La nueva entrega de la saga de 007 se estrenó en nuestro país el pasado viernes. ‘Quantum of Solace’ es una continuación directa de ‘Casino Royale’, y la segunda con Daniel Craig como James Bond, el famoso espía británico con licencia para matar creado por Ian Fleming. Puesto que está logrando un aplastante éxito de taquilla allá por donde pasa, podríamos decir que este film de Marc Forster ha logrado su propósito. Personalmente, me parece bastante triste que sean producto como éste los que llenen las salas y las arcas de los que producen cine.
Hace poco reivindicaba ‘Red de mentiras’ como una oferta de efectivo entretenimiento, un producto que se sirve de una historia interesante para proporcionar acción, diversión, espectáculo. ‘Quantum of Solace’ es una simple excusa para incluir, sin ningún reparo, con calzador, todas las secuencias de acción posibles. ‘Quantum of Solace’ es un catálogo de lo que puede hacerse hoy día en día en ese sentido, en cuanto a persecuciones, puñetazos, tiroteos, explosiones y saltos. La marca vende, la publicidad funciona, la gente va en masa a los cines. Todos a ver a 007. Lo demás, no existe… hasta que se estrene otro “super-blockbuster”. Ya digo, a mí esto me produce tristeza.
Los principios de las películas suelen ser muy representativos del conjunto, en pocos minutos (a veces bastan sólo unos segundos) ya puedes hacerte una idea bastante aproximada de cómo va a ser el resto de la película, si te va a gustar o no. ‘Quantum of Solace’ comienza con una ruidosa y confusa secuencia de persecución de coches. Bond es el objetivo de varios vehículos, que le disparan y le intentan derribar como sea. Por supuesto, tras unos aburridísimos minutos, el protagonista está ileso y sus rivales muertos. Es sólo el inicio de la película, toca presenciar los clásicos títulos de crédito, un pequeño respiro que pronto dará paso a más de lo mismo. Más Bond persiguiendo o siendo perseguido, más ruido, más montaje mareante.
Hablar de la labor de Daniel Craig es una cuestión complicada. Muy polémica fue su elección como 007, pero tras dos películas, pocos son los que discuten su fichaje para la saga. En alguna entrevista de tantas que le han hecho (a cuál más aburrida), leí que el actor hablaba sobre su estado físico, sobre cómo había entrenado duramente para conseguir una forma aún más estilizada y musculosa que en ‘Casino Royale’. En su momento no le dí más importancia que cuando un taxista me habla sobre los verdaderos problemas de la sociedad, pero tras ver ‘Quantum of Solace’ esas declaraciones de Craig resultan muy significativas.
Damos por hecho que ir a ver una de Bond, es ir a ver una de acción, entretenimiento, evasión de la realidad durante hora y media o dos horas; cine de palomitas. Y me parece que eso es justamente lo que nos daba ‘Casino Royale’, pero lo que se ha hecho con esta continuación es pasarse de la raya. Una vez más hay que hablar de la marca, porque realmente el protagonista podría llamarse Daniel Burn que aquí no pasaría absolutamente nada. Cambiamos unos detallitos nimios del guión y punto. A fin de cuentas, lo que interesa es rodar secuencias de acción y que el público pague. Pero claro, ahí está la cuestión. Si lo llamamos James Bond en lugar de Farito Romero, se obtiene mucho dinero más.
Volviendo a Daniel Craig, es justo lo que hacía falta, en este nuevo enfoque de la saga. Es un pitbull con cierto carisma que, tras una buena sesión de maquillaje y arreglos fotográficos, queda estupendamente en los carteles publicitarios. El trabajo de Craig en se limita básicamente a posar, correr, saltar y dar puñetazos. Especialmente saltar. Este nuevo Bond es una máquina de matar, prácticamente indestructible, que no necesita dormir ni comer. Por supuesto, también un ser sobrehumano a la hora de atar cabos, anticiparse a los hechos y descubrir planes secretos. Es un superhéroe, sin esa etiqueta. Claro que damos por hecho que el protagonista no va a morir, que puede pilotar todo tipo de cosas, que conoce tantos idiomas como C3P0, que no tiene que ir al váter y todas esas cosas, pero de un extremo al otro, hay un universo de posibilidades; y aquí han optado por una versión totalmente increíble, que te saca de la pantalla.
Del resto de los actores que aparecen en esta lujosa y vacía película, merecen ser destacados dos que aparecen en la fotografía superior, Olga Kurylenko y Mathieu Amalric. La primera sigue haciendo lo que ya vimos en ‘Hitman’ o ‘Max Payne’, es decir, lucir cuerpecillo y pretender que interpreta a un personaje. Da igual, por eso seguirá participando en más títulos, para este tipo de productos sólo necesitan una chica considerada explosiva por los medios de comunicación. En cuanto a Amalric, desgraciadamente muy poco que decir, se limita a cumplir con el típico malo de película de acción; debe haber un manual circulando por ahí, porque son todos iguales y suelen acabar de formas parecidas. Una pena, este actor podría haber dado mucho más. Como con Kurylenko, da igual.
En definitiva, creo que podemos concluir que ‘Quantum of Solace’ es una estupenda opción para todos aquellos que vayan al cine a ver “una de acción”, sin buscar más ni pedir más; también una película imprescindible para el público que quiere estar actualizado, al día. Por el contrario, los que no encajen en esas dos categorías y sólo busquen cine de calidad, más les vale acudir a otro título. Afortunadamente, y a pesar de que este tipo de productos suelen acaparar las carteleras, siempre hay opciones para todos, incluso para los que no saben quién es James Bond. Y si no, a rescatar clásicos, que no sólo es una magnífica idea, sino que cada vez es mucho más rentable.
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