Cuando Andrew Clement Sarkisian, más conocido como Andy Serkis, debutó frente a las cámaras tras su paso por el mundo del teatro en la serie de televisión 'The New Statesman' hace 28 años, no debió imaginar, ni por asomo, que trascendería del modo en que lo ha hecho dentro del mundo de la interpretación.
El prestigio que ha alcanzado en la industria cinematográfica internacional comenzó a dispararse en el año 2001, cuando 'El señor de los anillos: La comunidad del anillo' puso a Serkis en boca de propios y extraños por su brillante papel como Gollum. Un rol en el que el actor entregó su voz, cuerpo y alma al equipo de efectos digitales Weta para dar forma a un icono y referente de la técnica conocida como motion capture.
Desde entonces, Andy Serkis ha repetido experiencia enfundado en sus trajes de captura de movimiento, rodeado de cámaras escudriñando sus facciones y expresiones faciales, elevándose como el principal adalid en el noble arte de dar a luz personajes intangibles a través de su genio interpretativo, insuflándoles tanta vida que nos invita a olvidar que están compuestos por polígonos.
A raíz del estreno de la magistral 'La guerra del planeta de los simios', en la que Serkis repite en el pelaje de César, os invitamos a recordar los cinco roles generados por ordenador a los que el intérprete británico ha insuflado todo su talento, convirtiéndoles en algo más que simples efectos especiales.
Gollum
El papel que sirvió como detonante a la carrera de Serkis como experto en motion capture es, también, el que más veces ha interpretado para la gran pantalla. Pese al notable salto tecnológico visto entre la trilogía de 'El señor de los anillos' y la primera parte de 'El Hobbit', la esencia del infame Gollum sigue latente gracias al control corporal y la genial voz del actor.
King Kong
Después de cerrar las aventuras de frodo con 'El retorno del rey', Serkis volvió a trabajar junto a Peter Jackson en la nueva versión de 'King Kong' firmada por el neozelandés en 2005. El filme no brilló especialmente por su calidad en términos narrativos, pero el modo en el que el gigantesco primate digital protagonista transpiraba vida y emociones, bien mereció el Oscar a mejores efectos visuales.
Capitán Haddock
A las órdenes de Steven Spielberg, y bajo la supervisión de su viejo conocido Peter Jackson en las labores de producción, Serkis ayudó a crear a un personaje tan icónico como el Capitán Haddock en 'Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio'. Una auténtica orgía digital en clave de animación en la que el bueno de Andy no deslumbra del mismo modo que en el resto de sus papeles análogos.
Líder Supremo Snoke
Pese a no tener excesivo tiempo en pantalla en el episodio VII de 'Star Wars', 'El despertar de la Fuerza', el Líder Supremo Snoke, desfigurado y enigmático, causó el revuelo suficiente como para situarse como uno de los mayores enigmas de la nueva trilogía de la franquicia. El papel de Serkis, de nuevo, pasa algo desapercibido, pero su grave y potente voz es capaz de poner los pelos de punta al más pintado.
César
Como no podía ser de otro modo, dejamos para el final el que es un auténtico hito no sólo en la carrera de Andy Serkis, sino en la historia de los personajes animados: César de la nueva trilogía de 'El planeta de los simios'.
Ayudado por la construcción y el arco evolutivo del simio protagónico a lo largo de las tres entregas, el nivel de detalle, empatía y humanidad que profiere César es algo absolutamente impensable visto desde la perspectiva de los inicios de la captura de movimientos. La labor de Serkis en 'La guerra del planeta de los simios' alcanza, sin lugar a dudas, unos límites de realismo y emoción nunca vistos antes en una criatura animada.
Durante una entrevista, Andy Serkis dijo una inteligente frase: "El público se emociona con las actuaciones, no con los efectos". Teniendo esto en consideración, y juzgando su maravilloso último trabajo, podríamos catalogar al actor como un firme candidato al Oscar; siempre y cuando la Academia decida abrir su mente y reconocer que la capa digital no es capaz esconder a un portento de la actuación.
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