Cuando una fórmula ha funcionado con éxito ¿por qué no repetir la operación? A alguna gente la práctica de esta filosofía le ha dado buenos resultados y creo que el ejemplo más claro es el de el gran Howard Hawks y sus obras maestras 'Rio Bravo' y 'El Dorado'. Hoy en día parece que a todo el mundo le sale bien, pues sólo se hacen remakes, segundas partes, remakes de remakes, terceras partes, spinoffs y precuelas.
Jean Jacques Annaud ha querido volver sobre los pasos de una de sus películas más famosas, la entrañable 'El Oso', pero esta vez no ha quedado tan bien parado. El film versa sobre dos tigres cachorros que son raptados de su seno materno, y son separados, creciendo en ambientes distintos entre el hombre. Ésta sería la premisa argumental de una historia en la que evidentemente hay más cosas.
De todos modos, la gran descompensación que existe entre las escenas de humanos y las de animales hacen que uno no se interese demasiado por lo que está pasando. Por un lado tenemos la historia base de los dos tigres, que dicho sea de paso, el espectador se asombra con lo que los dos animales son capaces de hacer ante la cámara, incluso hay momentos en los que parece que están interpretando, resultando esas escenas superiores en calidad a cualquiera de aquellas en las que salen actores humanos. Uno enseguida conecta con los dos animales, que caen bastante bien, sobre todo cuando son cachorros, que ahí ya no es que caigan bien, es que se desea enormemente llevarse uno de esos tigres para casa y tenerlo como mascota. Así pues, esta parte se sigue con interés al resultar mínimamente entretenida gracias a lo que hacen los tigres.
Lamentablemente todo se estropea siempre que entran en escena personajes humanos que protagonizan subtramas que casi resultan estúpidas de lo convencionales que son, y se nota que las han metido a calzador para alargar una película que no da mucho de sí. En esta parte nos encontramos con algún rostro conocido. Interpretando a un experto cazador, Guy Pearce, que la verdad anda un poco perdido, y es que no parece el actor adecuado para ese papel; y haciendo de niño que se encapricha con uno de los tigres, Freddie Highmore, cuyo papel no está muy desarrollado, pero lo poco que sale en pantalla se le ve con una naturalidad increíble; hay que seguirl la pista a este joven actor, algo que parece que Johnny Depp esté haciendo también.
Encuanto a la labor de Annaud, da la sensación de que el director no ha cogido el proyecto con entusiasmo, pues se limita a filmar con suma corrección, sin dejar impreso su estilo en ningún momento, o tal vez un poco, en las escenas con animales, pero en el resto no asoma ese buen hacer que le carcterizó en otras famosas películas. De hecho, hay secuencias incoherentes y enormemente forzadas.
En fín, un mal día (en este caso una película) lo tiene cualquiera. Aunque no la calificaría como mala, sino más bien como fallida, falta de emoción, con escenas buenas con los tigres y una bonita banda sonora de Stephen Warbeck.