Desde “¿Saben aquel que diu?” hasta “Ese fistro de la pradera duodenal”, nadie puede negar la importancia histórica del chiste en la televisión española: unas gotas cómicas que iban variando ligeramente a lo largo de diferentes generaciones y lugares, transmitidos, también por las cadenas televisivas, como una tradición oral exacerbada en unos años 80 y 90 donde se convirtió en la reina de la televisión.
Cuando ‘El club de la comedia’, ‘Buenafuente’ y otros coetáneos de los años 2000 redefinieron el humor en nuestro país convirtiendo automáticamente en caspa al mero cuentachistes, estos programas fueron apagándose, y cualquier intento por recordarlos o redimirlos fue castigado con dureza por el público (¿alguien se acuerda de aquel experimento fallido y esperpéntico que fue ‘El club del chiste’?). El chiste puro había dejado de ser un motor para causar la risa y se había convertido en material para el disfrute irónico y los resoplidos cool.
Intenta no reír
Y sin embargo, viendo ahora aquellos programas podemos descubrir mucho sobre quiénes fuimos, lo que hemos evolucionado y analizar por qué la tradición casi atávica del chiste, sin necesidad de adorno en forma de costumbrismo, stand-up y modernidad, ha quedado fulminada por el monólogo, el sketch y la improvisación. Chiquito de la Calzada, Pedro Reyes, el Señor Barragán o Marianico El Corto formaban parte de un universo de humor que el siglo XXI ha convertido en vestigio de otro tiempo pero que en su día era el eje central de shows como ‘Genio y figura’, consistentes en contar chistes en modo ametralladora. Y merece la pena echar, desde luego, un vistazo al archivo para descubrir momentos irrepetibles e incunables como el que hoy os traemos.
Dentro de los programas de chistes cabe destacar uno que pasó a la historia por su propia idea que solo podría haberse gestado en un país con devoción por las píldoras cómicas, Jaimito, los gangosos y los mariquitas: ‘No te rías que es peor’. El concurso, en su base, consistía en que los concursantes ganarían más premios cuanto menos se rieran de los chistes del grupo de cómicos residentes o de su rival. No había mucho más que se pudiera hacer en media hora. Entre prueba y prueba, los concursantes trataban de acertar parejas de cómic (Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, etcétera) en un panel que iban destapando llamado ‘Tebeo Doble’, que aumentaba el premio monetario que se podían llevar. Y, al final, desvelaban los premios que se habían llevado eliminando tanto número de casillas como veces que se reían a lo largo del concurso.
Puede que haya gente joven leyendo esto y preguntándose "¿Pero quién vería algo así?", a pesar de que el concepto no es tan distinto de 'LOL: Si te ríes pierdes'. Es necesario contextualizar el programa, sobre todo para aquellos que no vivieron los 90. En aquella época no había redes sociales, pero el propósito de la gente seguía siendo el mismo: ser visto. Salir en televisión, aunque fuera como concursante en un concurso a la hora de comer, daba estatus. Saludabas a la familia, lo grababas para recordar tus cinco minutos de gloria y, con suerte, te llevabas unos cuantos miles de pesetas a casa.
La democratización de la fama ha conducido, de manera inexorable, a que los nuevos concursantes sean los propios famosos, los únicos a los que les sigue dando estatus y valor seguir saliendo en televisión. Pero en los 90, aparecer en 'El huevo de Colón', 'No te rías que es peor' o 'El tiempo es oro' daba un orgullo extraño, los cinco minutos de fama que pronosticó Andy Warhol: por eso no se concebía la idea de que los concursantes aguantaran y siguieran programa tras programa convirtiéndose en las estrellas. Eran intercambiables y desechables porque todo el mundo quería salir, durante un rato, en la caja tonta. Pero hubo una persona cuya idea no era la de la fama momentánea: un tal Santiago Segura.
Si algo te hace gracia pones LOL
En 1990 Santiago Segura era guionista de cómics pornográficos (que firmaba como "Mónica"), doblador de películas del mismo tema y director amateur que había ganado un accésit en el Cinema Jove con su corto -tan curioso como claramente falto de presupuesto- 'Relatos de la medianoche'. Lo tenía bastante claro: con el sabio consejo de Fernando Trueba, que lo adoraba, decidió intentar dedicarse al mundo del cine. Pero entonces no tenías una cámara en tu bolsillo, y rodar en 35 mm costaba muchísimo dinero.
Por eso, Segura, de orígenes humildes, empezó a ir a todos los concursos que pudo, para recaudar dinero con el que cristalizar la idea que tenía sobre un psicópata asesino made in Spain llamado 'Evilio'. Pero para llegar ahí tuvo que pasar por todo lo que os podáis imaginar, desde 'Vivan los novios' hasta 'Locos por la tele' o, por supuesto, 'No te rías que es peor', donde fue con chaqueta y corbata, muy nervioso y centrado solo en una cosa: no hacer ninguna mueca que pueda confundirse con una sonrisa y vencer a su contrincante, Mariana Hernández.
Para ser justos, y al menos visto ahora, no era tan difícil lo de no reírse. El equipo de humoristas titular (Chicho Gordillo, Pedro Reyes, Paco Aguilar y Marianico el Corto), al que se sumaba Magín como "humorista de guardia" haciendo de mejicano de forma abiertamente racista pasaron a ambos concursantes por una especie de cámara de tortura con chistes de todo pelaje. Dejad que os transcriba unos pocos.
"Quién haya perdido un fajo de billetes de 5000 pesetas amarrados con una gomita que hable con la secretaria del programa que le entregará la gomita"; "Era un chiste de un tío que le pegaba a su mujer, y entonces... -No, no le pegaba a su mujer- Ah, bueno"; "Un chavalico que fue a la tienda a comprar un kilo de sal menuda, y al agacharse ella se le sale la teta del escote y él dice 'Señorita, me la está poniendo gorda', y ella 'No, señor, se la estoy poniendo menuda'. 'Eso, menuda cómo me la está poniendo'". Y el festival del humor solo acababa de empezar.
Mariquitas y tontos
No faltó el chiste de mariquitas de turno, aunque, en un giro de los acontecimientos, su sexualidad daba lo mismo en el chiste en sí. Magín (reinventado, por cierto, como cómico de stand-up que también hace chistes), como artista invitado, tenía derecho a contar chistes durante más rato, pero su inefable gag de una tonta y un tonto masturbándose en el cine (contado a las 14:45 aproximadamente en la televisión nacional) no hizo cambiar el rictus a los concursantes. Era otra época, sí, pero visto ahora en el mejor servicio de streaming del mundo, el Archivo de RTVE, el verdadero reto es reírse. Mariana había sonreído 2 veces, Segura ninguna. Y vino la prueba de la que todo el mundo ha visto capturas.
Durante las dos primeras temporadas de 'No te rías que es peor' (después cambió), los concursantes tenían que hacerse reír entre sí. En este caso, con poco éxito. Y no es porque Segura no lo intentara, primero cantando 'Eres linda', de Antonio Machín, con dientes postizos. Y después, comiendo natillas mientras creaba un personaje infantiloide con un monólogo improvisado para escuchar y no creer: "Hola, me llamo Santiago. ¡Guapa! ¡Dame un beso! ¡Dame un beso, bonita! ¡Dame un beso, Mariani! Guapa, Mariani, vaya pedazo de mujer, que me estoy pringando todo, me cago en... ¡Mariani! ¡Mariani, que me estás haciendo hacer el ridículo delante de toda España! Mala persona, ¡mala persona, ya no te quiero! ¡Guarra!". La etapa punk de Santiago Segura fue una cosa.
Tras terminar 8-6 en risas provocadas, Segura pasó a la parte final, una maratón de chistes rápidos que se convierten rápidamente en un sinsentido farragoso que es una radiografía perfecta de lo que hemos cambiado. Para bien o para mal. Personas pegando puñetazos a toros en los testículos, el gran Pedro Reyes repitiendo "Ozú o zé" como un mantra, Marianico El Corto haciéndole un roast antes de que esa mera palabra existiese en el mundo de la comedia hispana... Al final, además del dinero (el premio máximo), Segura se llevó una bicicleta y una cadena musical. Vete a saber qué fue de ambas.
Santiago Segura acabaría ganando un Goya con su segundo corto en 35 mm, el magnífico 'Perturbado', y empezó a convertirse en una cara habitual de cameos, papeles secundarios y platós variados. Desde 'Acción mutante' hasta 'Canguros', en aquella época nunca dijo que no. ¿El resultado? Pues todos lo conocemos, desde su época 'Torrente' hasta el multiverso infantil en el que está metido desde que en 2019 adaptara a España la argentina 'Mamá se fue de viaje' como 'Padre no hay más que uno'. El humor ha cambiado, sí, pero no tanto como a veces creemos. Al menos ya no hay chistes de mariquitas. Eso que nos llevamos.
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