Mike Leigh es director de algunas películas con mucha alma y gran cercanía. 'Secretos y mentiras' puede ser la mejor, pero las demás siempre consiguen hacerte sentir algo. Nos llega el día 10 otra de sus comedias agridulces, 'Happy: Un cuento sobre la felicidad', título que han dado como alternativa a 'Happy-go-lucky', expresión que en inglés significa "viva la virgen".
Está protagonizada por Sally Hawkins en el papel de Poppy, una profesora de primaria de treinta años que se comporta de forma despreocupada ante la vida. Comparte piso con su amiga Zoe (Caroline Martin) y pasa su tiempo libre saliendo "de caza" por los pubs a los que, además de las amigas, también le acompaña su hermana mediana, Alice (Sinead Matthews). La hermana pequeña, sin embargo, está casada, tiene una casa en propiedad y está a punto de dar a luz. La hermana cuestiona la forma de vida de Poppy y le advierte de que debería pensar en sentar la cabeza. Pero Poppy se resiste y se convence de que es feliz. Su despreocupación se trastoca cuando choca con la personalidad de Scott (Eddie Marsan), su nuevo profesor de autoescuela que se niega a continuar sus bromas y se muestra arisco ante cualquier comentario de su alumna. El mal humor de Scott deja entrever una vida triste y amargada.
Aunque tiene grandes escenas, no se puede decir que 'Happy: Un cuento sobre la felicidad' sea una película redonda. Entre ratos cotidianos sin más significado que el mostrarnos el tipo de vida que llevan Poppy y sus allegadas, hay momentos que alcanzan una alta temperatura dramática. Leigh contrapone modos de ver la vida muy dispares y consiguen hacerte reflexionar. Esa felicidad de la que habla el título español se pone sobre el tapete para hacernos pensar si se trata de lo que aparentemente es felicidad o de otra cosa. Sin embargo, cuando 'Happy: Un cuento sobre la felicidad' ha alcanzado su cenit en este sentido y ha conseguido por fin centrarte y hacerte ver cuáles eran sus propósitos, e incluso cuando está logrando esos propósitos; se detiene. Leigh acaba la película en un punto en el que el final entra con naturalidad, pero sin haber llegado a ninguna conclusión y sin haber cerrado realmente la trama principal. Parece como si para Poppy todo siguiese igual o incluso mejor, a pesar e independientemente de lo acaecido en este argumento central del film. Pero ¿qué ocurre para el otro personaje? Cuando aparecen los títulos de crédito sales de la sala con una sensación de no saber bien qué tendrías qué pensar o cómo afrontar lo que has visto. Un final tan despreocupado como el "happy-go-lucky" del título original cierra esa invitación a reflexionar que se había abierto antes.
En teoría el personaje del instructor de autoescuela, Scott, debería ser el más maitzado, pues es su personalidad la que choca contra todo y es él quien sufre. Pero mientras Leigh no se sitúe ni por un instante de su parte, mientras no nos haga pensar que quizá ese modo de afrontar las responsabilidades es positivo, la película no tendrá la capacidad de decirnos nada interesante sobre la forma de ser del profesor. Alguien que es básicamente malo y puramente malo no tiene interés, por mucho que al final se dé una explicación de sus motivaciones. Su percepción del mundo no es sólo que sea pesimista, también SPOILER está distorsionada porque entiende señales provenientes de Poppy donde no las hay y piensa que todo gira a su alrededor cuando él es sólo un ser más de todos los que pueblan la vida de esta mujer FIN DEL SPOILER. Los polos opuestos que suponen Poppy y él tendrían que presentar ambos ventajas e inconvenientes para hacer ver que nada en la vida es blanco o negro.
Como supuse cuando hablé de la película para colgar el tráiler, el papel de Hawkins es muy difícil porque Poppy es uno de esos personajes que tienen que caer bien, pero que se encuentran en el extremo y a los que les falta muy poco para traspasar la línea y caer mal. Sin embargo, la intérprete hace un maravilloso trabajo y consigue que incluso la vayas viendo más guapa según avanza el metraje. Poco a poco compruebas que su modo de vida alocado no esconde una falta de madurez o de cerebro, sino que es una opción consciente. El personaje de la protagonista sí está muy bien retratado y sí tiene esas aristas que se esperarían en un buen estudio psicológico. Con ella es con quien más disfrutamos de la película y es ella quien nos hace empatizar y reflexionar.
Sin tener un tono constante de comedia, 'Happy: Un cuento sobre la felicidad' muestra destellos de humor entre los que destaca la primera clase de flamenco a la que asiste la protagonista. La profesora, Karina Fernandez, no sé si imitando el acento español o porque lo tiene, recuerda a Manuel, de 'Fawlty Towers', que estaba interpretado por un actor alemán simulando nuestro acento y era casi lo mejor de la serie. Con su frase "no importa que lleguéis tarde a clase, eso es muy español" y con arrebatos latinos de despecho, esta instructora de baile interpreta un papel tópico y exagerado que hace que la María Elena de 'Vicky Cristina Barcelona' parezca un personaje de Dreyer.
En definitiva, 'Happy: Un cuento sobre la felicidad' es una película que, sin ser de las mejores de Leigh, tiene grandes valores y grandes momentos. Despliega una mirada humana y muy cercana. A pesar de la alegría de la protagonista, de la felicidad del título español y de la despreocupación del inglés, el poso que deja este film es ligeramente amargo, una sensación parecida a la de la nostalgia, pero en la que no echas nada de menos.
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