Esa es la pregunta que se hizo un amigo con el que fui a ver ayer 'Saw III' en determinada escena clave de la película. Porque señoras y señores, imaginaos la calidad de la misma cuando transcurrida la mitad uno empieza a fijarse en nimiedades absurdas. Y es que la tercera entrega de una de las sagas más rentables de la historia debido a su poco coste, es un completo despropósito que incluso puede defraudar a los fans del Puzzle y sus andanzas. Algunos me preguntareis que cómo me metí a ver la continuación de una película que no me había gustado, pero es que no tenía ganas de ver la película de Milos Forman, y el cine donde proyectaban 'The Queen' en versión original subitulada me quedaba un poco lejos. Asi que armado de buen humor me dispuse a intentar disfrutar en la medida de lo posible de una nueva aventura de uno de los psychokillers más originales de los últimos tiempos, por lo menos en lo retorcido que son sus planes para matar a gente. Como mínimo no me aburriría, pensé yo. Pero me equivoqué y mucho.
La película continúa directamente donde lo dejó la segunda entrega, y a partir de ahí, sin coherencia alguna y abusando de flashbacks como nunca se ha hecho se narran más juegos mortales realizados por Puzzle y su nueva alumna a los pobres inocentes de siempre. Aunque lo de inocentes habría que matizarlo un poco. Más pruebas, más secretos y un juego a vida o muerte en la línea de las dos películas anteriores.
La historia no es más que una excusa barata para servirle al espectador un festín de efectismos realmente desagradable. Las escenas fuertes lo son mucho más que en las entregas anteriores rozando lo grotesco, lo absurdo, la gratuidad más banal y provocando en el espectador auténticas náuseas ya que dichas escenas rayan lo insoportable cuando no lo sobrepasan con creces. Las fracturas que puede sufrir un cuerpo humano en cualquiera de sus partes nos son mostradas mucho más explícitamente, y hay sin duda una escena que espero no pase a los anales de la historia, y si así lo hace que sea por lo fuertemente desagradable que es. Sin desvelar nada diré que se trata de cuando se abre un cráneo humano recreándose el director hasta el más mínimo detalle de tan singular operación. Para todos aquellos que lo pasasteis más en 'Hannibal' en determinada escena con Ray Liotta, decir que esa escena se queda en nada comparada con ésta. Más de cinco minutos infumables por lo inútil de la secuencia y en los que dan ganas de levantarse del cine e irse. Una cosa es provocar al espectador más o menos sutilmente y con inteligencia, y otra bien distinta escandalizar visualmente con algo que no es más que provocación rastrera.
El director Darren Lynn Bousman ya había desmotrado en 'Saw II' una total incompetencia a la hora de crear suspense o saber mantener un ritmo. En 'Saw III' lo hace todavía peor, y el guión, penoso, no le arregla la papeleta. La incoherencia es el predominante de la película, una incoherencia visual realmente preocupante donde la falta de ideas tanto visuales como argumentales no consiguen ser disfrazadas de ninguna manera. La película llega a marear por culpa de un montaje, que al lado de él las películas de Michael Bay son a cámara fija. Después al abusar de tantos flashbacks explicativos la unidad del film se rompe.
Por no hablar del tratamiento de ciertos personajes, que no hay Dios que se lo crea y además resulta totalmente banal, por no decir que es una completa tontería. Me refiero a la estrecha relación de dos de los personajes principales que resulta totalmente forzada, no ofrece ninguna sorpresa y encima se permite el lujo de moralizar con cosas como el saber perdonar. Todo es tan ridículo que un servidor se aburrió enormemente y tuve que entretenerme pensando en preguntas como la del título del post. Por cierto, si lo sabeis, decídmelo, por favor, ahora tengo curiosidad.
De los actores mejor no hablar, porque se pasan todo el rato gritando, enfadados o poniendo muecas. Mi admirada Dina Meyer aparece menos de lo que yo quisiera. Shawnee Smith está totalmente sobreactuada y su personaje aparte de ser poco comprensible no es más que una marioneta cariturizada de lo que se nos sugirió en la segunda parte. Angus MacFadyen interpreta al personaje más normal de todos y probablemente al mejor dibujado. Todos le recordareis por que fue aquel que en cierta película gritó aquello de: "¡Habeis sangrado por Wallace. Sangrad ahora por mí!". El actor hace lo que puede con un personaje interesante, pero el lamentable guión no le da demasiadas oportunidades de lucirse como debiera. Incluso Tobin Bell parece como más cansado en su ya mítico papel, no resulta tan amenazante como en las otras entregas.
Hasta ahora las dos películas anteriores habían destacado en cierto punto: sorprendían argumentalmente al espectador en cierto momento. Aquí se intenta lo mismo, pero el argumento es tan simple y plano que uno se da cuenta enseguida por donde van a ir los tiros, no dejando siquiera que el espectador disfrute al menos de un desenlace sorprendente. Alguna sopresa hay, evidentemente, pero no alcanza el nivel de las ya vistas. En ese aspecto, a los guionistas de la saga se les están acabando las ideas, y es que ya no pueden retorcerlo más.
En fín, una pérdida de tiempo absoluta que muy probablemente repita el éxito de sus predecesoras. De hecho, los productores ya piensan en un 'Saw IV' a estrenar en el próximo Halloween. Entra ya en el amor propio de cada uno el repetir experiencia o no. Por mi parte no creo que eso vuelva a suceder. Siempre digo lo mismo y al final me termino viendo cuanta castaña se estrena.
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