Cuando debido al éxito de 'La Pantera Rosa', de la que hablé aquí en su momento, le propuesieron a Blake Edwards hacer una continuación, éste aceptó con la condición de centrarse en el personaje del Inspector Clouseau. Y tanto se centraron, que la pantera rosa no aparece ni en alusiones, ni siquiera en su título, que en este caso fué 'A Shot in the Dark'.
En una casa mansión se produce un asesinato en mitad de la noche, y todo parece indicar que ha sido una mujer a la que se ha encontrado en el esceneraio del crimen con una pistola en la mano todavía humeando. Por equivocación encargan el caso al Inspector Clouseau quien, con su enorme torpeza para todo, intentará resolver el misterio y encontrar al asesino.
Decir que la película está hecha para el lucimiento de Peter Sellers, absolutamente magnífico como Clouseau, perfeccionando el personaje y haciéndolo inolvidable, está todavía mejor que en la película anterior de la serie, entre otras cosas, porque como tiene más protagonismo, Sellers tiene más oportunidad de lucirse, interpretando a uno de los torpes más encantadores y entrañables de toda la Historia del Cine, con el que no paras de reírte, y es que protagoniza algunos gags verdaderamente delirantes y dignos de recordar (algunos de ellos son para repetir varias veces en el dvd y llorar de la risa una y otra vez).
En esta película aparece por primera vez el personaje de Dreyfus, superior de Clouseau, al que éste pone de los nervios continuamente debido a su torpeza. Está interpretado muy acertadamente por Herbert Lom, quién repetiría personaje en futuras entregas. Sus tics en el ojo han pasado por derecho propio a los anales de la comedia. Los acompañan en el reparto, Elke Sommer, interpretando a la sospechosa de asesinato, pero su personaje es una mera comparsa femenina. Y George Sanders dotando de veteranía al conjunto, al igual que había hecho David Niven en la anterior entrega. Sin embargo, aunque Sanders está bien, su personaje no está del todo bien tratado, y parece una mera excusa comercial. También aparece por primera vez el personaje de Cato, el oriental que Clouseau tiene contratado para que le ataque en los momentos más imprevistos y así perfeccionar su kárate. Dicho papel está interpretado por el actor de origen inglés Burt Kwouk.
Puede que una de las cosas más flojas de la película sea que su historia es bastante simple y no da para mucho, pero Edwards se las ingenia para realizar un film muy entretenido y divertido, gracias a sacar un gran provecho de las situaciones ingeniosas del guión. Algunos de sus momentos son verdaderamente desternillantes, cómo aquél en el que Clouseau reúne a todos para descubrir al asesino, o en la que juega al billar con el personaje de George Sanders, con un taco doblado.
Personalmente, el film tiene una escena que me encanta: el comienzo, antes de los títulos de crédito, un extraordinario plano secuencia recorre todos los pisos de una casa, con la cámara desde afuera, y vemos a todos los personajes moverse por su interior, hasta el instante en el que se produce un asesinato. Una escena prodigiosa que ocurre en silencio, salvo por la canción que suena, de Henry Mancini (cómo no), titulada 'Shadows of Paris', y que es gloriosa.
Una buena película, digna secuela de su precedente. Se repetiría calidad en un par de continuaciones más, y de las que hablaré más adelante, antes de que la serie cayera en la mediocridad más absoluta.