Poco después de cumplir 90 años, Dick Miller ha fallecido por causas naturales. Es un día triste pero también el mejor momento para rendir un sentido tributo a uno de los secundarios más carismáticos de la historia del séptimo arte y actor fetiche Corman y Dante.
Un cubo de carisma
Empezó con su colega Roger Corman de la única manera que éste sabía: rodando diez películas en dos años. Desde ahí rodaron innumerables películas y permanecieron mano a mano desde el debut de Corman en 1955. Miller fue Walter Paisley, nombre de un personaje ficticio, en varias de sus películas. Una broma privada, que usó por primera vez en 'Un cubo de sangre', de Roger Corman, donde interpretaba a un perdedor que se descubre a sí mismo como gran escultor cuando mata a sus modelos y los cubre con arcilla.
Con Joe Dante permaneció desde la primera ('Piraña') hasta la última ('Enterrando a la ex'), en otra muestra de camaradería y saber estar que nos hacía esperar a los fans por su aparición en pantalla. Con Dante se convirtió en el inolvidable sufridor Murray Futterman, uno de los pocos hombres que tropezó dos veces con un gremlin y vivió para contarlo. Con otros colegas no tendría la misma suerte.
Resulta curioso que con más de medio siglo de trayectoria profesional solamente dirigiese en una ocasión, cuando se encargó de un episodio de la segunda temporada de 'Corrupción en Miami'. Eso sí, como robaescenas nato estuvo al servicio de Cameron, Spielberg, Zemeckis, Fuller o Scorsese.
Por desgracia, al contrario que sus infinitos personajes, la vida real tiene fecha de caducidad, y la de Miller fueron noventa años y casi doscientos títulos acreditados. Uno de los mejores actores secundarios de todos los tiempos, capaz de robar una película con dos líneas de diálogo. Cuando creíamos que aún tendría 150 o 200 películas por delante, pero por desgracia él también era humano. Descansa en paz, Dick Miller.
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