Olvidando a toda velocidad
2022 fue el año de Ezra Miller. A su pesar, y, sobre todo, al de Warner. Pasó de ser el futuro del Universo DC a convertirse en un paria y, casi, conseguir que 'The Flash' no llegara a estrenarse. Y, por una vez, todos estábamos de acuerdo con que los delitos eran graves: estrangulamientos, peleas, relaciones con menores de edad, acoso sexual y hasta convertirse en líder de una secta. Hace doce meses, se creía incluso que la película del Velocista Carmesí podía acabar en HBO Max o en un cajón al mejor estilo 'Batgirl'. Sin embargo, a la hora de la verdad parece que todo se puede olvidar... a cambio de un buen tráiler.
El olvido más rápido del mundo
El departamento de prensa de Warner tiene que estar dando gracias al cielo: su estratagema suicida parece que ha colado. Convertir "la película de Ezra Miller, la persona cancelada por todo el mundo" en "la película buena de DC, esta vez sí" está dando resultado, y tanto la crítica como el público se ha mostrado más que tendente a dejar pasar la racha de titulares por los que la película sufrió el año pasado a cambio de tener una buena aventura de superhéroes.
Sí, vale, se convirtió en el peligro público número uno de Hollywood, pero. Ah, el "pero". La palabra que vale para justificar todo en la industria de los sueños si la maquinaria del márketing se mueve lo suficientemente rápido. Si tienes amigos en Los Angeles, tienes que ser Harvey Weinstein para que tu carrera corra peligro de verdad. Incluso Victor Salva, después de ser condenado como pederasta en 1988, ha podido seguir filmando películas como si nada: es normal que los contactos intenten borrar la huella delictiva y proteger a sus amigos del público general... pero no lo es tanto que el propio público abogue por barrer debajo de la alfombra.
¿Sucedería lo mismo si la película fuera una pequeña producción indie en lugar del supuesto reboot del Universo DC antes de que James Gunn coja las riendas? ¿Estamos dispuestos a hacer de tripas corazón si la película mola lo suficiente? ¿Cuál es el tope al que, como público, podemos llegar? Una cosa es separar obra y autor. Otra muy diferente, exigir que nos apetezca ver en primer plano durante dos horas y media a una persona que no hace tanto causó desagrado entre cualquier aficionado al cine y aún tiene unos cuantos juicios por delante.
Hago flash y aparezco a tu lado
No todo es blanco o negro, claro: Ezra Miller tenía graves problemas mentales cuando todo esto ocurrió, y cuando aceptó ponerse en tratamiento afirmó ser Jesús, el diablo y el próximo Mesías que traería el apocalipsis de su relación con Iron Eyes (la adolescente que conoció cuando ella tenía doce años y con la que se fugó durante meses). No hay nada que "perdonar". De hecho, he procurado evitar utilizar la palabra durante todo el artículo, porque él no era consciente ni dueño de sus acciones.
Además, aunque las noticias de sus fechorías saltaron a todos los medios, lo cierto es que se mezclan dos situaciones que se conectan para crear el olvido perfecto. Por un lado, el claro desapego de los espectadores actuales con las estrellas: más allá de Tom Cruise, Dwayne Johnson o Brad Pitt, no hay celebrities como las había antaño (y, de haberlas, Ezra Miller no sería una de ellas). Por otro, la completa pleitesía al blockbuster ilusionante repleto de dinero en una industria que aún tiene que definir qué es realmente tras la crisis del Covid.
Los pases con público de prueba fueron sido realmente buenos, el mismísimo Tom Cruise ha dado su aprobación y ni siquiera James Gunn (que ya sabe lo que es estar censurado por parte del público) es capaz de aventurar qué va a pasar con el personaje después de 'The Flash': hasta su estreno en junio, el mundo del cine aguanta la respiración antes de responder con claridad a la pregunta "¿Qué va a ser de Ezra Miller?". No es la primera vez que el futuro de un actor depende de sus resultados en taquilla, pero quizá sí sea el momento más amoral para darse cuenta de que una buena taquilla equivale a una carta de "Salir libre de la cárcel". Literalmente.
El perdón, como el rayo
En 2001, Winona Ryder robó en una tienda de lujo (Saks Fifth Avenue) artículos por valor de 5560 dólares. Copó todas las portadas del mundo del espectáculo: se convirtió en el saco de boxeo, el running gag, la cleptómana oficial de Hollywood. La actriz estaba en la cima de su carrera y le costó casi una década que el público la perdonase y pudiera salir en películas como 'Star trek' o 'Cisne negro'. Ezra Miller ha necesitado solo medio año y un par de tráilers para que el público olvide auténticas barbaridades.
Se puede explicar de mil maneras distintas: la obsesión con los famosos y el cotilleo salvaje a inicios del siglo XXI, la depreciación del término "celebrity", la acumulación de escándalos y noticias diarias que nos hacen perder el foco, el fanatismo ciego por el cine de superhéroes... Pero, al final, lo que parece claro es que el público parece dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva a cambio de un par de Batmans, una Supergirl y una ronda de nostalgia barata.
Las críticas a 'The Flash' han dejado la controversia de lado para centrarse en la aventura: "Creeros el hype", "Tremenda", "Una de las mejores películas de superhéroes"... Y, claro, sería injusto para una cinta en la que han trabajado cientos de personas centrarse en los dislates de solo una, pero no deja de ser sorprendente que en una industria cuyos fans tienden a buscar la puntilla para hundir a una película por el detalle más nimio ('Lightyear' viene a la mente de manera inevitable) haya decidido pasar por alto que su nueva niña mimada está protagonizada literalmente por un delincuente. Veremos si en taquilla se nota o hemos decidido, de manera colectiva, que el cine de entretenimiento es más importante que el respeto a las víctimas.
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