Al auditorio de la entrega de los oscar parecía hacerle mucha gracia el juego verbal que se trajo su presentador Chris Rock a la hora de catalogar a un actor de "estrella" o no. Pero, a mi entender y aunque pudieramos estar de acuerdo, no se puede aumentar el prestigio de un profesional tirando por el suelo el de otros. Y con quien más se ensañó fue con Jude Law.
Hizo referencia a su falta de estrellato cuando tiene sendas nominaciones por "Cold mountain" (2003) y por "The talented Mr. Ripley" (1999). Y a su falta de fama cuando tiene éxitos como "Enemigo a las puertas" o "Road to perdition".
Con respecto a su supuesta omnipresencia en todos las películas hay que constatar que, efectivamente, en el 2004 interpretó cinco papeles y puso la voz a otro. Pero si miramos hacia atrás no hay ningún año que estrene más de tres. Además, si films como "El aviador" o "Closer" se encuentran entre ellas, no debería resultar insultante.
Desconozco si la defensa ulterior que hizo en la gala Sean Penn de Law estaba preparada o no, pero sin duda me uno a ella. Para hacer reir al respetable existen formulas menos personalistas y más honorables para compañeros de profesión. Vamos, digo yo.
