" tb.
Me han dado muchas ganas de ver esta peli, pero se han hecho bastante difíciles de conseguir, y yo no soy de los que ven la pelis en cualquier formato; me gusta que las condiciones sean ideales para ver buen cine.
Por cierto, aprovecho de dejar el link para mi propio comentario sobre "Las Zapatillas Rojas", para quien se muestre interesado: http://noche-americana.blogspot.com/2009/02/las-za...
PD: Alberto, ya estoy esperando tu artículo sobre Selick.
chumaker
Muy curiosa película, sin duda, aunque por momentos sí que es un poco cursi.
pedrokan
Desde luego, Spielberg sabe mezclar ambas cosas como nadie, aunque haga cosas como Hook o Indiana Jones 4 jaja... por cierto, richardford, Spielberg le dijo a Michael Bay que redujera el humor tontorrón en Transformers 2, Bay no le hizo caso y bueno... yo no veré el resultado xDD
De estos realizadores, mi favorita es el Ladrón de Bagdad (aunque sólo es de Powell). Pura aventura de mil y una noches con un Sabú actuando fatal, pero no importa. Un festival de imaginación. De las tardías, desde luego Peeping Tom es canela fina.
richardford
Saludos Pedrokan,el humor tontorron como dices es bastante frecuente(es con diferencia lo peor),yo la vi porque esa tarde me apetecia algo intrascendente(y la verdad es que tampoco habia mucho donde elegir),pero es cierto que no te pierdes nada si no la ves...
De las dos que comentas las vi,las tengo bastante lejanas(las vi en Cinemania,que tiempos aquellos...)
El ladron de Bagdad me gusto bastante lo que recuerdo,unos colores esplendidos y un encanto naive tremendo...
El fotografo del panico me parecio una maravilla,tengo ganas de volverla a ver(tengo una vieja copia en vhs y creo que en dvd no esta editada...)
Siempre es un placer dialogar contigo...
Saludos!!!
rekoj
En ocasiones la gente nos dice: No mires hacia atrás, el pasado ya pasó; el hoy y el mañana es lo que importa. Pero, en el caso del cine, eso no es 100% aplicable (aún recuerdo ler la lista de las mejores películas por décadas y, luego de ello me lancé a la caza de muchos de esos títulos, ya voy 8). Porque el cine de hoy nos aburre, nos vende más de lo mismo y si no vemos las películas de antaño, ¿qué haríamos?, ¿molestarnos a cada rato?, si para contrarestar el aburrimiento tenemos a Kubrick, Coppola, Wells, Wilder, Hitchcock, etc, etc, etc. Por ello me encanta poder leer del pasado del cine, como ahora hacen, para recordar que el cine es un arte (el 7mo para ser más exacto)y no un lugar donde te venden palomitas de maíz y unas imagenes casi siempre dicen nada o insultan la inteligencia. Sin más que agregar me despido afectuosamente de todos, adios.