Existen criaturas cuya sola existencia hace el mundo menos lóbrego, y que son muy superiores al hombre mortal. Alguna actriz, posiblemente una actriz de habla inglesa, debía ostentar el rango de mejor actriz de su generación, pero que además sea una de las actrices más inteligentes, elegantes, y atractivas de la Historia del Cine, eso ya supone lo más cercano a un milagro. La nacida en Inglaterra, pero criada en Australia, de nombre Naomi Watts, que con 41 años puede ser la intérprete más dotada de su generación, podría haberse ganado la vida holgadamente, si lo hubiese deseado, como modelo. Suerte para el cine que no lo hizo.
Watts ejemplifica como pocas actrices una vida dedicada a la interpretación y una voluntad de hierro para llegar a donde ha llegado, después de muchos años de papeles mediocres, muy por debajo del talento incontenible de una muchacha de aspecto frágil pero presencia arrolladora. Su lucha en televisión y cine por alcanzar papeles de interés fue, hasta 2001, infructuosa, pero inasequible al desaliento, siguió adelante hasta que un día llamó a su puerta David Lynch con su 'Mulholland Drive', y por fin todo cambió, y esta sublime actriz empezó a demostrar de lo que era capaz.
Hasta entonces, puede destacarse su estrecha amistad con Nicole Kidman (a quien conoció en el instituto y de quien sigue siendo una gran amiga), y algunos papelitos, que no hacían presagiar la explosión de talento de la década que acaba de terminarse, y en la que ha participado en veinticuatro largometrajes, entre los cuales se encuentra la que es, para quien esto suscribe, la mejor interpretación femenina de la década en un papel dramático protagonista, y que dan fe de su extrema versatilidad, de su capacidad de trabajo, y de su nulo interés por encasillarse en un tipo de producción determinada, pues ha participado tanto en grandes proyectos como en los más humildes.
Animal cinematográfico
Interpretar a una actriz es uno de los retos más grandes para una intérprete, más aún si se trata de una aspirante insegura pero de gran talento, que ha de demostrar de lo que es capaz, mientras su entorno se enrarece progresivamente, hasta convertirse en una pesadilla que envidiaría el propio Kafka. Su belleza, su verdad y su dolor son tan arrolladores, que eclipsan hasta dejar en casi nada al resto de actores, incluída la propia Laura Harring, que es casi su co-protagonista. El filme de Lynch iba a ser, en un principio, el piloto de una nueva serie que su creador esperaba repitiera el éxito de 'Twin Peaks'. Pero hay pilotos que no llegan a nada y este fue uno de ellos. Sin embargo, consiguió financiación para hacer de él un largometraje, y obtuvo esta extraña e hipnótica película.
En ella, Watts ya perfiló su inusual talento, consistente en hacer creíbles personajes cotidianos en situaciones extremas, con una facilidad pasmosa para vivir la secuencia de un modo tan sincero, que no existe el menor fingimiento ni interpretación ni falsedad, si no que da la sensación de que se abre el pecho en cada proyecto, y con un dominio portentoso del engranaje de la secuencia, ser capaz de no hacerlo evidente, sino simplemente a ras de suelo, sin trucos, en carne viva. La bella Watts se ha especializado en los últimos años en relatos horripilantes, dantescos, trágicos e incluso grotescos, y sin caer jamás en en lugar común, el vehículo de lucimiento o las facilidades de una estrella.
Dos años después de la película de Lynch, gracias a la cual pudo acceder a una serie de proyectos interesantes y también comerciales, que ampliaron muchísimo su espectro de posibles papeles, dio vida al personaje femenino más importante de la década que acaba de terminar y tocó su techo como actriz. Su trabajo en '21 Gramos', segunda realización del mexicano Alejandro González Iñárritu solo puede calificarse de excepcional, de digno de un voraz y colosal animal cinematográfico. Esta madre de familia, que pierde a su marido y a sus dos hijas en uno de esos zarpazos con los que la vida nos zarandea de cuando en cuando, está siempre al borde de la exageración, al límite de la fuerza expresiva. Y no se sabe de qué manera, o con qué humildad, puede Watts armar ese personaje sin caer en el ridículo.
Muy al contrario, se yergue como una actriz soberana, que injustamente perdió el Oscar, el cual fue a parar a la inferior Charlize Theron de 'Monster', que hizo un buen trabajo, aunque muy por debajo de las calidades, de la humanidad y de la hondura trágica de su colega. Pero aunque no participe en grandes películas, como esa obra maestra del cine contemporáneo, Watts está siempre, sorprendentemente, bien, creíble, contenida. Los remakes americanos de 'The Ring' son inquietantes, pero su mayor valor radica en su presencia. Esto mismo sucede con la insulsa 'King Kong', en la que el siempre astuto Peter Jackson se cubrió las espaldas dándole el protagonismo a esta intérprete, a la que sin temor a equivocarme puedo otorgar los únicos puntos de interés de una aventura tan poco recordable.
Pero aún puede, y de qué manera, demostrar de lo que es capaz. Como en el remake de 'Funny Games', producido por ella misma (sabe muy bien lo que hace), demostró que puede vivir un infierno contemporáneo como si no fuera ella, como si intentase ser descubierta de nuevo, y con todo el dolor de '21 gramos', y todo el horror de 'Mulholland Drive'. Ella es el corazón de un remake que copia, plano a plano, la película austríaca que apareció diez años antes y dirigida también por Michael Haneke, y que tiene plena justificación de existir, aunque muchos no entiendan por qué, si comprendemos la lógica diabólica del juego de los asesinos. Pero lo que nos importa, ahora, es certificar que Watts está inmensa, y que vive la película como muy pocas actrices en el mundo podrían hacerlo.
Y en el reciente Festival de San Sebastián tuve la suerte de ver 'Mother and Child', de Rodrigo García, que estuvo presente fuera de concurso. Es una de esas películas norteamericanas minoritarias que, como 'The Hurt Locker' (que ahora, contra todo pronóstico, parece que se posiciona en buen lugar para llevarse el Oscar dentro de pocas semanas) primero se estrenan fuera de su país y luego dentro de él, algo poco habitual. En ella Watts da un recital con un personaje fascinante e inolvidable, y me parecería tremendo que no fuera nominada al Oscar, porque debería ganarlo...eso sí, para el Oscar de 2011.
Ver 25 comentarios