De verdadera metamorfosis (física e interpretativa) se puede calificar la transformación radical que ha llevado en su carrera la Christina Ricci. Desde aquel papel de psicópata, hija de familia gótica y oscura, siendo una niña regordita y menuda, de mirada terrorífica (en 'La familia Adams', 1991), hasta la morbosa, alocada y joven sensual de mirada sensual capaz de derretir a cualquiera, que se une a una vieja leyenda del blues (en 'Black Snake Moan', 2007), Ricci ha pasado de niña a mujer, de prometedora actriz infantil a ser una verdadera estrella, portada de revistas y alabada por su estilo. Eso sí, de belleza diferente. Sus grandes ojos color avellana y nariz respingona que aparecen ahora seductores, propios de joven madura, han dejado atrás la redondez adolescente de su menudo cuerpo (mide un metro y medio), para evidenciar que con trabajo y sacrificio (natural) puede derretir a la cámara, en un nuevo y estimulante camino en su filmografía.
La acabamos de ver, con un look muy "anime" y realmente atractivo como Trixie, la novia y fan de Speed en 'Speed Racer', un título grandilocuente y muy comercial, que la está relanzando hacia nuevas metas. Considerada durante una etapa como una de las reinas del cine independiente, su transformación física, parece abrirle interesantes proyectos para una actriz diferente.
No es fácil debutar con apenas diez años en 'Sirenas' y lograr fama internacional con 'La familia Adams' y 'Casper' y mantenerse arriba como una prometedora actriz infantil. Cuando atravesó la difícil barrera hacia la adolescencia, con cambios familiares incluidos, los derroteros de su destino parecían cumplir lo habitualmente dispuesto entre las jóvenes estrellas de Hollywood: coqueteo con los excesos, el alcohol y el desfase. Pero por suerte, Christina es una chica diferente. Supo escapar de esta oscura espiral que suele deglutir a muchas promesas, para trabajar en títulos independientes, con papeles muy distintos, a la par que atrevidos y completamente extrovertidos, que le hicieron aferrarse a su profesión como verdadero medio de progreso. Logró destacar como Wendy Hood en 'La tormenta de hielo' (1997), como Shelley en 'Pecker' (1998) de John Waters, como la radical Layla en la espléndida 'Buffalo 66' y como Dee Dee Truitt en la estupenda 'Lo opuesto al sexo' (1998), y como Lizzie (Elizabeth) en la posterior 'Prozak Nation' (2001).
Llegaron algunos reconocimientos en forma de premios y su constante aparición en televisión y en la alfombra roja convirtieron a Christina en una joven excesivamente preocupada por su aspecto. No es fácil para un chica tan bajita y con tendencia a la redondez de Los Ángeles moverse en ese mundo. Y llegó la anorexia. Duro revés que llegó a superar, a base de "pilates" y continuando con su carrera y, por supuesto, aceptándose como es. Su carrera no parecía decaer, más bien al contrario y trabajó en la relevante 'Sleepy Hollow' (1998).
Sin embargo, y a pesar de obtener elogios, de trabajar con importantes directores o compartir cartel con otras grandes estrellas (con las que ha ido entablando una amistad duradera), también ha cosechado muchos fiascos y trabajos olvidables. Pero cuando gran parte de su vida se pasa en los rodajes (posee más de 40 títulos en 18 años de carrera), es normal tener algún tropiezo. Su fuerza y su fuerte personalidad le hicieron alejarse del mundo de la farándula, tener novio y ser discreta, y no ser objetivo de la prensa. Se reconoce muy casera y es difícil verla en algún sarao. Quizás eso mismo la salvó, primero de la adicción al alcohol y después de la anorexia, para continuar trabajando y eligiendo papeles arriesgados con los que se gana su reputación como actriz. Tampoco ha rechazado participar en televisión, incluso logrando cierta reputación y participando ocasionalmente en algunas exitosas series, aunque parece pasajero, puesto que su talento sigue brillando en el cine.
En su etapa más reciente, ha logrado que Woody Allen se fijara en ella para 'Todo lo demás' (2003), participar en cintas de terror como 'La bendición' o 'La maldición', en premiados títulos como 'Monster' o protagonizar películas tan diferentes como 'Miranda' o 'Penélope'. Pero tras verla en las mencionadas 'Black Snake Moan' y 'Speed Racer', en las que se ha destapado, muchos la han redescubierto y otros nos hemos rendido ante su transformación, para reconocer que se trata de una actriz distinta, capaz de enamorar con sus enormes ojos y su seductora sonrisa.
De momento nos tendremos que conformar con su voz en la cinta de animación 'Alpha y Omega' que aún tardará en llegar, su aparición en la coral 'New York, I love you', repitiendo junto a Angelina Huston en 'Long Time Gone', o también poniendo la voz en la cinta de aventuras 'The Legend of Spyro: Dawn of the Dragon', junto a otras estrellas como Gary Oldman, Elijah Wood y Mark Hamill (¡!). Espero ansioso sus nuevos trabajos, mientras me congratulo con sus apariciones en las premieres vestida por Versace y calzada con unos Manolos.
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