Creo que la primera vez que fui consciente de que el doblaje eran algo más que voces fue viendo El príncipe de Bel Air. Esas bromas españolizadas fueron uno de los ingredientes del éxito de la serie. Después, con Los Simpson, la figura de Carlos Revilla pasó a convertirse en uno de mis mitos televisivos. En estos especiales que hoy empezamos hablaremos sobre el doblaje desde diferentes puntos de vista.
Con la llegada del DVD primero y con el reciente acceso a los contenidos televisivos ya podemos visualizar los contenidos en versión original y el doblaje, parte importante de la industria del cine y de la televisión, se ha hecho más manifiesto y ha mostrado sus debilidades.
Un equipo de doblaje se compone de varias decenas de profesionales. Aunque los más conocidos sean los actores que ponen la voz, lo cierto es que un doblaje no sería posible sin directores de doblaje, traductores de guiones, adaptadores y ajustadores de montaje. No es difícil imaginar que un doblaje, implicando a tanta gente, no es flor de un día. De hecho, la prisa como exigencia del doblaje es uno de sus principales obstáculos.
¿Alguien ha visto Padre de familia en versión original? Se habrá dado cuenta entonces de la cantidad de referencias a la cultura americana que contiene. Traducir y ajustar esos guiones al castellano es un trabajo de chinos y no creo que haya mucha gente dispuesta a tirar por tierra el resultado.
El problema suele estar en que las cadenas, por norma general, tienen tanta prisa en estrenar las ficciones, hay tanta competencia entre ellas, que en ocasiones prestan poca atención al doblaje y exigen un trabajo terminado en muy poco tiempo. Una política absurda ahora que la posibilidad de ver televisión en versión original está al alcance de la mayoría.
Por otro lado, ciertas producciones, sobre todo de cine, han transmitido la idea errónea de que cualquiera puede ser actor de doblaje y han alumbrado unos resultados penosos en este sentido. Utilizar caras conocidas para vender películas es una buena estrategia de marketing pero si Jack Black se escuchase con la voz de Dani Martín le daría un infarto. Otros actores demasiado seguros de sus capacidades, como Antonio Banderas, han decidido doblarse a sí mismos demostrando que un doblador es algo más que un actor.
Un actor de doblaje que se precie tiene que tener estudios en arte dramático para desarrollar la parte interpretativa y después es conveniente que haga cursos de especialización donde aunar interpretación, voz y sincronía vocal.
Como nos cuenta Olga Aguirre, es posible vivir del doblaje pero la mayoría de los trabajadores del sector desarrollan su labor en todas las ramas interpretativas que son la base de su formación. Además, la evolución natural de un doblador les lleva ampliar su horizonte laboral con locuciones publicitarias o narraciones de documentales.
En cualquier caso, la profesión es más dura de lo que parece porque, según Olga Aguirre, un doblador es un trabajador por cuenta ajena que es contratado por los estudios de doblaje sólo cuando hay una convocatoria. Se cobra una cantidad fija por convocatoria más una cantidad variable que depende de la cantidad de diálogo del personaje.
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