Basada en una novela de P. D. James, ‘Children of men’, traducida como ‘Hijos de los hombres’, nos sitúa en un futuro apocalíptico en el que los seres humanos han dejado de poder reproducirse. Los laboratorios tampoco pueden sacar adelante la concepción de embriones humanos y el conocer el inminente fin de su existencia hace a todos los habitantes del planeta comportarse de forma caótica y vivir en la eterna desidia. Los inmigrantes son tratados como criminales de altísimo grado y los disturbios y las guerrillas urbanas son el pan de cada día.
Alfonso Cuarón, director de ‘Y tu mamá también’ y ‘Harry Potter y el prisionero de Azkabán’, nos cuenta la historia de la única esperanza posible. Theo, Clive Owen, se erigirá en ángel de la guarda o en héroe accidental en una historia que parte de un concepto muy bueno, pero al que no se le saca todo el partido posible. La película tiene una bellísima fotografía, probablemente la mejor que he visto en años, y una ambientación muy lograda. Pero de algún modo, la historia se pierde entre todo eso y no consiste en nada. Conversaciones vacías y un par de momentos de acción son todo lo que llena un film que estaba segura de que me convencería, ya que el género futurista apocalíptico de ciencia o política ficción es uno de mis favoritos, no en vano ‘1984’ es mi novela de cabecera. Probablemente, otros espectadores encontrarán como hallazgos detalles que me han resultado molestos, por ejemplo, las gotas de sangre sobre la cámara, como si se tratase de un reportaje de guerra, que dejan de estar ahí cuando conviene. Si tenemos gotas de sangre, tendremos presencia de una persona que lleva la cámara. Es una manera de salirse de la ficción demasiado transgresora aunque, eso sí, muy efectista. El momento en el que Owen y Claire-Hope Ashitey bajan por la escalera y parece que se ha producido un milagro tampoco me gusta nada, pero comprendo que haya a quien le ponga los pelos de punta.
Clive Owen actúa igual a lo largo de toda la película, tanto cuando lo que ocurre es más o menos neutro, como cuando debería estar muy involucrado en un asunto y hasta asustado. Su voz es tan profunda y monocorde que no le ayuda nada a denotar inflexiones. Debido a esto no sabría decir si el problema está en el actor o en que las motivaciones del personaje no están bien definidas de guión. Si se me preguntara por el resto de los actores, podría decir pocas cosas sin desvelar partes de la trama que es mejor dejar sin contar. Pero apuntaría que apenas tienen papel, apenas aparecen, excepto Michael Caine, que sí se marca unos cuantos discursitos. Y, eso sí, está magnífico.
Lo mejor de ‘Children of men’ es una banda sonora impecable, entre la que destaca la versión de Ruby Tuesday que hizo Franco Battiato para el disco ‘Fleurs’, que hace reír por su descarado acento italiano a la vez que emociona gracias a su armoniosa voz; además de que el tema, de los Rolling Stones, en sí es exquisito. Otras piezas incluidas son ‘The Court Of The Crimson King’, de King Crimson, o ‘Hush’, de Deep Purple. Algo habrá entre el color rubí y el carmesí de las dos primeras canciones y el púrpura de la tercera banda mencionada.
No sé si lo que falla es el punto de vista o quizá que el conflicto no esté definido todo lo bien que debería ser, pues Theo apunta en un momento una sencillísima solución que habría hecho que el resto del film fuera innecesario. El caso es que la película se me queda corta en cuanto a fuerza dramática y lo único que puedo apreciar en ella es lo bien rodada, iluminada y ambientada que está. Cierto, no es poco, por lo tanto, a quien le valga con eso, se la recomiendo.
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