Anoche terminó ‘Luna, el misterio de Calenda’, la última incursión en el género fantástico por parte de Antena 3. La serie, producida por Globomedia, ha sido creada por Laura Belloso y David Bermejo y, a lo largo de ésta su primera temporada, nos ha contado la historia de un pueblo ficticio, Calenda, marcado por una leyenda que se remonta a la Edad Media y que habla de la existencia de hombres lobo.
Para empezar, yo destacaría que la serie no lo tenía nada fácil para hacerse un hueco en la parrilla. Cuando se empezó a hablar del proyecto, muchas voces manifestaron su interés por ver cómo se iba a tratar un tema fantástico (algunas de ellas, esperando el batacazo). He oído muchas veces cómo se echa en falta, en nuestra ficción, que se traten temas de thriller, de ciencia-ficción, de misterio… que se olviden los clichés familiares y “para todos los públicos”. Es un muy difícil para una serie de prime time intentar eso y, sobre todo, hacerlo sin caer en lo grotesco. Creo que ‘Luna’ ha estado a la altura en muchas ocasiones y que no hay que negarle el mérito.
Trama horizontal vs trama vertical
La trama horizontal de ‘Luna, el misterio de Calenda’ me ha resultado interesante. Todo sucede en un pequeño pueblo, rodeado de un bosque y una vegetación que acompaña muy bien a la fantasía. Sobre este pueblecito pesa una leyenda negra, pues los antiguos cronistas aseguran que durante la Edad Media, el lugar sufrió una plaga de hombres lobo. En pleno siglo XXI, todavía los habitantes del pueblo no quieren hablar de las cosas que pasaron y que pesan como losas en los árboles familiares de muchos de ellos. Pero un crimen, la muerte del capitán Costa, hace que todo se reavive. La llegada de su mujer, Sara, una jueza que toma el control del caso, levanta las suspicacias de los que prefieren llevar sus actividades en secreto.
Son unos ingredientes notables para conseguir una historia con enganche: hemos visto investigaciones policiales, hemos visto personajes que morían, hemos visto una zona de bosque, la reserva, en la que suceden hechos que desconocemos y hemos visto las “consecuencias” de ser un hombre lobo. Creo que ha sido un acierto dotar a esta historia fantástica del elemento thriller. Las investigaciones criminales pueden resultar duras y más “adultas”, y en ‘Luna’ ha servido muchas veces para dar un contrapunto formal a una historia fantástica que siempre hay que tratar con cuidado.
Para mí, la trama horizontal es lo mejor de la serie y, uno de sus puntos más flojos, las tramas verticales. Éste es otro de los eternos “problemas” de nuestras ficciones, las historias autoconclusivas. Esas aventuras en las que sube y sube la tensión hasta el minuto menos uno de capítulo en el que todo consigue un cierre (a veces un poco de aquella manera) y que, en algunas ocasiones, no deja huella en los personajes en el siguiente capítulo.
Cuando una serie se la juega con una trama horizontal potente debe cuidar mucho sus tramas verticales, quiero decir, que debería conseguir que engarzasen perfectamente, porque si no, acaban entorpeciéndose. En ‘Luna, el misterio de Calenda’ lo han logrado en muchas ocasiones, pero en otras, las exigencias de la trama capitular han podido pasar factura a la verosimilitud del relato: “salgo en la grabación del robo de una gasolinera”, o “que igual me voy a París a ser bailarina”, son para mí algunos ejemplos.
Con hombre lobo o sin él, que no falte el amor
Si tuviéramos que construir una serie, a parte del argumento, o tal vez desde el mismo argumento, rápidamente se nos ocurriría una historia de amor, eterna y pura, que ocupase buena parte de sus minutos. A veces, esto da más problemas que otra cosa. En ‘Luna’ he llegado a contabilizar hasta cinco tramas amorosas (de largo recorrido) y creo que es uno de los problemas de la serie.
El amor está muy bien, claro que sí, y tiene mucho enganche, y es normal que el hombre lobo se enamore de la chica nueva, pero, a veces, daba la sensación de que el conflicto amoroso se planteaba simplemente para que los personajes hicieran cosas, para que tuvieran algo por lo que discutir y luego reconciliarse y construir una trama de veinte minutos, de paso.
La más floja, en este aspecto, por supuesto, es mi opinión, ha sido la de Vera y Nacho. Yo no sé si es que no les encuentro química o que, directamente, cada vez que les veía discutir me parecía que era por una bobería como un piano, que después, como acababan solucionando, pues daba pie a poder decir “qué historia tan complicada, porque se aman pero se odian”. Una cosa es que los personajes se vean dentro de un conflicto del que no pueden escapar y otra cosa es que tú les metas porque te convenga, tenga o no sentido.
Creo que las tramas secundarias, en este tipo de series, tan sugerentes y envolventes, si no tienen una conexión con la trama principal pueden acabar quedando cojas e incluso, aburridas. ¿Qué más me da que estéis peleados si hoy es luna llena y yo lo que quiero es ver actuar al hombre lobo?
Deudor de un género
‘Luna, el misterio de Calenda’ es una serie de género, y ha sabido conjugar muy bien ciertos elementos. En primer lugar, sé que ha sido criticado, pero a mí me ha gustado que no se haya visto al hombre lobo. Estamos muy acostumbrados a los efectos especiales, a los alardes informáticos, pero a mí me gustan esas historias en que lo oculto es lo que da más miedo. Porque además, si no estás seguro de que el resultado final sea espectacular, atroz y terrible…
Otro elemento interesante, evocador, ha sido el libro de Fray Bernardo de Espinosa, el miembro de la Inquisición que visitó Calenda en la Edad Media para luchar contra la plaga de hombres lobo. Un libro es fuente de conocimiento, y cuando a alguien le interesa que ese saber quede oculto, todo se vuelve más emocionante. Los robos del libro, las palabras leídas a media luz… creo que han sido un buen punto para la serie. Un poco oscurecido, he de decirlo, por esa maldición de la piel azul que resultó que se curaba en cinco minutos, en fin…
Luego está el pueblo en sí, que podría considerarse casi un personaje más. Con unos bosques que invitan a soñar, una arquitectura rotunda en la que la piedra ha sido protagonista, las historias familiares que no por quedar ocultas han sido olvidadas… Por cierto, que Calenda es un pueblo ficticio, pero si os preguntáis dónde se supone que está, pues os diré que la serie ha sido grabada en pueblos de Salamanca, Segovia y Ávila, con lo que Castilla y León podría parecer el lugar más apto para ubicarlo.
Y si hay algo que se juega mucho en este género y yo creo que tal vez en ‘Luna’ haya sido un poco exagerado, es la carta del personaje que sabe muchas cosas y que cuando está a punto de contarlas, es “barrido” de en medio. Pasó con la mujer del alcalde, pasó con el Cabrero. Es un recurso muy efectista, es verdad, pero también tiene un punto como de quitarse un problema de encima con excesiva facilidad: si un personaje que lo sabe todo se decide a contarlo, pues se acabó la serie.
Espero la segunda temporada de ‘Luna, el misterio de Calenda’ con ganas, aún no se ha hablado de su renovación pero no sería de extrañar que llegase: ha conseguido ser líder en su franja en muchas ocasiones y mantenerse a flote con duros competidores. Y por pedir, me gustaría que, en la temporada que viene, los personajes siniestros, toda esa cuadrilla que acompaña al alcalde, tuvieran más peso, más que esos adolescentes que tienen un instituto de capital y que practican ballet en la buhardilla del mismo, como si fuera su casa. Aunque supongo que esto, precisamente, es lo que más engancha a una parte del público.
En ¡Vaya Tele! | ‘Luna, el misterio de Calenda’, mucho por aullar
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