Tras el manifiesto de un centenar de artistas e intelectuales francesas del pasado lunes, las críticas no se han hecho esperar. Ante la oposición de las firmantes a movimientos contra el acoso sexual desatado tras el caso Weinstein, como las iniciativas #MeToo o #BalanceTonPorc en el país galo, el texto publicado en Le Monde ha desatado la polémica.
Entre las que suscriben este texto, que habla de “puritanismo sexual” o el “derecho a importunar”, están mujeres de renombre como Joëlle Losfeld, Catherine Millet, Ingrid Caven, Stéphanie Blake, Brigitte Sy, Gloria Friedmann o Catherine Deneuve, quizá la más destacada de este grupo. De hecho, ha sido a Deneuve a quien se le han dirigido mayor número de críticas, ejerciendo como cabeza del manifiesto. Ya había levantado polémica con su apoyo a Roman Polanski ante la acusación de haber acosado sexualmente a una niña de 10 años.
Imagen que, desde luego, contrasta con el manifiesto de las 343 zorras que firmara en 1971 junto a ilustres de la talla de Simone de Beauvoir, Agnès Varda -la abuela de la Nouvelle Vague-, Delphine Seyrig o Margarite Duras a favor del aborto.
Ya en aquellos años, la actriz francesa gozaba de prestigio. Pero hoy día, más allá de sus opiniones, Catherine Deneuve es historia viva del cine y la actriz francesa más importante del mundo. Tiene en su haber legendarias participaciones con algunos de los realizadores más destacados de la historia del celuloide, pasando, entre otros, por Truffaut, Buñuel, Jean-Pierre Melville, Jacques Demy o la propia Agnès Varda, siendo musa de la vanguardia cinematográfica durante los años sesenta y setenta.
Catherine, que no siempre se apellidó Deneuve, nació en el seno de una familia de actores. Comenzó su carrera interpretativa en ‘Le collégiennes’ (1957), de André Hunebelle, con tan sólo 14 años, bajo el apellido de su padre, Dorléac. Acuñó el apellido materno y comenzó a aparecer en películas como como ‘Les Portes claquent’, ‘L'homme à femmes’ (ambas e 1960), ‘Et Satan conduit le bal’ (1962) o ‘Le Vice et la Vertu’ (1963).
Deneuve, musa de la Nouvelle Vague
Será con ‘Los paraguas de Cherburgo' donde Deneuve despuntaría en el plano internacional. La película de Jacques Demy fue la gran triunfadora en el Festival de Cannes, donde se alzó con la Palma de Oro, el premio OCIC Award y el Gran premio técnico.
En ella, Deneuve interpreta a Geneviève, papel no sólo destacado por su interpretación, sino también por su voz: que la película era un musical al estilo del cine francés de la época, basado en la época y en la que las canciones se intercalaban con declamaciones.
Su siguiente gran papel será el de Carol, protagonista de ‘Repulsión’ (1965). En la película de Polanski vemos a una Catherine Deneuve que brilla en pantalla como diva y mito erótico en una interpretación memorable. Llama especialmente la atención la dicotomía entre atracción y repulsión sexual desarrollada durante todo el metraje, que le valdrá su participación en una de las películas más importantes de la historia del celuloide: ‘Belle de Jour’ (1967).
Erotismo y frialdad
De la actriz, decía Luis Buñuel que era “bella como la muerte, seductora como el pecado y fría como la virtud”. Y esta frase podría definir a la perfección su papel en ‘Belle de Jour’, una de las cintas más destacadas de la filmografía del director aragonés. En ella, se intensifica la contradicción sexual de la que ya había hecho gala en ‘Repulsión’, en el papel de una joven burguesa que es prostituta por las noches.
La brillante actuación de Deneuve no lo es tanto por florituras interpretativas, sino por lo compungido e incluso hierático de su expresividad. Este es un papel sutil, elegante y lleno de subtexto que realza, más si cabe, la legendaria película, ganadora del León de Oro.
Ese mismo año, la actriz volverá a participar en una película de Jacques Demy, ‘Las señoritas de Rocherfort’, que protagoniza junto a su hermana Françoise Dorléac en un bello homenaje a la época dorada del musical hollywoodiense. En 1969, actuará por primera vez para François Truffaut en ‘La sirena del Mississipi’, y un año más tarde, Jacques Demy le dará el papel protagonista de ‘La piel de asno’, basada en el cuento de Charles Perrault.
Buñuel volverá a contar con la actriz francesa para otra obra mítica, esta vez del cine español: ‘Tristana’ (1970). La segunda vuelta a España del director tras la polémica ‘Viridiana’ (1961) fue su última participación en la industria española.
Esta vez, Deneuve interpreta al personaje de Benito Pérez Galdós que recreó Buñuel en pantalla, y que refleja una evidente reivindicación del papel de la mujer en la sociedad ante el papel dominador del hombre -ese don Juan venido a menos al que da vida el soberbio Fernando Rey-.
El erotismo sigue siendo clave en ‘Tristana’, pero también cobra fuerza la evolución de la joven, que demuestra, una vez más, el portento interpretativo a través de lo sutil que Deneuve domina pasando de la inocencia a la frialdad.
En 1972, Jean-Pierre Melville contará con ella para ‘Crónica negra’, clásico del noir francés. La dupla Deneuve-Fernando Rey volverá a encontrarse en ‘La mujer de las botas rojas’ (1974), esta vez con Juan Luis Buñuel (hijo). Ese mismo año también protagonizará ‘La gran burguesía’, su primera incursión en el cine italiano, donde aparecerá en ‘La caseta de risa’, ‘Alma perdida’ (ambas de 1977) o ‘Esperemos que sea mujer’ (1986).
Calidez y ternura
De nuevo Truffaut llamará a Catherine Deneuve, esta vez para una de sus interpretaciones más exitosas. En 1980 coprotagoniza ‘El último metro’ junto a Gérard Depardieu, una bella historia sobre nazismo y teatro que le valdría su primer premio César a la mejor interpretación femenina. En la película, interpreta a Marion Steiner, la mujer de un empresario teatral judío que desaparece y le deja a cargo de sacar adelante el negocio.
A diferencia de sus papeles con Buñuel, Deneuve aquí hace gala de su capacidad interpretativa, pasando a la antítesis de ‘Belle de jour’ y ‘Tristana’: de la frialdad y la sutilidad, la actriz sorprende con un giro de 180 grados, mostrando en su personaje proximidad y pasión.
Sin olvidar su vuelta al cine británico con ‘El ansia’ (1983), compartiendo cartel con David Bowie en un elegante y erótico retrato vampírico, Catherine Deneuve retoma con fuerza su interpretación más sentida y vulnerable en ‘El lugar del crimen’ (1986), con un cálido papel como Lili Ravenel. Ya en los noventa, participará en el documental de Àgnes Varda ‘Les demmoiselles ont eu 25 ans’ (1993), conmemoración de la película ‘Las señoritas de Rochefort’ que la actriz protagonizó en 1967.
Otro de sus grandes papeles de madurez es el que realiza en ‘Indochina’ (1992), que le valió una nominación al Óscar, así como su segundo premio César. Asentada en interpretaciones mucho más pasionales y cercanas al espectador, Deneuve deleita y muestra su saber hacer en una de sus actuaciones más brillantes, esta vez en una historia romántica con la situación de la Indochina francesa anterior a la segunda guerra mundial de fondo.
A finales de la década, protagonizará ‘Pola X’ (1999), del énfant terrible Léo Carax, uno de los realizadores más peculiares de la cinematografía francesa contemporánea. Forma parte del casting de ‘Bailando en la oscuridad’ (2000), donde participa como secundaria de lujo.
Catherine Deneuve, dama de hierro
Su papel en ‘8 mujeres’ (2002), de François Ozon, bien puede considerarse una curiosa vuelta a su estilo interpretativo de juventud. La frialdad de su personaje brilla con luz propia, adaptando sus formas en ’Belle de jour’ o ‘Tristana’: ya no es una joven inocente, sino una mujer fuerte e independiente.
Pecamos de reduccionistas, puesto que en el texto no hemos podido desgranar la colaboración de Deneuve con Manoel de Olivera, que nos dejó películas tan interesantes como ‘O convento’, ‘Una película hablada’ o ‘Vuelvo a casa’, así como sus últimas películas, donde nos encontramos con propuestas como 'Un cuento de navidad', 'La cabeza alta' o 'El nuevo nuevo testamento'.
Pero abarcar la espectacular trayectoria de la actriz francesa con tan poco espacio es prácticamente imposible. Demostrando un espectacular registro interpretativo, Catherine Deneuve es, por derecho propio y más allá de polémicas sobre su forma de pensar, uno de los mitos del séptimo arte.
Ver 2 comentarios