Quedan pocos días para que termine la segunda temporada de Mad Men, y resulta que según una noticia que apareció publicada en The New York Post, se informaba que Matthew Weiner aún no tenía firmada una tercera temporada, o que no se había confirmado la renovación de la serie por una temporada más. Por lo que se comentaba en la noticia, Lionsgate, el estudio que produce la serie, no había llegado a un acuerdo con AMC, el canal que emite Mad Men en televisión. Por lo pronto, se hablaba que dado este problema, ni había fechas asignadas para empezar a rodar, ni guiones escritos, y además los actores estaban recibiendo ofertas para participar en alguna película en 2009. A todo esto, el problema parecía estar con el creador, Matthew Weiner, y con la renovación de su contrato. Él no ha comentado nada, sólo habla sobre la serie, para indicar que sí tiene en mente una tercera temporada, pero dando un salto en el tiempo de dos años respecto a cómo va a terminar la segunda temporada. Esas eran las especulaciones.
Sin embargo, lo que en principio era una desagradable sorpresa, se tornaba en luz cuando aparecía un artículo de Variety en el que se confirmaba que AMC había ejercido su opción de renovar la serie por una temporada más. El artículo mostraba donde estaba el problema real: las tensas negociones entre Lionsgate y Matthew Weiner.
Todo esto es a cuenta del éxito que ha logrado Mad Men. Es decir, Weiner no tiene firmado con Lionsgate una tercera temporada de la serie, y quiere más poder. Se está dejando querer, y quiere saber cómo le ve la competencia, qué posibilidades tiene de sacar adelante un nuevo proyecto y cuánto le pagarían.
Mirando al futuro, lo más probable es que renueve por esa tercera temporada, pero teniendo bajo el brazo un nuevo encargo. Qué o con quién, no se sabe. Que habrá más Mad Men, sabemos que es seguro. ¿Con Weiner? Eso aún no se sabe. El matrimonio pasa dificultades, y uno ya sabe lo que suele pasar con las series, cuando el creador abandona el barco o se empieza a cansar de su producto... Personalmente, empiezo a aterrarme, aunque por ahora respire aliviado ante la mala noticia que nos habían dado al principio.
Vía | Kottke