Les presento el argumento de una película para que juzguen ustedes mismos: Tom Ludlow es un veterano policía de Los Ángeles, tan amargado por la muerte de su mujer como tremendamente eficaz por su sangre fría y determinación. Cuando asesinan a su ex-mejor amigo, Ludlow descubrirá que puede ser la cabeza de turco de una conspiración dentro de una sociedad secreta de extorsión y corrupción dentro del propio departamento de policía.
Aun con esta sinopsis, tan convencional que parece de broma, el reparto me animó a ir al cine a este 'Dueños de la Calle' que, por cierto, tiene un cartel asombrosamente parecido con un videojuego de Sega llamado 'The Club'.
Ya desde los primeros cinco minutos, se nos anuncia lo peor: que 'Dueños de la Calle' es un refrito de tantas y tantas películas que ya hemos visto antes. Y el resto del metraje, cómo no, se dedica a confirmarnos lo que ya sabíamos, que es un error ver la película tratando de encontrar algo nuevo. En definitiva, 'Dueños de la Calle' no funciona, se mire por donde se mire.
El actor protagonista es lo primero y lo más evidente que falla. Se trata de Keanu Reeves, interpretando al mencionado policía Tom Ludlow. Nos quejamos mucho de la expresividad de gente como Steven Seagal, Chuck Norris o Jean Claude van Damme, pero ciertamente, Keanu Reeves no se queda atrás, al menos por lo visto en esta película. Y es que prácticamente todo secundario que aparece le gana la partida en cuanto a capacidad actoral. No estamos viendo a ese tal Ludlow en ningún momento, sino al mismo que hacía de Neo en 'Matrix' disfrazado de policía.
Ello viene dado, seamos justos, porque el reparto no está nada mal, y algunos hasta hacen lo que pueden con el risible papel que le han dado. Forest Whitaker, como siempre, se toma con filosofía su personaje (el jefe de policía) y añade matices que el guión no tiene. Por supuesto, hace quedar mal a Reeves, pero también choca su presencia por tomárselo demasiado en serio. Chris Evans, que no era santo de mi devoción, tiene un par de escenas donde, al menos, podemos reconocer que lo intenta. El resto, Amaury Nolasco, John Corbett y Jay Mohr están por estar. No molestan pero tampoco ayudan nada.
Y mucho se hablado de la inclusión del británico Hugh Laurie, archiconocido por encarnar al Dr. House en la serie homónima, en el reparto de esta película. Pero es que sale diez minutos, cumpliendo sin más, y aunque en ese tiempo se coma con patatas a todos los demás, su personaje resulta innecesario y poco aporta a la trama.
Pero hablemos de una vez de la historia. Tacharla de previsible es quedarse muy corto. El espectador avispado sabe perfectamente, con todo lujo de detalles, qué es lo que va a ocurrir en la siguiente escena, e incluso puede anticipar un final tan manido como risible, sin demasiada dificultad. Podría pensarse que al encajar en el género policiaco, la película puede albergar un interés por su condición de pretendida película de suspense, pero a partir de los primeros veinte minutos, el aburrimiento impera.
Cuando Ludlow y su nuevo compañero Diskant (Evans), forman un desconcertante equipo pseudo-clandestino para investigar el asesinato por su cuenta, uno tiene la eterna sensación de que se mueven a ritmo de guión de videojuego, al puro estilo 'Grand Theft Auto', sin que en ningún momento comprendamos por qué Ludlow se implica tanto, ni haya evolución en su personaje en toda la película, ni cuáles son los verdaderos propósitos de Diskant. De todas formas, eso es lo que vemos en los telefilmes y en las series policiacas que inundan las cadenas de televisión a eso de las seis de la tarde. Lo inquietante es que 'Dueños de la calle' se sitúe a ese nivel.
Todo ello con mujeres florero, personajes intrascendentes todos, multitud de planos gratuitos, y sobretodo unos boquetes de guión y unos diálogos tremebundos que convierten al conjunto en un auténtico desastre. SPOILER Por Dios, la escena en la que el protagonista descubre todo el pastel, con el malo esposado, y aún así le dispara, es bochornosa FIN SPOILER. Parece mentira que el guión haya sido realizado por tres personas, y entre ellas James Ellroy ('L. A. Confidential') y Kurt Wimmer ('Equilibrium').
La dirección de David Ayer no es nada del otro mundo y a veces es francamente impersonal, pero sus secuencias cortas y su amalgama de planos a distinta distancia permiten tener esperanzas sobre el interés del film. Y dicen que la esperanza es lo último que se pierde. No obstante, hay que reconocerle su solvencia en las escenas puramente de acción, donde no desentona. La fotografía tiene esos toques de claroscuro tan propios del género, provocando que la diferencia entre esta película y una de los 80 sea simple cuestión de calidad de las cámaras utilizadas. Y la música de Graeme Revell, escuchen la compuesta por Sean Callery para la serie '24', y escuchen ésta. Y jueguen al juego de las siete diferencias.
'Dueños de la Calle' es por tanto una lamentable película, donde sólo los espectadores menos exigentes y deseosos de ese género cinematográfico del "cine de no-pensar" podrán terminar de verla sin fruncir el ceño ante tamaño disparate mil veces visto. Y por favor, directores, productores, guionistas: no pongan más de protagonista a Keanu Reeves, sea en lo que sea. Si es que quieren salvar su película, claro.
Más información en Blogdecine de 'Dueños de la Calle', Keanu Reeves y Forest Whitaker.
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